La pandemia de covid-19 crece exponencialmente. Según el mapa del Centro de Ciencia e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins, ya van más de 490.000 casos confirmados y 22.000 muertes en 175 países. Sin embargo, a pesar de esta expansión global, la tasa de letalidad del virus no es la misma en cada país. La situación en Italia es particularmente preocupante. El jueves 19 de marzo superó a China en número de muertos.
Elisa Malacalza, periodista de un periódico de Piacenza, en la región de Emilia-Romaña, una de las más afectadas por el covid-19, contó en un programa de la cadena italiana RAI que ni siquiera en los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial en esa región había habido tantos muertos en un solo día. ¿Por qué en este país la tasa de letalidad del virus es tan alta? Existen muchos factores. Algunos de ellos son: la edad media es más alta con respecto a la de otros países (casi la cuarta parte de la población tiene más de 65 años); los test solo los hacen a quienes desarrollan los síntomas del virus, por lo tanto, hay un subregistro de casos; hay mayor interacción intergeneracional, es decir, muchos jóvenes conviven todavía con sus padres o con sus abuelos; por último, hubo mucha desinformación con respecto al virus, algo que los especialistas llaman ‘infodemia’ o sobreabundancia de información falsa. Con respecto a esto último, el 24 de febrero, cuando se registraban tan solo 230 casos y 7 muertes, la doctora Maria Rita Gismondo, directora del laboratorio del hospital Luigi Sacco de Milán, afirmó: “Esta no es una pandemia, sino una gripe más seria”. Esto generó una serie de mensajes contradictorios entre las regiones y el Gobierno central. Es solo hasta el 8 de marzo que el primer ministro, Giuseppe Conte, decide “cerrar” la Lombardía y otras 14 provincias del norte de Italia. En efecto, unos días de retraso para tomar medidas drásticas pueden tener consecuencias catastróficas. Eso lo han entendido los países europeos.
Así, el caso italiano se volvió emblemático para que el mundo entero sepa qué evitar a toda costa si es que no se quiere que el sistema de salud colapse. Tomando como referencia Italia, la mayoría de países del mundo están buscando actuar rápidamente para evitar que aumente el número de contagiados. Al final, muchos terminan decretando cuarentenas totales.
El Gobierno colombiano, como en casi todos los asuntos, resolvió quedarse atrás. Al contrario de otros países como El Salvador, Argentina, Bolivia o Paraguay, el Gobierno colombiano decidió priorizar el mercado sobre la vida de los ciudadanos y decretar la cuarentena solo a partir del 25 de marzo, una medida correcta, pero tardía, así como la del cierre de las fronteras aéreas. Además, debido a su falta de iniciativa y débil liderazgo, Duque salió a desautorizar los legítimos esfuerzos de algunos alcaldes y gobernadores que pretendían contener el virus.
No nos equivoquemos, no es que los demás gobiernos no estén intentando salvar el sistema económico, lo están haciendo, pero algunos están contrariando los preceptos neoliberales que exigen recortes del Estado en materia social, como la salud pública. En Colombia, el Gobierno no está dispuesto a revisar sus dogmas, ni siquiera durante la pandemia más severa del último siglo. Muestra de ello son las medidas sociales y económicas propuestas por el Gobierno hasta ahora, pues no representan ningún alivio para la clase media ni para los sectores más pobres, que son los que más van a sufrir las consecuencias económicas de esta crisis. Veamos algunas de las propuestas: un giro adicional para los beneficiarios de los programas Familias en Acción, Jóvenes en Acción y Adulto Mayor; la reconexión del servicio de agua a los que estaban en mora, acompañada de la congelación de la tarifa; aceleramiento del esquema de devolución del IVA previsto para enero de 2021, y una medida de alivio financiero que lo único que hace es postergar el pago de créditos hipotecarios. En suma: simples migajas.
No es falta de comprensión de la crisis, ya que estamos viendo en tiempo real lo que les viene sucediendo a los países que no tomaron las medidas a tiempo y que van algunos días o semanas más adelante que nosotros, es simplemente no querer afectar a los grandes empresarios que llevaron a Duque al poder. Así, el gobierno de Iván Duque insiste en ensayar lo que ya el mundo sabe que es insuficiente. Demuestra el Presidente una vez más que es corto en materia de visión política. Tanto como para preferir la visión de los empresarios y del sector financiero, que pretenden no salir lesionados de la crisis.
En este confinamiento colectivo que se inicia, que se asemeja a una gran huelga de masas involuntaria, yace la posibilidad de revisar cómo hemos llegado hasta acá: ¿seguiremos en esta carrera incesante hacia nuestra propia extinción como especie o, al contrario, surgirán nuevas formas de relacionarnos con la naturaleza y entre nosotros mismos?
Post scriptum: después de entregar esta columna, el Gobierno emitió el Decreto 444 de 2020, por el cual se crea el Fondo de Mitigación de Emergencias (Fome). Según este decreto, dos de los recursos de este fondo provendrán de dos fondos regionales, el FAE y el Fonpet. El Gobierno, al día de hoy, no ha explicado aún cómo pretende apoyar a los sectores que se verán más afectados por la crisis.