Duque y el poder de la oratoria

Hace años la propaganda política era usada para reclutar gente a la guerra, ahora es usada para que un candidato llegue al poder.

¿Notaron todos que cada vez que Iván Duque respondía sus preguntas en el debate de Teleantioquia, miraba fijamente a la cámara? ¿Notaron también que el movimiento de las manos nunca subió por encima de su cabeza y que llevaba un traje casual que contrastaba con el fondo del escenario? También vi en redes que hasta algunos detallaron cambios en el color del pelo y el maquillaje.

Todo esto no es cosa de pretender ser un actor en televisión. Duque la tiene clarísima: preparó tanto su exposición que no titubeó ni un segundo en sus intervenciones, lo que, junto con su imagen y su oratoria, lo llevó a seguir punteando en las encuestas. Algunos podrán considerar que sus respuestas conservadoras, sofisticadas y poco concretas hacia las preguntas que le hacían denotaba su inexperiencia -análisis que de cierta medida comparto por su inexperiencia en la rama ejecutiva-; sin embargo, a pesar de no tener mucha claridad en sus propuestas desde un punto de vista puramente objetivo, lo cierto es que Duque logró apuntarle al blanco necesario para seguir liderando la intención de voto: su oratoria.

 

La oratoria permite que el público se enfoque más en el sentimiento que genera el candidato con su lenguaje, que a lo que realmente está diciendo.

Tal y como quiso Sócrates, ya quisiera yo que algún día la decisión de quien nos gobernará fuese tomada de forma objetiva y racional, pero lo cierto es que nuestras decisiones políticas están mayoritariamente marcadas por el sentimiento que nos inspira el candidato a través de su imagen y su lenguaje, no sus ideas. Quisiera poder negar esta verdad tan tosca y distópica, pero dicha lógica ha sido empleada por más candidatos en la historia para llegar a donde están de los que ustedes pueden imaginar, e incluso esto es más recurrente en sus vidas de lo que creen: hasta para tomar la decisión de qué comprar en el supermercado, hay muchas claves de neuromarketing que hay detrás de ello.

Y no es para nada una afirmación en saco roto: desde hace ya más de 50 años se pensó en la neurociencia que el cerebro estaba compuesto por tres tipos, que relacionados, definían las decisiones: uno racional, otro emocional y otro instintivo. A pesar de que en la actualidad la teoría del cerebro triúnico está descartada pues se sabe que el cerebro no es la evolución de tres órganos diferentes, sí se sabe con certeza que las decisiones tomadas por el cerebro tienen un alto rango de sentimiento e instinto, algo que por ejemplo ha sido aprovechado por los vendedores para obtener éxito en sus productos y, como pasó con Duque, ha sido usado también por los políticos.

La idea de apelar al sentimiento es no basarse en las características objetivas de lo que el sujeto está diciendo sino de una idea asociada a lo que el sujeto está diciendo, un arquetipo. En nuestro caso, revisando las intervenciones de Duque una y otra vez, se puede ver con claridad que él se dirige siempre a “los colombianos” o a “ustedes” con el dedo usando palabras claves que resuenan en la mente como “reducir impuestos”, “aumentar productividad”, “mejorar empleo”, “ecosistema”, “derechos”, “buena salud”, “cero impunidad” y otros. ¿Qué idea transmite? Su arquetipo es el de ser un integrador, innovador, dialogante directo y joven preparado -a pesar del problema con los “estudios ejecutivos” de Harvard-. Ahora, distinto es a que en realidad Duque no sea un integrador de conocimiento, un renovador de política y un joven con estudios y preparación suficiente, pero al menos eso es lo que le transmite a las personas a través de su oratoria. ¿Cuál sería su diferencia de otros candidatos que también usan esas palabras? Una de dos, o el arquetipo que ellos inspiran no convence con sus palabras, o no saben expresarse bien: pueden estar enredados en el lenguaje técnico que usan o la gente puede ver en ellos un arquetipo diferente al que son (como Vargas Lleras que mucha gente lo ve como un corrupto tradicional en vez de un señor experimentado, a pesar de no haber pruebas directas de ello).

El caso más reconocido del poder de la oratoria y el Neuromarketing fue el debate entre John F. Kennedy y Richard Nixon, el primer debate presidencial televisado en la historia de Estados Unidos.

Esto no es lo único. El movimiento sutil de sus manos para no elevarlos más allá de su cara (a diferencia de como hicieron otros candidatos), la explicación por puntos (comparado con la poca claridad de exposición de algunos), el uso de palabras claves, las expresiones faciales usadas, la mirada directa a la cámara, el señalar en la pantalla al televidente, la preparación meticulosa de cada respuesta y el evidente uso de maquillaje y otros accesorios demuestra que Duque sabe cómo quedarse en la mente de la gente. De hecho, un análisis muy interesante que realizó la Revista Semana acerca de cómo se manejaron las tendencias en redes sociales durante el debate según Google Trends, apunta a que Duque alcanzó en varias ocasiones el 100% de búsquedas en Google, especialmente sobre su hoja de vida, seguido por Petro. Llama también la atención cómo parte de la opinión pública consideró al ganador del debate a Duque, según su “claridad para exponer”, su “capacidad para integrar conocimiento” y su “diálogo directo con el pueblo”, independientemente de otros que analizando sus propuestas lo consideraron como el más retórico.

Personalmente yo creo que Duque se rajó en propuestas en el debate. Hay unas interesantes, pero son imperdonables sus ideas conservadoras y ortodoxas para un siglo XXI de liberalismo puro y renovación en el cual hasta en Estados Unidos ya se avanzó -como con el matrimonio de parejas del mismo sexo-. Y por supuesto, dichos problemas sumados a su tal vez inexperiencia para gobernar, le dieron a los que le buscan racionalidad a su decisión los motivos para creer que él no es el arquetipo que aparenta ser (innovador, joven preparado, dialogador directo e integrador). La gente puede darse cuenta del real arquetipo de Duque, y esto haría más adelante que su imagen baje por no ser capaz de mantener su faceta de joven con experiencia suficiente e innovador-renovador -como lo que sucedió hoy en la Universidad del Norte-.

Siempre busco darle racionalidad a mis decisiones y creo que sus respuestas no fueron muy claras, habiendo mucha retórica de por medio. Pero seamos francos: somos pocos en este país los que le damos una visión crítica a las elecciones, pues muchos apelan a los sentimientos que les genera el candidato para poder dar su voto. Y Duque, al mejor estilo de una telenovela, supo llegarle a la gente. Ya pasó con John F. Kennedy contra Richard Nixon, y puede que vuelva a suceder en Colombia. No olvidemos que estamos en un país en el cual las personas ven más novelas de televisión que leer libros de política.

 

Santiago Osorio Moreno

@SantiOsorioM | Soñador del desarrollo social de mi país y del mundo. Abogado EAFIT con énfasis en D.I. y DD.HH., Magíster en Políticas Públicas - Uniandes con énfasis en política social. Exasesor en el Congreso de la República. Fundador y Director de la ONG Convicción para el impulso de proyectos a comunidades. Consultor de entidades públicas para el mejoramiento de sus estrategias y programas. Analista y activista político.