Así como Hugo Chávez en su momento deliró con la idea de ser la reencarnación de Simón Bolívar, lo que lo llevó a absurdos actos de devoción y rituales esotéricos como la exhumación de los restos del Libertador en julio de 2010, Petro no deja de fantasear con la idea de ser un líder regional, un adalid de la democracia y de la lucha contra la extinción de la especie humana a causa de la acumulación de riquezas; por lo que aprovecha cualquier oportunidad para hacerse notar en ese supuesto rol. Por supuesto, su reciente visita a los Estados Unidos no podía ser la excepción.
En su encuentro con el Presidente Biden, en los pocos minutos que realmente duró, Petro pareció más el canciller de Maduro que el presidente de los colombianos; contrario a exponer las necesidades de cooperación recíproca frente a problemáticas como la reducción de cultivos ilícitos, la lucha contra las economías ilegales que fortalecen a las estructuras criminales, la diversificación del portafolio de bienes y servicios que intercambian ambos países, así como la lucha contra la pobreza, para tan solo citar las más apremiantes, Petro abogó en buena parte de su discurso por el levantamiento de las sanciones al régimen venezolano.
Valga aclarar que, en cuanto a la lucha contra el narcotráfico, su pedido de más apoyo para el fortalecimiento de las capacidades nacionales de interdicción, no es más que un distractor de su decisión de no hacer absolutamente nada para reducir las áreas de cultivos ilícitos que cada día se extienden más en perjuicio de nuestros bosques y fuentes hídricas. De acuerdo con información suministrada por el Ministerio de Defensa, en respuesta a derecho de petición que le elevamos con insistencia, entre enero y marzo de 2023 se han erradicado manualmente 2.765 hectáreas de cultivos ilícitos, lo que permite proyectar un total aproximado que no supera las 10.000 hectáreas al término del presente año; cifra ridículamente baja, en comparación con las 68.893 hectáreas erradicadas en 2022, las 103.257 en 2021 o las 94.606 en 2020 (en plena pandemia). Según la misma fuente, en municipios de mayor concentración histórica de cultivos ilícitos como el Tarra y el Carmen en Norte de Santander, no se ha erradicado ni una sola hoja de coca desde septiembre de 2022, y en Tibú, desde enero de este año. En todo caso, las cifras de incautación de drogas ilícitas y de insumos para su producción y procesamiento no presentan el crecimiento exponencial, como lo afirman el ministro Velásquez y la bancada petrista en el Congreso.
Todo indica que el reporte de cultivos ilícitos de este año va a ser escandaloso; tanto o más que el sórdido pedido de Petro a Biden para que le gane a Trump en las próximas elecciones presidenciales.
Y hablando de intromisiones en asuntos que no le corresponden, Petro volvió a reivindicar al golpista peruano Pedro Castillo; esta vez, en su intervención en la sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA, del 19 de abril, donde afirmó “¿pero no miramos Perú, entonces? ¿No hay allí un presidente preso sin sentencia judicial, sin sus derechos políticos, es decir, en contravía de la Carta Democrática?”. Esto provocó que el representante del país vecino ante la OEA, Gustavo Adrianzén, abandonara inmediatamente la sesión y la consecuente protesta de su Gobierno.
En el mismo escenario, el Petrocanciller insistió en que la OEA y el Sistema Interamericano de Derechos Humanos reintegren al régimen venezolano, cuando fue éste mismo el que lo abandonó en 2013, para escapar del escrutinio internacional a sus políticas y prácticas antidemocráticas y criminales, por las que la Fiscalía de la Corte Penal Internacional le ha abierto investigación formal.
Así las cosas, muy atinada resultó la apreciación de la Congresista republicana María Elvira Salazar, con quien también se reunió Gustavo Petro en este periplo diplomático, al destacar que “…la realidad es que él no contesta, Petro divaga y eso es exactamente lo que los socialistas hacen: confundirte, que el tiempo pase…para al final no darte ningún tipo de respuesta clara y contundente.”
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