“No hay muy buenas razones para caer en esta lógica extorsiva. Como mucho aplacar a corto plazo una serie de problemas sociales que se van a ir agravando con el tiempo”.
Hace poco recibí un video en el que María Fernanda Cabal se despachaba en contra del presidente Petro. Aseguraba que vendría una recesión, que el desempleo aumentaría en un punto y medio, que subiría el precio del dólar y que “cada anuncio desde el balcón es una tragedia para la confianza inversionista” nacional y extranjera. Señalaba que debido a todo esto y gracias a la “receta socialista”, los pobres no tendrían qué comer y remataba con la irónica y torpe declaración: “¿A ver de qué van a vivir?, a ver si van a comer cambio climático”. Habría varias cosas que decir sobre las declaraciones de Cabal.
Es necesario buscar las fuentes de los datos que lanza con tanta seguridad. Al menos para febrero de este año, el desempleo, por ejemplo, se había reducido en un punto en comparación con el año anterior. Es posible que esta reducción no sea gracias a Petro, pero, de todas maneras, las cifras actuales no parecen concordar con lo que ella anuncia. Puede que ella tenga información de expertos o datos que la mayoría de nosotros carecemos, bien porque no son públicos o por falta de experticia en el área, de todos modos, valdría la pena verificar.
También debemos revisar la relación causa-efecto entre Petro y la recesión o la falta de inversión extranjera. Muchos de los críticos del presidente le ven más poder del que tiene, casi al límite del pensamiento mágico, donde un solo anuncio del balcón es una tragedia, capaz de destruir la economía colombiana, donde una palabra desmorona el trabajo de grandes empresarios y políticos capitalistas durante décadas. La verdad es que el presidente tiene poco campo de acción. Cuando llegó al poder, empezó a hacer alianzas con políticos y empresarios tradicionales. Recibe constantes críticas de su propio equipo de trabajo y de sus ministros. Todo lo anterior lo lleva a hacer concesiones, tal vez como ningún otro presidente del país haya estado dispuesto a hacer, y merma su capacidad real de generar un cambio.
La mayoría de los medios de comunicación son una herramienta de propaganda anti-petrista. De hecho, la persona que me envió el video de Cabal nunca había estado interesada en temas políticos hasta ahora que la veo gritando al televisor o al celular cada vez que sale un anuncio del presidente.
No es que un presidente no pueda ser criticado o que no deba haber un equilibrio de poder que le impida hacer lo que le plazca. El caso de Petro es una paradoja ya que es el más restringido, pero al que más poder se le atribuye.
Al momento, ninguna de sus grandes reformas (salud, pensiones, laboral, agraria) se han aprobado o están en ejecución. Lo mismo sucedió durante su alcaldía, donde tenía propuestas de cambio progresistas, pero se enfrentó a los obstáculos en el Concejo, a un retardatario en la Procuraduría, a casi toda la prensa nacional e incluso a la Corte Constitucional o al Congreso. Todo esto para que al final puedan decir que Petro no sabe ejecutar, que improvisa o que es dictatorial.
En cambio, se puede explicar la recesión, la inflación o una reducción de la inversión extranjera a dinámicas globales. Basta ver la situación actual en Estados Unidos para saber que el mal tiempo económico no es exclusivo ni de Colombia ni por culpa de Petro o de la izquierda. Esto no le quita responsabilidad al presidente, pero nos brinda un entendimiento más completo de la situación. Cualquiera que diga que Colombia está como está gracias a nueve meses de “receta socialista” está siendo bastante simplista y le está asignando poderes paranormales a Petro.
En fin, asumamos que Cabal tiene toda la razón. Se nos viene una tragedia apocalíptica por culpa de las políticas de izquierda de Gustavo Petro. Específicamente, políticas de izquierda contra el cambio climático, como parece señalar su lapidaria frase final. Incluso así, la lógica que subyace en este argumento es un pensamiento extorsivo, como el ladrón que amenaza y nos hace elegir entre la plata o la vida.
Cualquier persona con dos dedos de frente y más o menos informada sabe que el cambio climático es un problema real y que particularmente Colombia es uno de los países que más riesgos enfrenta debido al mismo. Parecería entonces que tomar acciones para frenarlo es urgente y debe ser prioridad de cualquier gobierno. Sin embargo, llega la inversión privada nacional y extranjera y ve que dichas políticas van a afectar sus ganancias y simplemente se retiran. Es un juego amañado en el que el beneficio de unos cuantos empresarios particulares pone en riesgo el medio ambiente con todo lo que esto implica, pero como ellos tienen el poder de destruir la propia economía, debemos seguir sus reglas. Es una actitud mafiosa en la que te amenazan con seguir sus órdenes, que a largo plazo van a ser perjudiciales, o te quiebran de una vez. Accedemos ciegamente a la extorsión de la inversión privada porque nos van a dejar sin trabajo y luego sin comida.
Es como si un esclavista del siglo XIX dijera que le encantaría liberar a los esclavos de su plantación de algodón, pero que esto incrementaría los precios de la ropa y que la gente pobre no tendría cómo vestirse o qué él es quien garantiza que los esclavos tengan comida, techo y vestimenta que si los libera sería una tragedia. No me sorprendería saber que un argumento similar haya sido utilizado por las compañías de celulares actuales, quienes tienen mano de obra prácticamente esclava en todo el proceso de manufactura. Podríamos darles mejores condiciones laborales y de vida pero eso incrementaría los precios de los celulares y entonces los pobres no podrían acceder a ellos, ¿te imaginas la vida sin tu celular?, una tragedia. Que nadie piense que la diferencia podría ser cubierta reduciendo los beneficios multimillonarios de los dueños de las empresas es tema para otro día.
En vez de pensar que esa situación es intolerable, que esas dinámicas de poder tan asimétricas son injustas y que deben ser modificadas, se piensa que es una ley natural que debemos obedecer y aceptar las reglas de su juego. Deberíamos primero pensar que la relación entre empleo y empresa privada no siempre es tan clara. Colombia es el segundo país de la OCDE con menor empleo público, hay espacio para que el Estado crezca y ofrezca oportunidades laborales, podría crecer un diez por ciento solo para llegar al promedio de dicha organización. Esto no es necesariamente una política de izquierda, al menos que se crea que países como Francia, Finlandia y España son radicales comunistas. Además, los empleados directos del Estado suelen tener mejores condiciones laborales que sus homólogos en el sector privado. Esto no quiere decir que se pueda prescindir de la inversión privada, sino que debe haber espacio para negociar.
No hay muy buenas razones para caer en esta lógica extorsiva. Como mucho aplacar a corto plazo una serie de problemas sociales que se van a ir agravando con el tiempo. Incluso desde el punto de vista capitalista, al menos moderado, caer en esta extorsión que propone Cabal sería un error. La gente moderada de derecha suele pensar que el cambio climático se va a solucionar gracias al desarrollo tecnológico auspiciado por el emprendimiento y la innovación privada. En este sentido, que un gobierno genere políticas económicas que beneficien a las empresas que van en esta dirección y que prefiera la inversión privada de dichas empresas es apenas natural.
Finalmente, si eres un radical que cree que toda intervención gubernamental es perjudicial, que la sola existencia del estado es dañina y que las lógicas de mercado son la solución a cualquier problema, pues este debate es inocuo ya que no se trata de las políticas de Petro sino el ejercicio de la política misma. Y como ya lo dije Petro sería el presidente más restringido en sus acciones, así que sería el menor de los males posible, así ideológicamente se encuentre en el extremo contrario a los ideales capitalistas.
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