Mi única pertenencia: el cuerpo con sus berrinches y temblores. Él me proclamó entres los que me recibieron y él me despedirá de los míos.
Su nuncio es placa conmemorativa en los lugares que habité… Los calores y las inocencias provocadas él las arrastra con los tobillos, él las ofrece a los que compartirán con él sus trayectos.
No tiembla ante el común desenlace de sus compatriotas; se adelanta para probar a qué sabor le recuerda; y es el sabor de la súplica, del heroísmo y de la humillación, tres ingredientes que lo conforman desde lo que lo amamantaron por primera vez…
El sabor de mi única pertenencia solo lo conozco yo, porque solo yo lo he probado a cada instante.
A quienes les ofrecí una degustación, que no la bandeja completa, apenas si probaron sus propias salivas, el asiento en sus bocas…
Mis distancias las he marchado yo; mis instantes saben a mí.
¡Y conmigo mueren!
Todas las columnas del autor en este enlace: Alejandro Zapata Espinosa
[1] Primera mención en el II Concurso Internacional de Literatura Alegranza. Publicado en la antología de los trabajos seleccionados (Buenos Aires, Argentina, agosto de 2023): pág. 26.
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