Educar Provoca

A propósito del Día del Maestro que se celebró recientemente, me pareció importante traer a colación un tema que debería de importarnos a todos. Colombia infortunadamente atraviesa un momento de difícil coyuntura para el sector educativo. Las últimas cifras demuestran que en el país hay alrededor de 25 estudiantes por cada docente en contraste con el promedio de la OCDE, que es de 15 y 13, respectivamente. La relación entre cantidad de estudiantes y docentes ha demostrado que esta correlacionada con los resultados y progreso académico. De igual manera se observa un deterioro en el relievo generacional pues el 34 por ciento de los docentes en Colombia tienen 50 años o más. Por esta razón hago un llamado para construir algún tipo de campaña y/o iniciativa que aclame a voz alzada que Educar Provoca.

Asimismo hago un llamado a que verdaderamente quienes encuentran vocación en esta disciplina y sientan esa pasión por compartir y construir conocimiento a que tomen la decisión de convertirse en maestros, eso sí reconociendo que para serlos han de ser humildes, pacientes y sobre todo tener tacto. A continuación espero explicar el porqué.

Educar requiere humildad porque todo maestro debe partir del reconocimiento que no se tienen todas las respuestas, aquella famosa frase de Sócrates «Solo sé que nada sé» es ejemplo de ello. Quien es maestro reconoce por encima de todo su propia ignorancia y asimismo la importancia de un aprendizaje continuo. Este individuo sin capa y quizá sin el reconocimiento que se merece es capaz de reconocer por voluntad propia la existencia de matices del conocimiento más allá de los extremos que Aristóteles llamaba vicios y solo refuerzan ese entender que el conocimiento es infinito y difícil de atrapar.

Adicionalmente, un maestro requiere de paciencia pues reconoce que quien es discípulo requerirá de tiempo para desarrollar el dominio de algún tema sin embargo esto es de poca importancia porque al relacionarse con lo anterior, si existe humildad por parte del maestro, no habrá afán pues sabe que será recompensado porque durante ejercicio del aprendizaje cuando uno enseña, dos aprenden.

Finalmente un maestro requiere de tacto. ¿Quién ha escuchado alguna vez a alguien con una voz discordante, estruendosa o demasiado frágil para ser reconocida? Quien enseña tarde que temprano ha de desarrollar un domina sobre el arte de la comunicación, sería capaz de atraparte y envolverte en la palabra a tal punto que zafarse es una opción demasiado costosa para tomar.

A modo de conclusión reitero que es un momento en el cual debemos no solo unirnos al momento de reconocer a todos los maestros que se atraviesan en el camino de la vida sino vernos a nosotros mismos como maestros y preguntarnos cómo podemos aportar. Si verdaderamente existe una vocación hacía la enseñanza no lo piensen dos veces. Educar provoca es cuestión de reconocerlo y arrancar.


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Santiago Zapata Serna

Soy un curioso innato, apasionado por la lectura y en general los temas financieros y de economía en general. Me encanta una buena conversación y de vez en cuando escribir sin tinta lo que se me viene a la mente.

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