El biopoder en Medellín

Primera columna

“La esclavitud total se acerca. ¿No la oléis?”

Nach – Esclavos del destino.


El tema que quiero tratar para muchos puede sonar amarillista o censurable, pero la idea es observar la problemática desde otra perspectiva, no desde la sustancia, el efecto y su reacción en el cuerpo, sino como aquella sustancia se convierte en un medio de control de la sociedad para seguir incitando al consumismo y al esclavismo.

En Medellín, se puede observar en carne y hueso las consecuencias del consumo de sustancias psicoadictivas, al punto de que no discrimina quien puede sufrirlas, pues es un hecho que vivimos todos juntos, infantes, niños, adolescentes, adultos y adultos mayores. Esta forma de consumismo, no siendo la única existente, genera un retroceso en el desarrollo del ser humano y está acompañada de una de las enfermedades más peligrosas que han existido a lo largo de la historia, la adicción. Cuando se habla de adicción es importante tener en cuenta de que no solo se hace alusión a las sustancias sino también a los comportamientos, sobre todo a estos comportamientos que incitan al consumo.

En nuestra cultura ciudadana, es normal ver y presenciar el constante abuso de sustancias como el alcohol, el tabaco, la marihuana, entre otras, al punto de que, quien no consume, es visto con los ojos del diferente o el excluido. De cierta forma, la mayoría de las personas aceptan ser controladas por medio de las sustancias psicoadictivas, pero para ellos no es control, sino una sensación falsa de libertad. Es esa falsa sensación es la clara expresión del Biopoder que hablaba Michael Foucault. Bajo sus términos, en la era de la primera revolución industrial, el tiempo de vida se transformó en tiempo de trabajo, pero ahora ese tiempo de trabajo cambia o muta al tiempo de consumo.

Todas nuestras energías, pensamientos o motivaciones están ligadas de una u otra forma al consumismo. Puede que en ciertas personas sea más marcado que otras, pero en la ciudad de Medellín, las calles, los espacios socio culturales, los espacios familiares y los espacios íntimos se encuentran permeados por el consumo de sustancias psicoactivas.

Es de vital importancia, para la superación de esta fase del humano, el compromiso con la superación de la problemática, la adaptación a espacios diversos donde el centro no sea un consumo, la aceptación de la enfermedad social, la modificación de la consciencia colectiva o cultura ciudadana para encontrar el verdadero equilibrio de la libertad, que no es más que la simple capacidad decisoria, la elección de optar por un estilo de vida propio que traiga bienestar y amor a quien lo instaure.

Dentro de este panoptismo del consumo no se puede pensar que las sustancias psicoactivas son las únicas, un ejemplo claro que sucede hoy en día es el consumo de la energía que el ser humano pasa en las redes sociales y en las nuevas tecnologías, las compras compulsivas, el exceso de dulce, la pornografía y el mundo delincuencial.

Para terminar este escrito, quisiera invitar a quien lo lea a un llamado al diálogo y a la escucha con ustedes mismos, con sus familias, amigos y conocidos. Muchas veces al escuchar a alguien estamos salvando una vida, de la misma forma que cuando nos escuchan pueden estar salvando nuestras vidas.


Todas las columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/simongonzalezm/

Simón González Mesa

Soy abogado de la Universidad CES y soy un apasionado de la filosofía, psicología y del derecho. Me gusta ayudar a la gente con mis experiencias y conocimientos.

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