Visto el resultado de la intentona golpista en Caracas y la violencia desplegada por la policía, debiera estar más preocupado Macron en Francia que Maduro en Venezuela. Pero claro, Macron reprime a los chalecos amarillos el primero de mayo para salvaguardar la civilización occidental, mientras que Maduro impide un golpe de Estado que convertiría a Venezuela en Siria porque es un dictador inaceptable. Entiendo que Tajani, el Presidente del Parlamento Europeo, apoye el golpe de Guaidó contra Maduro porque Forza Italia, su partido, es un confeso admirador de Mussolini. ¿Pero qué demonios hace el PSOE apoyando una acción militar violenta contra un gobierno salido de las urnas dirigida por un tipo que se autoproclama Presidente en una plaza?
Otra vez el pelele peligroso de Juan Guaidó, un joven educado por los Estados Unidos en el golpismo y formado en la insurrección en Ucrania, ha intentado una asonada a ver si un baño de sangre le permite a los enemigos de la democracia intentar entrar con los marines en territorio venezolano.
Con una decena de militares, una parte de ellos engañados, ha cortado una calle en el aeropuerto de la Carlota de Caracas. Se han llevado con ellos a Leopoldo López, que estaba en arresto domiciliario. Es decir, que las medidas humanitarias para suavizar su arresto condenado por golpista las ha usado para volver a intentar un golpe de Estado. Como si en España, el Teniente Coronel Tejero hubiera aprovechado su arresto domiciliario para volver a entrar en el Parlamento. Con la diferencia que Leopoldo López, además, como ocurre con tanta frecuencia con la derecha latinoamericana y con parte de la española- ha sido condenado por corrupción. Una joya criada en los manuales de desestabilización de los Estados Unidos. Y aquí presentándole como un héroe. Si fuera catalán, nadie dudaría que catalogarle como terrorista.
Porque por mucho menos en España han encarcelado a los políticos catalanes independentistas. Pero los que aquí quisieran meter cadena perpetua a los catalanes que pusieron las urnas el 1 de octubre, en Venezuela consideran que se puede pegar fuego a policías, reventar ambulatorios, bloquear la economía, pedir levantamientos militares o querer tomar un aeropuerto sin que eso tenga consuencias. Aquí por una huelga te aplicaban la ley mordaza o por una pelea de bar la ley antiterrorista, pero los golpistas venezolanos, que quieren regalar el petróleo a los Estados Unidos, deben de ser tratados como héroes. Cuando lo que son es mercenarios. Hace falta mala fe o mucha ignorancia para quitarle hierro a la voluntad golpista de López presentándolo como preso político al tiempo que se niega esa condición a los independentistas catalanes. Aquí usan la desobediencia civil. En Venezuela están llamando a un levantamiento armados y matan gente.
Cuando Chávez ganó las elecciones en 1998, se puso en marcha una corriente teórica en los Estados Unidos que decía que si las elecciones no las ganaban los amigos de los Estados Unidos, esas democracias eran iliberales. Los que defienden esa doctrina son los mismos que durante el siglo XX decían de dictadores como Somoza que eran unos hijos de puta, pero eran sus hijos de puta. Son los mismos que sostuvieron a Franco en el poder durante 40 años pese a haber fusilado a 200.000 españoles y haber apoyado y haberse apoyado en Hitler y Mussolini. Son los que apoyan el golpe contra Maduro. Y no se trata de que te guste más o menos lo que está pasando en Venezuela: se trata de desterrar la vía del golpe para solventar los problemas.
A los golpistas no les basta el bloqueo, no les basta intentar el aislamiento internacional, no les basta el robo del dinero del país. Quieren sangre. Para lavar que Chávez creo la UNASUR para unir a los latinoamericanos, sangre para lavar que Chávez dijo que América Latina no quería negociar el petróleo en dólares, sangre para lavar la afrenta de que Venezuela iniciara negociaciones económicas y comerciales con China y Rusia. Leopoldo López, bendecido por gente que tiene un concepto débil de la democracia, fue el que asaltó en 2012 la Embajada de Cuba cuando el golpe contra Chávez para sacar a la fuerza a los que se habían refugiado allí. Puede contar con que nadie del chavismo va a asaltar la Embajada de España en Venezuela donde ha pedido ayuda. Fue él mismo quien arengó durante las guarimbas -la lucha callejera- en 2012 a la gente para que saliera a tomar las calles como fuera. Murieron 43 personas y 800 fueron heridas.
Buena parte de los que apoyan desde España el golpe son los mismos que han hecho negocios con los venezolanos corruptos o esperan hacerlos. Muchos son los responsables también de la corrupción en España. Son los de la policía política, el robo a lo público, los EREs, la manipulación y el control de los medios.
Guaidó y los golpistas pensaban quizá en una victoria de VOX, del PP y de Ciudadanos para intentar ponerle intensidad al golpismo desde el gobierno de España. Dijo que era interino 30 días enseñando la Constitución. Incluso así está ya fuera de la misma. Guaidó es es un pelele en manos de los Estados Unidos que sería patético si no amenazara con llenar de sangre el río Guaire. Pero ni el pueblo venezolano ni los pueblos de España quieren sangre. Queremos paz. Y que solventen sus problemas hablando y votando. El ex presidente Rodríguez Zapatero ayudó a que se convocaran elecciones presidenciales. Fue Leopoldo López y su gente quien lo impidió y se levantaron de las negociaciones. Porque saben que es probable que las vuelvan a perder. Va siendo hora de que el gobierno de España escuche a esa España que quiere diálogo. Y haga cierto el vínculo de nuestro país con América Latina, roto con el apoyo a una gente que ha protagonizado un intento de golpe de Estado en Venezuela.