“Para sacar de este caos nuestra naciente república, todas nuestras facultades morales no serán la legislación en un todo y el espíritu nacional en un todo. Unidad, unidad, unidad debe ser nuestra divisa. La sangre de nuestros ciudadanos es diferente: mezclémosla para unirla; nuestra Constitución ha dividido los poderes: enlacémoslos para unirlos; nuestras leyes son funestas reliquias de todos los despotismos antiguos y modernos; que este edificio monstruoso se derribe, caiga y, apartando hasta sus ruinas, elevemos un templo a la justicia, y bajo los auspicios de su santa inspiración, dictemos un código de leyes venezolanas. Si queremos consultar monumentos y modelos de legislación, la Gran Bretaña, la Francia, la América Septentrional, los ofrecen admirables.” (Fernando González; Mi Simón Bolívar; Universidad Pontificia Bolivariana; 5 edición; Medellín, 1995; Pag. 207)
El anterior párrafo es una pequeña parte del discurso que leyó Simón Bolívar en la ciudad de Santo Tomás de Angostura a orillas del río Orinoco en los llanos Orientales de Venezuela en febrero de 1819. Desde 1817 Bolívar había logrado mantener un importante territorio libre después de derrotar a José Tomás Boves.
Bolívar sabía de la importancia de unir a soldados y jefes pertenecientes a numerosas partidas de patriotas: había que juntar a José Antonio Páez, Santiago Mariño, a Piar, a Monagas, a Soublette, a Anzoátegui, a Antonio José de Sucre, a Bermúdez, a Urdaneta, a Lara, a Rondón, entre otros venezolanos; y a granadinos como Santander, Córdoba, Padilla. Todos con diferentes puntos de vista fines, estrategias, de hacer la guerra, etc…
Debe recordarse entonces que quiso Bolívar darle institucionalidad a ese estado de hecho, consecuencia lógica del mantenimiento de un territorio, y el objetivo de tomarse todo un país, como lo era Venezuela y la Nueva Granada. Eso fue la instalación formal de ese gran Congreso de Angostura, que duró sesionando cerca de un año. La publicación del mismo se hizo en el célebre Correo del Orinoco, única prensa libre del nuevo Estado que se llamaría Colombia.
Hay que recordar también que fue muy poca la participación colombiana (granadina) en ese Congreso, aunque tuvo la participación protagónica tan importante como la del ciudadano granadino y de Medellín, Francisco Antonio Zea. Podría decirse que realmente fue una Constitución para Venezuela y que, por las realidades de los hechos subsiguientes, alumbró lo que después fue la Constitución de Cúcuta de 1821.
Para más columnas como esta síguenos en: Twitter – Facebook – Instagram
Lo cierto del caso es que ese discurso de Angostura plasma el pensamiento bolivariano en toda su extensión y profundidad. Tal vez es el discurso más importante, por su profundidad y extensión, del Libertador.
Luego de ese discurso, de la instalación del Congreso, Bolívar deja a los legisladores su tarea y él lleva a cabo su gran campaña libertadora triunfante que inicia con el cruce del Páramo de Pisba, las batallas del Pantano de Vargas y Boyacá, en la Nueva Granada; la de Carabobo, en Venezuela; y la gran campaña del sur: Bomboná, Pichincha, Junín y Ayacucho. En ellas se cubrió de gloria.
Hago este recuento, porque él repitió hasta el cansancio, las exigencias de unidad, unidad y unidad, para poder derrotar al gran ejército español.
Yo, trato de imitar el Libertador, y pido la unidad de todos los habitantes de Medellín para que, juntos, sin importar las diferencias ideológicas, recuperemos nuestra ciudad, ya amenazada seriamente por la turba de alpujarros que lidera Daniel Quintero y que ha importado gentes de Bogotá, de Cúcuta, de Cali, de Cartagena, para tomarse nuestra identidad, destrozar nuestras empresas, nuestras instituciones, y quitarnos todo lo que hemos construido de tantos años.
Pido que haya una inscripción de cédulas masiva para ganar la alcaldía de Medellín con un alcalde o alcaldesa cívico que aglutine a todas las fuerzas cívicas, sociales, políticas, económicas, culturales, universitarias, institucionales; para recuperar el Concejo de la ciudad con concejales preparados, serios, que lleguen a aportar y a reconstruir, no a aprender; para orientar y elegir los mejores diputados y el mejor Gobernador de Antioquia.
Todos a una, como en Fuente Ovejuna, tenemos la obligación ante nosotros, nuestros hijos y la posteridad, de recuperar nuestra región recuperando a Medellín, y desde Antioquia, mostrarle a Colombia que, en estos momentos de oscuridad, hay luz en la poterna y guardián en la heredad, para quitarle el país a las garras del comunismo.
Todas las columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/juliogonzalez/
Comentar