El lenguaje empleado y el programa de política económica adoptado e impulsado por Maximilian Krah, quien acaba de ser elegido candidato principal para las elecciones europeas por el partido de derecha, AfD de Alemania, tienen mucho en común con los de la izquierda política.
Según las últimas encuestas, el apoyo al partido de derecha AfD sigue creciendo. La AfD (Alternativa para Alemania) es ahora el segundo partido más fuerte de Alemania, con una posible participación de entre el 18 % y el 22 % de los votos, y ha logrado consolidar su posición como el partido más fuerte en muchos de los Estados del este de mi país natal. En el Congreso de su partido (a nivel europeo), la AfD eligió a Maximilian Krah, miembro del Parlamento Europeo, como su principal candidato para las elecciones europeas del próximo año.
Krah publicó recientemente un “manifiesto” –Políticas de la derecha (Politik von rechts: Ein Manifest, Verlag Antoaios: Schnellroda, 2023)– en el que expuso sus objetivos políticos, incluyendo el aspecto económico. El libro es revelador porque el manifiesto oficial de la AfD se adoptó en la primavera de 2016, cuando el ala promercado del partido era mucho más fuerte de lo que es hoy. Es posible que lo que escribe Krah refleje mucho mejor el pensamiento dominante actual dentro de la AfD, en contraste con el programa de políticas públicas del partido de hace siete años.
Al igual que los políticos de todos los partidos en Alemania –hasta el ala izquierdista del SPD y de Die Linke–, Krah también hace una llamativa apuesta por la propiedad privada y la economía de libre mercado. Pero más importante que estas llamativas propuestas, son sus limitaciones. “La política de la derecha, que se construye en torno al arraigo del ser humano, una vida centrada en el ego, con la identidad como concepto fundamental, está siempre en tensión con el mercado”, dice Krah, principal candidato de la AfD. Para este, el mercado no muestra “consideración por la tradición, la naturaleza o la identidad” y no tiene “dignidad humana”; esa, según Krah, es la razón por la cual todos los partidos de derecha deberían oponerse resueltamente al “radicalismo de mercado”.
“Radicalismo de mercado” es un término que igualmente les gusta mucho a cualquier militante abiertamente anticapitalista y de izquierda. Y al igual que dicho espectro político-ideológico, Krah enfatiza “la primacía de los intereses políticos” sobre el mercado. Su “manifiesto” está salpicado de términos típicamente asociados con el anticapitalismo y el anti-consumismo; por ejemplo, cuando ataca la “basura y la inmundicia de nuestra sociedad desechable”. Krah es generalmente escéptico sobre los beneficios de la prosperidad de la economía liberal occidental, porque esta prosperidad, de acuerdo con su criterio, ha marginado a los de la derecha del espectro político.
Por supuesto, Krah busca un espacio para criticar la “venta de casi todas las corporaciones más grandes de Alemania” a los “buitres capitalistas de Blackrock, Inc.” de los EE. UU., haciéndose eco de las recientes andanadas del líder de la CDU, Friedrich Merz. Krah es igualmente escéptico en lo que respecta a la globalización, porque, en su opinión, va “de la mano del liberalismo extremo”.
Sus puntos de vista sobre el libre mercado son similares. Aunque declara su compromiso con el libre comercio, continúa inmediatamente con una larga lista de advertencias. “Las restricciones comerciales son necesarias”, dice, porque “los productos llevan mensajes políticos y culturales”. Como ejemplo, Krah cita a Coca-Cola, que representa el “estilo de vida estadounidense” y, por lo tanto, promueve la “transformación cultural”.
Las plataformas nacionales y regionales, argumenta Krah, deberían ocupar el lugar de marcas globales como Google. Y la derecha política, propone, tampoco debería rehuir oponerse a la “migración de élite” –es decir, miembros de la junta directiva de empresas que no son de ascendencia alemana–. ¿Vodka ruso en lugar de Coca-Cola y prohibición del trabajo para gerentes sin pasaporte alemán?
Krah también pone su mirada en el “capitalismo plutocrático”. A su juicio, es necesario atajar el flagelo de los superricos, sobre todo cuando la acumulación de riqueza –como ha ocurrido con los pioneros de internet– se ha producido en una sola generación; los objetivos de estos superricos son “en su mayoría opacos y, en última instancia, siniestros”, explica. Asimismo, es malo cuando las empresas se esfuerzan por ganar “potencialmente a todo el mundo como cliente”; en este punto, agradece que “la economía de derecha, sin embargo, se basa en la idea de que los Estados tienen economías, y no que una economía global tiene Estados como meras subsidiarias”.
La mayoría de las afirmaciones de Krah, probablemente, también atraerían el apoyo de los izquierdistas, las cuales en algunos aspectos no son inusuales, sino expresiones del consenso anticapitalista que se ha desarrollado en Alemania hoy día. La única razón por la que son notables, es porque los opositores de izquierda continúan criticando a la AfD por su “radicalismo de mercado” y por su “liberalismo económico”, a pesar de que ha abandonado gradualmente estas posiciones previas de política económica.
Puede ser que todavía haya algunos partidarios aislados del libre mercado en la AfD, no obstante, la elección de Maximilian Krah es una prueba más de que ahora ha prevalecido una posición diferente. Esto le ha dado un impulso a la AfD en las últimas elecciones, especialmente en el este de Alemania, donde el anticapitalismo se encuentra aún más extendido que en el oeste. Del mismo modo, ha logrado ganarse a sectores del electorado de Die Linke y el SPD.
Por cierto, el prólogo del libro fue escrito por el Fundador y Presidente honorario de la AfD, Alexander Gauland: “El hecho de que algunas de sus ideas se hagan eco de Sahra Wagenknecht (una ex figura destacada del partido Die Linke)”, elogia Gauland, “es lo que hace toda la cosa aún más emocionante… Maximilian Krah y Sahra Wagenknecht están unidos por el conservadurismo social”.
Vemos la misma tendencia en Europa: el anticapitalismo no solo se intensifica en la izquierda, sino que también aumenta en la derecha. La derecha radical en muchos países europeos –Francia, por ejemplo– ha adoptado políticas económicas tradicionalmente de izquierda.
La versión original de este artículo apareció por primera vez en el medio independiente REACTION (Reino Unido), y la que le siguió en nuestro medio aliado El Bastión.
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