La pandemia del COVID-19 trajo consigo una serie de perjuicios que golpearon directamente diferentes sectores de la economía; lógicamente el sector más afectado fue el de la salud, por la gran cantidad de personas que enfermaron y tuvieron que ingresar a las Unidades de Cuidados Intensivos, situación que colapsó el sistema sanitario en la gran mayoría de países y que en el caso de Colombia, reveló la necesidad inmediata de reformar el sistema de salud e invertir una mayor cantidad de recursos en el mismo. Posteriormente, sucumbió la economía global, y aunque en el 2021 se generó una reactivación económica paulatina, la industria mundial no ha logrado llegar a los niveles de producción que registraba a inicios del 2020, justo antes de que iniciaran las cuarentenas y los confinamientos para tratar de contener este virus.
Hoy casi 2 años después, millones de familias en Colombia se están enfrentando nuevamente a una realidad que de a poco estaba siendo olvidada y que representa un importante gasto para los hogares de cara al cumplimiento de las obligaciones educativas que los padres ostentan con sus hijos. Después de que el Gobierno Nacional ordenara el regreso a clases en todos los colegios públicos y privados del país para enero del 2022, apareció una vieja obligación que nos recordó la dificultad de iniciar un año en relación a la economía del hogar… La compra de los útiles escolares.
El pasado 24 de enero, la Federación Nacional de Comerciantes (Fenalco), reportó una increíble alza en el costo de los útiles escolares de un 35%, lo anterior, en comparación con el periodo inicial del 2020, última vez en la cual los padres de familia realizaron este gasto para garantizar el año escolar de sus hijos. En este orden de ideas, cada familia estará invirtiendo aproximadamente 500 mil pesos en el mes de enero de 2022, para poder completar el listado de útiles que durante el año van a requerir los estudiantes.
La para en la producción por parte de los países industrializados y exportadores del papel como Alemania y China, ha generado escases de este elemento que hoy se ve reflejada, por ejemplo, en el incremento en el costo de los cuadernos, los cuales, según Fenalco, reportan un aumento de hasta el 436%, una barbaridad por donde quiera que se le mire. Sin embargo, cuando ahondé en la investigación de las razones para escribir esta columna, me encontré que como es natural en cualquier mercado, cuando existe mayor demanda que oferta, los precios se incrementan y quien se ve afectado es el consumidor final.
A todo lo anterior, debemos sumarle la ya famosa y conocida crisis de los contenedores, la cual consiste, palabras más, palabras menos, en la alteración y el incumplimiento de los exportadores para lograr poner en los países de destino, las cargas compradas por los importadores nacionales que son quienes distribuyen en este caso el papel, por las diferentes tiendas, supermercados, papelerías o minoristas del país.
Ahora bien, sabiendo que en nuestro país la situación económica aún no se ha restablecido en muchos hogares a causa de la pandemia, me inquieta profundamente el saber que estos altos costos de los útiles escolares van a generar serias deudas en las familias de Colombia e incidirán directamente en el bolsillo de los padres y madres. Frente a esto, es importante solicitar al Gobierno Nacional, buscar la manera de ofrecer un subsidio a las familias de por lo menos los estratos 1,2 y 3, con la intención de alivianar las cargas, sobretodo en hogares donde hay 2 ó 3 hijos que deben ser abastecidos con materiales escolares que posibiliten su educación.
La discusión está abierta, desde mi punto de vista considero que subsidiar estos productos es permitir que millones de niños y jóvenes puedan acceder a los insumos necesarios para estudiar de forma adecuada, sabiendo además que esta sería otra forma de potenciar la reactivación económica de los hogares, puesto que, una parte del dinero que originalmente destinarían las familias para comprar útiles escolares, podría ser usada para suplir otras necesidades básicas del hogar.
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