Nadie puede desconocer que de la mano del “piscis” Restrepo las últimas selecciones juveniles de Colombia han regresado a un plano internacional de primer nivel como los Juegos Olímpicos, lo que es verdaderamente discutible es como sus equipos han llegado a eso, y si es el camino correcto, porque en muchas ocasiones han sido escuadras estructuradas sobre la especulación, la mezquindad en el juego y la dependencia de las individualidades.
Me preocupa el juego y la estampa de ver que distinta juega esta Colombia del Piscis con respecto a la de mayores y que esto esté sucediendo en las categorías inferiores, algo que no debería pasar porque la identidad de juego es lo que permite que los sistemas propuestos sean asimilados, perduren y sean tomados como propios por los jugadores independiente de su categoría.
En el balance desde la confección de la nómina me resultó preocupante la ausencia de piezas que le podían dar una mano a la selección, el caso de Cristian Marrugo un volante multifacético con buen pie y buen armado de juego que viene hace rato haciendo méritos fue olvidado (preferible resignar a Dorlan Pabón), igual con Jarlan Barrera, tirando la posibilidad de crear mayor conexión de juego con Roa y aprovechando la condición de media punta de Teo, para crear mayor asociación y aumentar la posibilidad de nutrir de balones a delanteros definidores como Harold Preciado (cuando le tocó) y a Borja, en cambio se prefirió la velocidad (a veces nerviosa) de Dorlan y el “paracaidismo” de Arley Rodríguez, un jugador que aún no tiene méritos para pertenecer al equipo si vemos quienes se quedaron por fuera, pero parece que en la del piscis también saben jugar los empresarios o los clubes.
Ya desde el desarrollo del torneo nos pasó factura el mal arranque para complicarnos la vida pudiendo pasar tranquilos (algo que se nos volvió costumbre), fue empatar contra Suecia, contra Japón y definir a muerte ante Nigeria en el mejor partido de la selección. Pero en general el balance de juego fue muy pobre, un equipo poco sólido en defensa y alargado entre el bloque defensivo y la primera línea de volantes, donde a sus espaldas pudo jugar el que quiso cuando se lo propuso, Pabón mezcló buenas y malas, Roa es un buen armador pero necesita quien se asocie con él y la figura fue Teo, en una selección donde los aspectos individuales primaron más que el trabajo colectivo, que cometió errores de concentración alarmantes en un equipo de talla olímpica, y en la delantera quedó una deuda por parte de Borja y Preciado, pero no total, porque no fueron máquinas del despilfarro, sino que la duda de saber a qué jugó Colombia fue en contravía de los goleadores.
Y no lo digo desde el dolor de la derrota sabatina ante una Brasil que cambió el smoking por el overol y que alarmantemente cada vez tiene menos jugadores negros expositores de la “Jinga” y el “jogo bonito” que los hizo tan grandes, sino que cada vez parece más una selección con un modelo europeo, llena de oficio pero con talento disminuido. Desde la actitud Colombia fue combativa, pero llena de esa emocionalidad que es lo que nos separa de ser un equipo del primer mundo y que gane campeonatos, selección que tontamente Neymar logró sacar de casillas con facilidad. En el trámite fueron superiores desde la escasez, fue un partido ríspido y duro, al que Piscis no le supo encontrar la vuelta, con el bochorno de tarjetas al final de primer tiempo Piscis acertó en la salida de Wilmar Barrios aunque Lerma hizo un partido igual de regular, quería transportar en un partido con un ritmo que exigía jugar máximo a dos toques.
En los primeros 15´del segundo Colombia era mejor y desbordaba por las laterales, por lo que el técnico brasilero sacó a Gabigol para meter un volante, armar un 4-4-2 y resguardar las bandas, a esto Piscis Restrepo no le halló la vuelta, y al cerrársele los caminos por afuera Colombia cerró el grifó y claudicó erráticamente hasta el fin del partido, porque nunca tuvo buen juego interior y asociación ante la presión alta de Brasil, la única idea ante esto de Piscis fue sacar a la figura de Colombia, Andrés Felipe Roa y entrar a Arley Rodríguez profundizando un juego por las bandas donde Brasil era superior desde lo posicional, no encontraron el partido y Colombia naufragó entre el mal juego y las malas decisiones técnicas. El resto es verso y la tricolor cierra su clasificación en cuartos de final con el dolor de que si se hubieran hecho las cosas bien no tendríamos que haber enfrentado a Brasil sin necesidad sino ir por el camino de Nigeria, que sacó a una Dinamarca flojísima y se enfrentará a Alemania en semis. Que no se nos vuelva costumbre regalar los primeros puestos porque se paga caro.
Ya en conclusión cabe reflexionar si el proceso de Carlos Piscis Restrepo debe continuar o si la federación debe permitir que el técnico de la selección de Mayores tenga más influencia en las categorías en formación, o por otra parte buscar un técnico que se asemeje al modelo de juego que quieren desde arriba, pero lo más importante es saber, ¿a qué quieren que juegue Colombia?, porque la identidad de juego es lo que permite que los cambios generacionales permitan a una selección mantener su nivel, por ello podemos ver como un jugador Alemán sube de una categoría inferior (caso de Weigl, Mustafi o Joshua Kimmich) e inmediatamente se puede adaptar a la forma de juego de la mayor y no resentirla en su rendimiento, ese tipo de conceptos son pieza clave en una selección, porque funcionan en la perdurabilidad de un proyecto, no será la Colombia de Pékerman, o la de Piscis, o la de Reinaldo en un futuro, será la Colombia que juega de una manera y sabe por qué y para qué.