Hace unos días, por fin, el «gobierno del cambio» se sentó a escuchar a algunos artistas que han visto un profundo abandono en su sector, la cultura. Prueba irrefutable de este abandono es que desde la salida de la ministra Ariza hace más de 3 meses, tenemos un ministro encargado de toda la confianza del presidente, pero de poca ejecución a favor del sector.
La cultura ha sido de tradicional abandono y pocos recursos. Esto ha repercutido negativamente en las condiciones laborales y el bienestar general de los que viven del y por el arte. Es de aquí de dónde surge la gran esperanza de los artistas por las políticas del gobierno del presidente Petro. Incluso, buena parte del sector lo acompañó muy activamente en su campaña. Por eso, la decepción es entendible.
Lo que no me he podido explicar es como el presidente Petro, tan culto como es, se le está olvidando el papel de la cultura en la transformación social. Es increíble que el presidente ignore que la cultura debe ser clave en la consecución de un nuevo país. Sin ella es imposible construir nuevos imaginarios que vienen de series y películas, de música y pintura, de novelas, cuentos y poemas, no sólo de planes de gobierno y políticas innovadoras.
El presidente Petro, que cita a Hegel, cual académico alemán, habla de tú a tú con Mariana Mazzucato, hace sus propias lecturas de Gaitán y acomoda pasajes y he inventa características a personajes históricos con gran fluidez, no puede desconocer el papel de la cultura y de los nuevos relatos en el país que busca construir.
Es ingenuo pretender que el cambio de políticas cambie los paradigmas de la sociedad colombiana. Esas creencias machistas y violentas que determinan las acciones de la mayoría de los ciudadanos no desaparecen con planes gubernamentales bienintencionados. Por ejemplo, el gobierno puede incentivar la creación de nuevos empleos y la apertura de empresas innovadoras, pero si a la par no promueve la importancia del trabajo duro y honrado y el desprecio por el dinero facial, va a fracasar cualquier política. Es una alianza con el sector cultural, y no el de presión con el que hasta ahora se relacionan, lo que abre la posibilidad de hacer un cambio de paradigma de este tipo.
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