El pasado 21 de abril la oposición salió a las calles a mostrar su inconformismo con el gobierno de Petro. En las principales ciudades fueron cientos de ciudadanos los que se unieron a la marcha, con camisas blancas, y banderas de Colombia muchos gritaban: “¡Fuera Petro!”, algunos decían, sin medir la gravedad de que esto pase, que querían al presidente fuera de su puesto.
En todo caso, a las marchas del pasado domingo asistió una cantidad de personas considerable, sorprendió el acompañamiento de figuras políticas pertenecientes al centro como Sergio Fajardo. Y en Medellín la asistencia de políticos como Daniel Duque, ex concejal de la ciudad, y Daniel Carvalho, miembro de la Cámara de Representantes, tampoco pasó de agache.
Más aún, la presencia de estas figuras del llamado centro político generó todo un debate en Twitter sobre la pertinencia de salir a marchar o no por parte de este sector, pero ese es un tema distinto.
Regresando a la acogida sorpresiva que tuvo la marcha del 21 de abril, la respuesta brindada por parte del presidente Gustavo Petro dejó un sin sabor para muchos.
Aunque no hay que desestimar que muchos de los promotores usaron información falsa para que las personas salieran a las calles “emberracadas” a protestar, y que algunas de las arengas incitaban al odio, tachaban al presidente de “guerrillero”, o decían a boca llena que Petro ponía en riesgo la democracia del país, el mensaje del mandatario tras la jornada no fue el esperado.
En primer lugar el presidente publicó un video parodia realizado por el periodista y humorista asesinado, Jaime Garzón, donde se hace una representación de una marcha en la capital, mientras Garzón actúa como una persona de la alta sociedad.
Cuando alguien le pregunta a Garzón sobre sus razones para salir a marchar este dice que: “aquí marchando hacia el poder y midiendo las calles de Bogotá para privatizarlas cuando sea alcalde. Hay que poner a marchar a la alta sociedad civil, la sociedad que estudia para administrar la guerra”.
Luego del trino, el presidente publicó un extenso mensaje en el que mencionó, como lo ha hecho de forma reiterada en varias ocasiones, que la marcha del 21A hace parte de un “golpe de estado blando” orquestado en su contra y que pretende: “derrocar el gobierno del cambio”, y de paso “la decisión popular por el cambio” elegida en 2022.
El presidente también aprovechó para decir que muchos sectores se movilizaban en contra de sus reformas, y por último invitó a sus fieles seguidores a acompañarlo, de nuevo, a una marcha para defender su gestión el día del trabajador el próximo 1° de mayo.
Sí, otra marcha… Las calles se convirtieron en el escenario ideal para que la oposición y el propio gobierno midan sus aceites para competir sobre quién tiene más seguidores y armar todo un debate sobre el número de personas que asistieron a las marchas a favor o en contra del gobierno.
Sobre las marchas del 21A vale la pena mencionar que pese a que la oposición férrea al gobierno hayan sido uno de sus principales promotores, y se haya usado el discurso de odio que ya conocemos, tan característico y conocido por los sectores uribistas y de derecha en el país, el pasado domingo no sólo marcharon personas de este sector.
Más aún, sería un total error encerrar las miles de personas que salieron el 21 de abril como de derecha o uribistas, ya que han sido muchos los desaciertos que ha tenido en sus más de dos años el gobierno: los errores de comunicación, la reforma a la salud, las opiniones divisorias y los continuos señalamientos a los detractores por parte de Petro y su sequito más cercano pasaron factura.
Otra cuestión que llama la atención es que tanto la oposición como el gobierno han apelado a este constante desgaste en las calles, radicalizando cada vez más las posturas políticas de quienes gobiernan y quienes están en desacuerdo con la gestión y por supuesto de los ciudadanos de a pie que viven y asimilan este ambiente crispado.
Todo bajo un comportamiento casi infantil e inmaduro que hace uso de las calles como escenario de batalla campal, erosionando por completo la posibilidad de crear puentes, o peor aún, de lograr consolidar ese “acuerdo nacional” con el que tanto se sueña.
Al paso que vamos, uno de los escenarios posibles es que cada mes la oposición convoque a marchas contra el gobierno y en respuesta el Gobierno convoque a marchas en defensa de él mismo, algo que ya ha venido ocurriendo, y logra dificultar que el Pacto Histórico y la bancada de Gobierno establezca las alianzas necesarias para aprobar sus reformas.
El ciudadano de a pie por su parte sólo necesita que el gobierno haga su tarea, deje de lado las disputas con los contradictores, y la oposición se comporte de una forma más inteligente, en lugar de vivir encerrado en un tire y afloje de peleas políticas sin fin que no llevan a ningún lado.
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