El último reporte latinoamericano de JP Morgan, parece la introducción al testamento del gobierno Petro. Sobre Colombia deja en claro que hay una perspectiva negativa para inversión, que el aumento de las acciones no es sostenible y se basa en fundamentales débiles, que el déficit y la deuda aumentaron en contravía de la tendencia que se llevaba, que las oportunidades a futuro son solo especulación y que la reforma pensional solo deja menos inversión al país.
Y si por allá llueve, por el lado de la seguridad no escampa. Así el Jefe de Estado intente confundir con unas cifras de homicidios por habitante, cuidadosamente seleccionando contra qué períodos de país se comparan y se ven mejor, los indicadores no pueden ser peores. Los homicidios han crecido más del 10% respecto a los promedios históricos. El secuestro ha aumentado en más del 70%, y la extorsión, que golpea con especial dureza a tenderos, micronegocios y pequeños industriales, ha aumentado más del 40% contra cifras históricas.
Y el almendrón de este problema es obvio: el narcotráfico desbordado. Y cómo no va a crecer cuando se ha pretendido construir una “paz narca” y se desmontaron las erradicaciones manuales (caídas del 90%), no se usa la fumigación aérea y la sustitución de cultivos es casi inexistente y perdimos por “payasus” (perdón Pegasus) el acceso a información financiera de los narcos para perseguirlos. Es evidente que si la oferta sigue aumentando, las incautaciones no son un indicador de éxito, sino la confirmación de un mercado en expansión. Sin atacar la producción, el narcotráfico seguirá financiando el delito.
Pero este doble desastre no es irreversible. Colombia necesita un giro de 180 grados en su política económica y de seguridad. Es urgente por un lado recuperar el histórico buen relacionamiento con el sector empresarial construyendo reales consensos, enviar señales positivas a la inversión en sectores claves de la economía (energía e hidrocarburos por ejemplo), reducir la carga tributaria, recoger ojalá todos los 310 billones que anualmente Colombia pierde en evasión, exenciones innecesarias y corrupción, y reducir el tamaño del estado en un 30%. Señales y más señales de menos carga de trámites y trabas burocráticas y ánimo de crecer de verdad de la mano de nuestros emprendedores, no en contra ellos.
Y por el otro lado, recuperar el control territorial con una fuerza pública fortalecida, dignificada, bien dotada y con respaldo político real. La lucha contra el narcotráfico debe centrarse en cortar su fuente de financiación: erradicar, fumigar y sustituir cultivos, perseguir las redes de producción y desmantelar los circuitos financieros del crimen.
Candidatos a la Presidencia, ya conocen la herencia, ya saben el problema al que se enfrentan, sepan que lo que no se aceptará es lo que le paso a este gobierno que va durar tres años buscando culpables hacia atrás de su fracaso y un año más diciendo que para dar resultados necesitan cuatro años más de lo mismo, que porque no los dejaron gobernar.
Candidatos, a reescribir con esperanza, unidad e integridad, el futuro. Salven ustedes juntos la patria “buena”. Aquella que respeta instituciones, busca las libertades, edifica amor y no odio y construye con pragmatismo y no ideología.
*Rector Universidad EIA
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