“Pablo Guerrero mira como un animal paciente que caza la imagen en el indomable gesto que pasa desapercibido en la corriente de lo cotidiano.”
Si hay ciertos animales que ven en blanco y negro, entre ellos está el fotógrafo colombiano Pablo Guerrero. Así lo prueba la edición de una pequeña parte del Fondo Fotográfico que lleva su nombre en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín. Se trata de La mirada al viento (diciembre, 2021), un libro que reúne en doce capítulos temáticos las imágenes capturadas por el artista y que, en un prólogo de Nicolás Naranjo Boza, alcanzamos a comprender el sentido de su construcción.
Con motivo de la presentación de su libro, Pablo Guerrero respondió a la pregunta del por qué editar las imágenes en blanco y negro del archivo, su respuesta lúcida de tan sencilla, expuso la importancia que él le daba a la proyección de una mirada biológicamente diferente; los humanos miran con colores y el fotógrafo puede resisterse a ello. Sin denostar el valor de la fotografía a color, en la que también tiene un archivo considerable, el autor se refirió a la mirada que busca deliberadamente escapar de las referencias convencionales de la fotografía. No porque sea irrelevante, sino porque hay imágenes que confrontan al fotógrafo con gestos potentes que no pueden competir con la descomposición de la luz en colores. La potencia de estos gestos solo puede ser evidente en el contraste del claroscuro de la fotografía en blanco y negro. Pues, el fotógrafo logra iluminar esa mueca, ese gesto, esa pose, ese ángulo que le da sentido a la imagen que se sostiene en la sombra.
Un ejemplo de ello podemos verlo en el capítulo XI “El canto a los oficios”; el gesto en el rostro de la mujer costurera en su labor es posible con una iluminación casi teatral, ella queda expuesta en el umbral que define el trabajo de todo artesano, incluyendo al fotógrafo, esto es, el trabajo minucioso que se forja entre la luz y la oscuridad del tiempo. Del mismo modo en el capítulo III dedicado al contexto religioso, hay una fotografía que se titula “La espera”. En ella se concentra una imagen potente. En la entrada de lo que parece ser una iglesia, hay tres niños y un hombre de pie bajo el gran umbral de puertas abiertas, miran hacia afuera cundiéndose de la luz que entra para atenuar la oscuridad del interior.
Las fotografías en blanco y negro de Pablo Guerrero son artísticas porque detrás del obturador hay un hombre que piensa. Capaz de establecer relaciones entre las luces, los rostros, los espacios y los contextos. El autor crea una constelación de sentido que deja en evidencia el funcionamiento del mundo. El libro que las recoge tiene una edición impecable con un concepto preciso, en palabras de Nicolas Naranjo Boza: “No podemos convertir un libro de homenaje en un curso de fotografía, aquí solo mostramos el resultado alcanzado en diversos casos. Sus técnicas más utilizadas han sido la fotografía en blanco y negro , y la fotografía en color, sobre papel y transparencias.” (p.13)
En las fotografías de La mirada al viento, Pablo Guerrero mira como un animal paciente que caza la imagen en el indomable gesto que pasa desapercibido en la corriente de lo cotidiano. Con su cámara fotográfica Pablo Guerrero ha demostrado que un fotógrafo tiene dos enfrentamientos fundamentales: con la técnica y con la imagen, sobre todo si consideramos su propio testimonio cuando, en una mezcla de sentencia y orgullo, dice: «Jamás retoqué una foto». La trayectoria, los reconocimientos y el archivo de este fotógrafo nos exige como espectadores atender el tratamiento de la luz para sentir pensando: la victoria o la derrota del revelado.
Todas las columnas de la autora en este enlace: https://alponiente.com/author/xeniaguerra/
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