DOLARIZACIÓN: respuestas a siete preguntas

Con los resultados de las últimas elecciones PASO, la probabilidad de Javier Milei de llegar a la Presidencia se vio aumentada sobremanera. Por lo tanto, resurgió el interés por su propuesta de dolarizar la economía para cerrar el Banco Central.

A continuación, responderé brevemente algunas preguntas que aparecen a partir de esta idea.

1. Con la dolarización, ¿se termina la inflación?

La respuesta es que un país que dolariza la economía reduce de forma drástica su inflación. En los 20 años previos a la dolarización oficial, Ecuador tuvo una inflación promedio superior al 35%, mientras que después la bajó al menos del 10%. En El Salvador, que también dolarizó su economía, la tasa de inflación cayó de 14% a 2% promedio en los mismos períodos. Otros países que no manejan su política monetaria, como Italia, España o Portugal, quienes pertenecen al Euro, también han logrado mantener un nivel de inflación baja y estable.

2. ¿Cómo se realiza, en la práctica, la dolarización?

El proceso consiste en que el Gobierno, principalmente a través del Banco Central, recibe todos los pesos argentinos que hay en circulación entregando a cambio dólares, a un determinado tipo de cambio.

3. ¿A qué tipo de cambio se puede dolarizar?

El tipo de cambio al que se debería dolarizar es el dólar de mercado, lo que exige una determinada cantidad de dólares para poder “rescatar los pesos”. Por ejemplo, si se quiere dolarizar la economía a ARS$ 780, se necesitarían USD$ 8.200 millones para cambiar por dólares toda la base monetaria. Si a eso se le suman las Leliq (Letras de Liquidez del Banco Central), entonces se requerirán USD$ 31.400 millones. Si se quisiera dolarizar a un tipo de cambio inferior, se necesitarían más dólares.

4. ¿Están los dólares para realizar la dolarización?

En las reservas del Banco Central esta cantidad de dólares no existe. Sin embargo, sí sería posible que el Banco Central vendiera otros activos que tiene en su poder –principalmente, títulos de deuda del Gobierno nacional, o consiguiera un préstamo de dólares frescos utilizando estos activos como colateral– y obtuviera dólares en dicha transacción. Estableciendo algunos supuestos para la cotización de estos activos en el mercado, se podrían conseguir los dólares (aproximadamente USD$ 32.000 millones) para realizar la operación a un tipo de cambio de 780 pesos. Es muy importante remarcar este punto para que no se genere la expectativa de que la única forma de dolarizar es con un tipo de cambio que tienda a cualquier cosa.

5. Si se dolariza la economía, ¿mi sueldo va a caer o va a subir?

Para entender este punto es necesario aclarar que hoy todos sabemos cuál es nuestro ingreso medido al tipo de cambio paralelo. Por ejemplo, si una persona tiene un sueldo de ARS$ 780 mil, esto quiere decir que cobra mil dólares por mes a este tipo de cambio paralelo.

Así las cosas, en el corto plazo tras la dolarización, el sueldo seguirá siendo el mismo: no debe subir, ni bajar. Ahora bien, si a la dolarización se la acompaña de otras reformas que generen previsibilidad y estabilidad, entonces en el largo plazo el crecimiento económico generará que los salarios en dólares (y en términos de la cantidad de bienes que se puedan comprar), aumenten.

6. ¿Tiene costos la dolarización?

Si se hace al tipo de cambio de mercado, la dolarización en sí misma, y a corto plazo, no genera costos, y de hecho, traería beneficios producto de la estabilización monetaria. No obstante, comparado con esquemas cambiarios más flexibles, puede que genere costos en materia de empleo si el país se ve afectado por un shock externo negativo. Por este motivo, es necesario complementar la dolarización con reformas que doten a la economía de la mayor flexibilidad posible, de forma que pueda adaptarse mejor a estos shocks, en ausencia de la posibilidad de que ajuste el tipo de cambio.

7. ¿Es la dolarización la única alternativa para cortar con la inflación?

Si bien la dolarización es un remedio efectivo y rápido contra la inflación, lo cierto es que la evidencia empírica indica que no es la única salida posible. Una gran cantidad de países en la región y en el mundo tienen sus propias monedas y mantienen una inflación baja y estable, generando condiciones de previsibilidad y estabilidad para el crecimiento económico. En estos países es importante que el Banco Central sea totalmente independiente y que no financie los déficits fiscales del Tesoro. En este sentido la dolarización es una versión extrema de la “independencia del Banco Central”. Al desaparecer el Banco Central, se consigue una moneda totalmente independiente del Gobierno de turno.

Para resumir, no digo aquí que la dolarización sea la única forma de terminar con la inflación, ni que esté libre de cualquier costo. Si digo que es comprensible que un país que viene lidiando con una mala moneda por varias décadas esté con ganas de probar recetas nuevas. También digo que no es una política inviable y que, de implementarse, sí dará los resultados esperados.

Finalmente, aclarar una vez más que ninguna regla monetaria, por sí misma, implicará la solución a todos los problemas económicos argentinos.


La versión original de este artículo apareció por primera vez en el portal Infobae: Hacemos periodismo, y la que le siguió en nuestro medio aliado El Bastión.

Iván Carrino

Economista, escritor, conferencista internacional y docente. Actualmente, dirige «Iván Carrino & Asociados»: empresa de investigación y asesoría económica y financiera. Es investigador asociado de FARO UDD: Núcleo de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad del Desarrollo (Chile), y entre 2018 y 2022 fue subdirector de la Maestría en Economía y Ciencias Políticas del Instituto Universitario ESEADE (Argentina). Licenciado en Administración por la Universidad de Buenos Aires, máster en Economía de la Escuela Austriaca por la Universidad Rey Juan Carlos de España y máster en Economía Aplicada de la Universidad del CEMA de Argentina. Ofrece además, charlas y conferencias en congresos especializados, reuniones empresariales y eventos no gubernamentales; asesora a empresas en temas de coyuntura macroeconómica y sectorial.

Es profesor de «Historia del Pensamiento Económico» en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad del Desarrollo, donde también dicta el curso «Economía, Política e Instituciones». Escribe columnas en medios como La Nación, Ámbito Financiero, El Cronista, Infobae, El Bastión, entre otros. Cuenta en su haber como autor con cinco libros: «Cleptocracia» (2015), «Estrangulados» (2016), «Historia Secreta de Argentina» (2017), «El Liberalismo Económico en 10 Principios» (2018) y «La Gran Desproporción: economía y política de la pandemia de Covid-19» (2021).

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