“¿Sería extraño que el desarrollo de la vacuna sea una máscara para cubrir los intereses geopolíticos de estas naciones por establecer su hegemonía, o incluso, ganar popularidad dentro de un período de elecciones presidenciales?”
Hace 63 años la humanidad veía el lanzamiento del satélite Sputnik 1. Hoy, el laboratorio ruso Gamaleya anuncia la finalización de sus pruebas clínicas y se prepara para el registro de la vacuna contra el COVID-19. En definitiva, se repite un momento histórico, la Carrera contra el Tiempo.
Cuatro laboratorios, Sinovac Biotech (China), Gamaleya (Rusia), Moderna y la Universidad de Oxford (Estados Unidos), trabajan de forma simultánea con diferentes propuestas, divididas entre el campo antiguo y tecnológico de la ciencia, para disputarse el título del creador de la cura contra la crisis sanitaria más importante del siglo. Por el otro lado, y no de forma coincidencial, estas tres potencias vienen disputándose el puesto de líder mundial por décadas, con el país norteamericano llevando la delantera. Recientes declaraciones de supuesto espionaje por parte de Rusia al Reino Unido y China hacia Estados Unidos lo demuestran. Entonces, ¿sería extraño que el desarrollo de la vacuna sea una máscara para cubrir los intereses geopolíticos de estas naciones por establecer su hegemonía, o incluso, ganar popularidad dentro de un período de elecciones presidenciales? Esto se revela en el afán con el que los laboratorios han desarrollado la supuesta cura para una enfermedad desconocida por el hombre, cuando vacunas como la de la influenza han tardado años, incluso décadas en certificarse. Los gobernantes están poniendo en peligro la seguridad de la población, además de su confianza hacia la ciencia y las autoridades. Más aún, la ambición de poder los está llevando a prescindir de la cooperación y solidaridad internacional, cuestionando los procedimientos y veracidad en los resultados científicos de los laboratorios, en lugar de complementar sus avances a favor del bien común.
En definitiva, el país que logre comercializar su vacuna contra el virus, será la potencia mundial y foco de atención internacional, siendo reconocido como “salvador de la humanidad”.
Teniendo en cuenta la naturaleza egoísta y ambiciosa del ser humano, me preocupa que para los líderes mundiales el fin justifique los medios, y pasen por alto los Derechos Universales del Hombre: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a su seguridad personal.” ¿Cómo pretendemos cambiar el futuro de la humanidad si seguimos actuando según nuestro egoísmo?
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