La vida me ha llevado a desconfiar de los políticos inexpertos o de última hora. Unos y otros, por no conocer el territorio y a la gente en largas campañas, y por desconocer a la actividad misma y a sus colegas, terminan siendo en el ejercicio del gobierno irresponsables, vanidosos e incumplidos.
Y es que comenzar la carrera de servicio público desde una JAL o un Concejo Municipal enseña. Primero, a respetar al electorado. No se puede decir una cosa en campaña para hacer otra en el ejercicio del cargo. Y segundo, obliga a ejercer el liderazgo en función de convicciones y apuestas programáticas. Al fin de cuentas, la política y el liderazgo consisten en eso. Convencer a muchos actores con argumentos y ejemplo de cómo el camino que uno les propone es el indicado.
He sido un enamorado y estudioso de la política, la asumo con vocación, pero ninguna de estas condiciones bastó para que, cuando a los 22 años tuve el honor de ser Concejal de Rionegro, Antioquia, con una alta votación, fuera alguien a quien el Alcalde de turno o los compañeros de cabildo siguieran. Tampoco fue suficiente para ganar la Alcaldía en las dos elecciones que sucedieron. Tal vez muchos políticos locales y conciudadanos intuían que “me faltaba mucho”, y tenían razón. Hoy les agradezco a todos. En 2015 cuando por fin gané la elección a la Alcaldía con el 62% de la participación electoral, una entusiasta electora acuñó “los tiempos de Dios son perfectos”. Posteriormente en mi posesión aseguré, al hablar de las derrotas: …después de todo, como rezan algunas Sentencias Vaticanas “en una disputa gana más el que pierde, debido a que aprende más que nadie”.
Hice parte de los millones de colombianos que votamos por Duque en la consulta, en la primera y la segunda vuelta. Aunque siempre me cuestionaba su inexperiencia, me daba tranquilidad ser el candidato del CD y, en consecuencia, esperaba como Presidente fuera un verdadero muro de contención contra lo que había hecho Santos en favor del narco terrorismo. Infortunadamente, a dos años de terminar su mandato, su legado solo tiene el sino de la pandemia, además de haber permitido que extraditaran a Arias y encarcelaran a Uribe.
Por todo esto, el día de la infame medida de la CSJ en contra del Presidente Uribe manifesté que Duque era en parte responsable de este triste desenlace. Los más de 10 millones de colombianos que votamos por él, del espectro político de la centro – derecha, confiábamos modificara los siniestros acuerdos de La Habana, pero no les cambió ni una coma; acabara con la JEP, pero se rindió en el primer intento; asperjara con glifosato, pero le da miedo de la Corte Constitucional; amén de la grandes reformas a la justicia, a la política y al régimen electoral que nunca intentó.
Todo eso lo único que hizo fue envalentonar a las Farc y a sus aliados -Santos, Cepeda, Petro, Maduro, entre otros- hasta obtener el trofeo que tristemente consiguieron el pasado 4 de agosto.
Un ciudadano que me reclamó hace poco por su actitud me dijo, “si hubiera querido un tibio, hubiera votado por el flojo de Fajardo”. Sólo atiné a responderle, “Yo también quería un Presidente fuerte”. Ojalá me equivoque, pero parece esta vez no fue.
@AndresJRendonC
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