Hace cosa de 18 años se publicó en la importante revista de humanidades Social Text un artículo de un profesor de física de la Universidad de Nueva York en el que se trataban asuntos científico-humanistas, dirigidos hacia la necesidad de la humanización de las ciencias. El profesor, cuyo nombre es Alan Sokal, apelaba por la necesidad de una humanización filosófica en el ámbito, por ejemplo, de la mecánica cuántica. A lo mejor, afirmaba el profesor, todavía existían algunas ciencias que estaban encadenadas a aparatos coercitivos que no permitían a los investigadores decir lo que querían: eran, en suma, ciencias poco libres.
Para que se den una idea de lo que decía Sokal en 1996, este artículo llevaba por nombre Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity, que en español se traduce como La transgresión de las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica. ¿Un artículo interesante, no? En efecto, así parece.
Con todo, la intención de Sokal no estaba dirigida al fortalecimiento de los vínculos entre aproximaciones investigativas duras y blandas, sino a una situación que llevaría a la famosa revista Social Text y, en general, al espectro de los investigadores humanistas, al debacle. En este sentido, para 1997 Sokal publica otro artículo llamado Imposturas intelectuales, en el que hace una acertadísima reflexión acerca de la inutilidad de las investigaciones y publicaciones que se estaban llevando a cabo en el mundo de la investigación social para finales de los noventa. En este nuevo artículo, Sokal presenta como ejemplo la publicación que Social Text había hecho de su propio artículo, argumentando -detalladamente- que aquel texto con nombre suntuoso, bien escrito, y que reforzaba los pensamientos de los editores, al final no decía absolutamente nada. Era un artículo vacío, sin contenido científico, en el que se agrupaban una serie de citas inconexas y descontextualizadas y que, sin embargo, fue publicado en una de las revistas más importantes de la época.
Si bien en el mundo de la investigación cosas como estas no dejan de pasar: cada día veo pasar frente a mi decenas de afirmaciones investigativas sustentadas en el vacío; en un mundo todavía más práctico, como debería ser el de la política, ocurre de la misma forma. Todo lo que suene bien al gobierno de turno, y refuerce las ideas del gobernante, no solo es capaz de pasar el filtro de ser visto como algo bueno sino que, además, corre con la suerte de recibir recursos para implementar políticas públicas basura: sustentadas en y para nada.
Que las humanidades se hayan disparado (y ahora en menor grado) en el pie es, sin duda, un problema del que los humanistas nos debemos desligar. Pero que sea el mismo Estado el que lo haga, es asunto que nos compete a todos y, en ese sentido: uno que se debe denunciar y eliminar.
[author] [author_image timthumb=’on’]https://fbcdn-sphotos-d-a.akamaihd.net/hphotos-ak-prn1/t1/1488896_10202086754224487_208028205_n.jpg[/author_image] [author_info]Andrés Felipe Tobón Villada Politólogo de la Universidad EAFIT y actual candidato a la Maestría en Estudios Humanísticos de la misma Universidad. Ha publicado en revistas académicas locales como Cuadernos de Ciencias Políticas del pregrado en Ciencias Políticas de la Universidad EAFIT, y en revistas indexadas internacionales como Razón Española. Asimismo, participó en la creación del cuarto tomo del Diccionario crítico de Juristas Españoles, Portugueses y Latinoamericanos (Hispánicos, Brasileños, Quebequenses y restantes francófonos) de la Universidad de Málaga. Actualmente se desempeña como docente y consultor analista en la Universidad EAFIT. Leer sus columnas.[/author_info] [/author]
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