En nuestra ciudad hay testimonios dolorosos, y realidades que nos estremecen, y estas son aún más lamentables cuando las principales víctimas y victimarios resultan ser niños y niñas que apenas empiezan a vislumbrar un futuro.
Hace poco, en La Cruz (Comuna 2), escuché de primera mano estos testimonios, de menores de edad, que en familias disfuncionales, donde hay malos tratos, abusos y abandono, buscan en las estructuras criminales y en las drogas un reemplazo a esa carencia.
Estos niños, llenos de dolor y falta de afecto terminan siendo explotados por bandas y combos.
Esta es una realidad que Medellín no se puede permitir. Ya en el pasado hemos visto lo desastroso que resulta para toda la sociedad, cuando son las mafias las que explotan a los menores de edad para sus oscuros propósitos. No podemos revivir ese pasado, nuestra ciudad no puede perder ni un solo niño que el día de mañana podría ser un deportista, un científico o un importante empresario.
El presente y futuro de nuestra ciudad están en esos niños y jóvenes, y hay que protegerlos, brindarles todas las oportunidades, y sobre todo, trabajar por construir familias donde haya amor, comprensión y diálogo.
Como mujer, como madre, como hija y como líder, tengo el firme compromiso de trabajar por las familias, por crear entornos protectores para los niños, y por articular los colegios con la institucionalidad y las propias familias, para que haya intervenciones a tiempo y así evitar tragedias o malos pasos que no se puedan deshacer.
Arrebatémosle nuestros niños a la criminalidad, construyamos una Medellín llena de oportunidades para ellos. Hagamos que las cosas pasen.