“Las tribus apelan mucho más a un discurso emocional anclado a características identitarias que van desde aspectos estéticos hasta estilos de vida”
Las elecciones se juegan cada vez menos entre partidos políticos y más entre personajes políticos y tribus sociales. Este es, sin duda, el futuro irremediable del escenario del poder global y que, para bien o para mal, ya empieza a ser una realidad en Colombia.
¿Pero qué es eso del tribalismo y qué tiene que ver con la iniciativa del #Pacto histórico? El tribalismo es una fase complementaria de lo que podríamos llamar una personalización del espectro público. Para nadie es un secreto que los partidos políticos están desacreditados y los ciudadanos no tienen ni confianza ni representatividad en ellos. Ante ese vacío, un nuevo tipo de político empezó a disputarse los puestos de poder con un discurso de “autenticidad en primera persona”; se los ve muy activo en redes sociales, contando historias sobre su vida y de cómo eso los motivó a lanzarse al mundo político, casi siempre, denotando que antes que ser un político de antaño, es más bien un ciudadano haciendo política, o sea un “outsider”.
Sin embargo, el personaje político por sí mismo no es suficiente ante las nuevas realidades sociológicas que surgen a partir de la digitalización de la vida, es necesario que ese “outsider” pertenezca a una comunidad, a un segmento bien diferenciado de otros segmentos, es decir, que pertenezca a una tribu.
Las tribus políticas no funcionan igual que los partidos y cambian sustancialmente la deliberación pública; la lucha de partidos se podría entender como orillas ideológicas disputándose la comprensión y la transformación de una agenda sobre el bien común, mientras que la lucha de tribus, es más bien una carrera de reivindicaciones de intereses sectoriales, teniendo por supuesto que el bien común solo es una realización del bien particular de acuerdo con las exigencias históricas de cada segmento social.
De este modo, las tribus apelan mucho más a un discurso emocional anclado a características identitarias que van desde aspectos estéticos hasta estilos de vida, o sea, no es que puedan dejar colgada su postura política después de salir de la asamblea de militantes, como pasaba en los partidos políticos, por el contrario, hay una politización de los espacios de la vida privada que influyen en sus comportamientos de consumo, ocio, familia, relacionamiento en redes sociales, entre otros.
El pacto histórico, que es una iniciativa de los sectores de la izquierda para realizar una consulta abierta para las próximas elecciones legislativas y presidenciales de 2022, puede llegar a ser un precedente en la tribalización de la política nacional. Si bien es cierto que esta consulta abierta está liderada por partidos políticos con una trayectoria importante, tampoco se puede desconocer que el núcleo de su propuesta es visibilizar los movimientos sociales emergentes como lo son el feminismo, el ambientalismo, el animalismo, colectividades juveniles y campesinas, entre otros.
En esta línea, hasta el momento se ha comunicado que su principal objetivo es conseguir que 55 escaños del senado y 86 de la cámara, sean ocupados por representantes de estos movimientos sociales, lo cual, pone en evidencia una estrategia que pretende, por un lado, consolidar una plataforma electoral que se solidifica en redes de líderes, comunidades y movimientos alternativos que se adscriben a estas tribus sociales, y por el otro, captar un botín importante de voto de opinión, sobre todo de los segmentos más jóvenes del país, quienes de algún modo, son quienes están más emparentados con las ideologías, estéticas y estilos de vida de las tribus.
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