El país de las filas

Poder como ejercicio de dominación en comunidades dormitadas, temerosas y subordinadas.

Es contradictorio pensar que hacer fila es un acto de democratización, la fila trasciende la imagen de varias personas en espera, que muestra quizá un acto de igualdad en la que todas están para acceder a un servicio o producto en las mismas condiciones. Pero es la fila el mejor ejemplo para hacer la analogía con el poder y como acceder a él.

¿Por qué no todos hacen fila?, ¿Quienes hacen la fila?, ¿Que evoca la fila?, ¿Quien dirige la fila?, ¿Cómo se accede a la fila?

Esa acción de esperar detrás de varias personas, no es un acto meramente organizativo, tiene un lenguaje de doblegación, dominación, e inmersión en los sistemas de poder. Se programa el servicio a las masas con tiempos limitados, guiones envolventes y subliminales. La impaciencia, rabia, desconsuelo, abuso entre muchas otras sensaciones vivimos día a día los “ciudadanos”, en espera de la atención y el servicio solicitado, podríamos hablar de un tipo de dominación legítima, inmersa en el discurso de la igualdad y la democracia.

Es clara la teoría Weberiana al integrar la dominación como estrategia de poder, “La dominación crea disciplina, obediencia por parte de las personas sin resistencia ni críticas” y así Weber explica también que el poder y la dominación no solo tienen fines económicos, sino de generación de egocentrismos a partir del honor, reconocimiento y autoridad. Hacernos sentir parte de la masa y la responsabilidad del cumplimiento de las reglas es el poder que se adquiere en el momento que se gobiernan las personas, el poder de la administración, de manipular las actividades de la sociedad, es un acto de coartación de las libertades.

No hay una sola fuente de dominación, enfilarnos implica comportarnos de determinada manera, permitir la vigilancia y la protección. Dice Tilly que los hacedores de gobiernos ofrecen protección frente a la violencia local y externa, señalan de anarquistas y subversivos a los que se quejan, así los gobiernos se diferencian de otras organizaciones por su tendencia a monopolizar las formas de violencia. La fila se sumerge en el poder coercitivo, control por las fuerzas en el enfoque militar, donde en línea recta los soldados se organizan esperando mando de ataque; la fila se convierte en el símbolo de la espera de órdenes predeterminadas ante la voluntad de quien dirige.

¿Podríamos hablar que la fila es un abuso del poder?

Hacer parte de la fila también es un juego del poder ideológico de dominación, grandes ideales, y discursos han uniformado poblaciones enteras, tal como lo describe la película “la Ola” donde habla de la concepción absolutista del poder o autocracia del caso de la Alemania Nazi. Y así múltiples ejemplos desde religiosos hasta políticos, que en muchos de los casos ejercen dominación a través del uso de la fuerza, como “los señores de la guerra” en África y la ex –Yugoslavia o la cercana “Ciudad de Dios”. Igualmente algunos hechos del socialismo, donde la militancia de izquierda se traspasa a la democracia de las mafias.

La estrategia de dominación para enfilarnos, proviene además, del mamismo, borreguismo, facilismo, propio de la cultura de la mafia del narco, la cual desliga el futuro, regulando la sociedad, mostrando legitimidad, accediendo a los mercados y cambiando valores culturales, como la cultura del dinero fácil. El narcotráfico es un negocio de producción de poder; esa cómoda lógica, se ejerce sobre las decisiones de riqueza, propiedad y redistribución material, como poder económico.

Hacer fila en la guerrilla, la mafiya, las bacrim, el ejército, el culto religioso, la E.P.S, el banco y hasta para comprar el iPhone 6, explica que enfilarnos proviene de la dominación de algún tipo de poder, bien sea, burocrático, coercitivo, ideológico o económico; esa relación de dominación genera prototipos de autoridad, en el juego del capitalismo racional e irracional.

Por lo anterior, la resistencia popular es fundamental para recordar que el ejercicio de poder es una construcción social, que abre las puertas a la libertad. James C. Scott, dice que la desobediencia constituyó el comienzo de la historia humana, la obediencia podría provocar el fin de la historia humana.

¡Rompamos filas!

Diana Patricia Salinas Arango

Profesional en Planeación y Desarrollo Social, Mágister en Gobierno y Políticas Públicas. Docente Universitaria. Asesora en asuntos sociales y de políticas públicas. Investigadora social y en intervención de planes, programas y proyectos sociales. Artista, amante de la naturaleza, promotora de la bicicleta, lectora, danzarina y viajera. Profesora de yoga para niñ@s y yoga literario. Convencida de la paz y de sociedades más justas.