El que esté libre de pecado…

Narrativa del terror que quiere implantar Gustavo Francisco Petro Urrego poco a poco se desmorona ante las evidencias. Registros, fílmicos y sonoros, que circulan en los escenarios sociales, y los medios de comunicación, develan que los patrones de conducta de la izquierda están enfocados en minimizar todo lo que ocurre.


 

Lo que pasó en el Palacio de Justicia, el estallido que se buscaba en las calles con el llamado de su presidente a las marchas, la ruptura institucional que se configura desde el gobierno, el golpe blando que se gesta a la democracia, el balconazo de Palacio, los dineros de FECODE y demás indelicadezas de la administración Petro Urrego, son la evidencia de que la promesa de vivir sabrosito le está saliendo cara a los colombianos. Quienes creyeron que la maraña de mentiras de la izquierda se haría realidad hoy encuentran que quien está en el poder es un sujeto con serios problemas mentales y profundas incapacidades para ejercer el cargo para el que se postuló y fue elegido. Delirios de persecución que buscan eclipsar los problemas psíquicos de su mandatario, son el estandarte de una apuesta política que opta por victimizarse para hacer creer al mundo que en Colombia aman al progresismo y sus ideologías.

Adicción al poder y la adulación, que persigue al Sensey de los humanos, lleva a centrar la atención de las clases populares en frivolidades mientras la familia Petro Urrego hace y deshace a su antojo. Pretender tapar con un dedo lo que está ocurriendo en el país, la realidad de lo que verdaderamente se vive, es la táctica que se usa para engañar al pueblo con una retahíla de igualdad, verbo socialista, que hace creer que se trabaja por el ciudadano mientras se destruye al país y se premia a los criminales. Apetito devastador, que acompaña a los militantes de la izquierda, lejos de materializar la equidad que tanto pregonan es el hoyo negro desde el cual se está devorando y robando el bienestar de la población. Alocuciones distanciadas de la realidad, que pone en antena su presidente, son la constitución de una cortina de humo que no logra tapar que se está ante una inestabilidad jurídica gigante que invita al ciudadano a restringir gastos, evitar invertir y quedarse quieto hasta que cese la horrible noche.

Quien fue elegido porque 11.291.987 incautos consideraron que era la mejor alternativa para superar el caos de su antecesor, en 18 meses, que lleva en el poder, demuestra que ha sido incapaz de gobernar y sucumbe en sus deslices. Las bases de actuación de Gustavo Francisco Petro Urrego lejos están de refundar los pilares de los estamentos colombianos y establecer un nuevo orden de planteamiento social. El costo de gobernar es muy alto y ya muestra, a los activistas ideólogos de izquierda, la odiosa ingratitud de oportunistas políticos que llega acompañada de la tenebrosa soledad del poder en los momentos adversos. El entramado político, económico y social que se teje en Colombia llama a cuestionar y revisar dónde se está fallando, establecer cómo recomponer el camino que hoy muestra que se perdió el rumbo.

Pulcritud que quería representar Gustavo Francisco Petro Urrego ha sido enlodada por una agenda de mentiras, o verdades a medias, que se establece desde la Casa de Nariño. Arte maquiavélico de la política lleva a que caciques de partido logren manipular el imaginario colectivo y conquisten victorias impensadas, triunfos sustentados en la escasa memoria histórica de los colombianos. Errores que ahora se exaltan en su mandatario son la cruda repetición de aquello que tanto se condenó desde la izquierda cuando era oposición. El afán inmediatista de los problemas no permite mirar atrás y encontrar antecedentes que develen la cuestionable concepción de ética que se tiene desde el Pacto Histórico. Señalamientos que se desprenden del perfil social en X de su presidente delinean una diversidad de situaciones que dan relevancia al todo vale, todo se puede, en la carrera de lograr las metas que se trazaron desde una política caudillista y ególatra.

Tinta que se ha empleado en la construcción de textos, minutos que se han desgastado en análisis y debates a través de radio y televisión, aunado a los múltiples mensajes posteados en los escenarios sociales, atizan la polarización de un país que atónito observa los estruendosos fracasos, y escasos aciertos, del ejecutivo en ejercicio del poder. Las afugias del gobierno despiertan en Gustavo Francisco Petro Urrego un activismo político que, desde las trincheras de los influencers, con mensajes incendiarios, avivan la confrontación ideológica del momento. Los anales de la primera magistratura colombiana tienen en su registro hechos que incomodan a quienes los protagonizaron y hoy en absoluto silencio ven cómo se repiten por interpuesta persona. Los vínculos de la política electoral con los dineros non-santos que tienen enredado a Nicolás Fernando Petro Burgos y son el centro del choque de presidencia con la rama judicial, en nada distan del proceso 8.000 que salpicó la campaña de Ernesto Samper Pizano en los años 90.

La testaruda obsesión con la paz total, veneración a los delincuentes, condescendencia en el despeje de zonas territoriales, se corresponden con un afán de protagonismo, nacional e internacional, que para nada oculta Gustavo Francisco Petro Urrego. Contexto de un capricho político que en nada difiere a lo acontecido con Andrés Pastrana Arango, estruendoso fracaso que, entre 1998 y 2002, envalentonó un gesto generoso, abrió el camino perfecto para la delincuencia, el narcotráfico y la llegada de armas a las filas guerrilleras. Se está al frente de un entorno en el que desde la presidencia se apuesta por congraciarse con gobiernos, ONG y demás estamentos humanitarios internacionales, al tiempo que fortalece a la delincuencia. Caos perfecto que extiende el conflicto allende las fronteras nacionales y desencadena la presión de resultados militares que desemboca en falsos positivos.

Discurso de una política de transformación social, que ya en voz de Gustavo Francisco Petro Urrego reconoció que 4 años no son suficientes para ofrecer resultados, empieza a delinear que son muchos los puntos en común que tiene el líder de la izquierda colombiana con Álvaro Uribe Vélez. Delirio de un golpe blando, ruptura de la armonía institucional, que formalizaron desde el Pacto Histórico en la OEA abre paso al temor de una futura Asamblea Nacional Constituyente o la modificación de un “articulito” que le permita a su mandatario perpetuarse en el poder. Política de Estado, con profundos contradictores, que enfoca esfuerzos para dar relevancia global a su presidente con un Nobel de Paz que bien revaluado está con los criterios que se tienen para la nominación, y los resultados que la soportan, como ocurrió con Juan Manuel Santos Calderón.

La deslealtad política, que se teje en la espiral social colombiana, es la consecuencia de múltiples acciones y deudas que dejan el llevar al poder sujetos con inexperiencia gubernamental. Escasa capacidad gestora de Iván Duque Márquez en poco y nada se diferencia de lo realizado por Gustavo Francisco Petro Urrego que ya tuvo su etapa de reconocimiento y adaptación. La intransigencia frente a las reformas que se tramitan en el legislativo, la inseguridad desbordada y fuera de control, la desconfianza inversionista, el costo de vida inatajable, masacres en la Colombia profunda, vínculos de la familia de su mandatario con dineros calientes y personajes de dudosa reputación, las indelicadezas con los recursos públicos de quienes hoy son poder, el éxodo de las capas jóvenes de la población, son tan solo algunas de las estaciones de un camino en el que cada vez se le ve más solo. Debilitamiento de una opción de cambio que no pasó de ser una ilusión sin músculo político y administrativo, a la cabeza de un sujeto que ha sido incapaz de demostrar inteligencia social, con una mínima cuota de sensatez para asumir la responsabilidad que le asiste en lo que ahora vive Colombia.

 

Andrés Barrios Rubio

PhD. en Contenidos de Comunicación en la Era Digital, Comunicador Social – Periodista. 23 años de experiencia laboral en el área del periodística, 20 en la investigación y docencia universitaria, y 10 en la dirección de proyectos académicos y profesionales. Experiencia en la gestión de proyectos, los medios de comunicación masiva, las TIC, el análisis de audiencias, la administración de actividades de docencia, investigación y proyección social, publicación de artículos académicos, blogs y podcasts.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.