El cartel de las redes sociales y la tiranía de lo visible

“El hombre separado de su producto produce cada vez con mayor potencia todos los detalles de su mundo, encontrándose cada vez más separado de éste. Cuanto más su vida es ahora producto suyo, tanto más separado está de su vida”

Tesis 33. Guy Debord.


En la actualidad, las redes sociales se han convertido en un medio casi que indispensable en la mayoría de las personas. El uso de estas tiene múltiples intencionalidades, entre ellas: Promover un emprendimiento, facilitar herramientas para resolución de problemas, compartir información de la vida, generar contenido educativo, hacer visible la estupidez, exponer su cuerpo para fines de vanidad o convertirlo en un espacio de tiranía y señalamiento. La lista frente a sus usos es interminable y podría justificar que termina siendo más lo negativo que lo positivo, sin embargo, para el presente escrito, estaré centrándome en las últimas dos.

La serie de Netflix Black Mirror, tiene un capítulo que se llama “Oso Blanco”, una mujer que, al despertar en un cuarto amarrada a una silla se encuentra desorientada y no entiende qué sucede. Al salir a la calle se da cuenta que múltiples personas la graban mientras otras la persiguen para asesinarla y nadie hace nada. Claramente, el trasfondo del acto tiene una razón y es el castigo por el asesinato de un niño, sin embargo, esta última parte no es el objeto de reflexión.

La intimidad y privacidad son el material más importante y atrayente de las redes sociales. La búsqueda por descubrir lo que hay más allá de las personas, es lo que más llama la atención, añadiendo el ocio interminable y la cantidad de memes y burlas que parecen ser inofensivas y que no tienen sino como propósito, el simple entretenimiento.

A propósito de esto, hace poco se filtró un video de una mujer siéndole infiel a su pareja con uno de sus compañeros de trabajo. Cabe aclarar que desconozco mayores causas de fondo sobre este suceso, y no me interesa en absoluto la vida de las personas implicadas en lo sucedido. Acá lo desconcertante y preocupante, son las reacciones de la masa digital, el señalamiento interminable y la inexplicable necesidad de señalar a otros por el simple hecho de tener el derecho de libertad de expresión (claramente el estúpido se siente en las mismas condiciones que el intelectual para hablar sobre un tema en particular).

Ante dicho video, se presentaron burlas, sátiras, memes, comparaciones y muchas más manifestaciones en las que poco importa la vida de la persona que pareciere ser que la infidelidad es igual o mayor de condenable que un asesinato, extorción, tráfico de drogas, solo por colocar algunos ejemplos.

La mujer que allí se encuentra en burlas y que poco le importa a los millones de personas que han visto lo sucedido, atraviesa el mismo suceso de la protagonista de “Oso blanco”, cuyas miradas de señalamiento no tienen más que la intención de destruir en la pasividad de la observación y la inmovilidad. Vuelvo y dejo en claro que dicho video puede ser uno de tantos inventos y mentiras que en las redes se moviliza, pero no cabe duda que las reacciones de los usuarios de las redes, es lo que desconcierta.

Ante esto, queda de manifiesto varias situaciones. Inicialmente que mientras no seamos quienes estamos protagonizando el suceso, tenemos todo el derecho de juzgar y someter al otro a la burla, donde todos quienes comentan, comparten, satanizan, son puros samaritanos libre de pecado, los cuales en su vida cometerían tal acto tan violento y pecaminoso, como lo es una infidelidad, o por el contrario, se les hace tan gracioso porque se ven reflejados en lo que allí sucedió.

Segundo, el espectáculo de las redes no discrimina y poco le interesa la persona en si, lo único atrayente es lo que se manifiesta y aparece de inmediato en la pantalla, y ello es suficiente para joderle la vida a alguien que posiblemente no tenga nada que ver con aquello que se le acusa.

Tercero, no existe ninguna regulación para compartir información de otras personas, ni mucho menos hay un filtro en que se pueda seleccionar algún tipo de material de otro, hoy lo burdo esta al mismo nivel o superior a lo que verdaderamente importa y es útil en las redes sociales.

Finalmente, las reflexiones frente al uso de los medios digitales, redes sociales y espacios de interacción virtual, es un ejercicio interminable, dado que quienes hacen uso de ellas parece no importarles el comportamiento hipnótico y el enceguecimiento de la estupidez y la tiranía de visibilidad, que lo único que pone de manifiesto, es el péndulo de la estupidez.


Todas las columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/serestrepoef/

 

Sebastián Restrepo Moncada

Licenciado en educación física y deportes, especialista en pedagogía y didáctica. Magister en educación. Docente.

Centro mi atención especialmente en las ciencias humanas y la reflexión que gira en torno a las problemáticas del uso de las redes sociales. Además, curioso de la filosofía, la educación, el deporte, la literatura y todo lo que permite generar diálogo y reflexión.

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