Diatribas del Propósito

 

Siempre es un buen momento para poner a prueba nuestros aprendizajes, para soportarnos sobre la experiencia obtenida, asimilando el camino recorrido en la superación de retos, miedos y dificultades.

En «Lo que malentiendes de encontrar tu pasión», dos altos directivos de Platzi, la escuela de tecnología más grande de Latinoamérica, conversan, entre otras cosas, del Síndrome del Impostor; y plantean la necesidad de afrontar y gestionar la frustración, educar el carácter, la resiliencia, la adaptación al cambio y la conciencia de los talentos, además de asegurarnos de forjar un conocimiento profundo sobre aquellas labores que desempeñamos. El aprendizaje constante, más que como deber, visto como el cultivo de sí, que nos permite hacer parte de la construcción posibilista del mundo.

Cuando hacemos aquello que nos apasiona, es inevitable experimentar la vida como una epifanía, un milagro, quizá un poema que a veces resulta ser triste o desgraciado, pero siempre intenso y vital de humanidad. Los problemas, en la vida como en las matemáticas, dotan de sentido la compleja existencia; resolverlos es continuar el curso en clave de progreso. La historia de nuestro tiempo en retrospectiva indica que hallar soluciones no significa la conquista de la verdad, sino un nuevo horizonte de comprensión que nos puede dotar de sabiduría y optimismo pese a nuestras limitaciones y carencias presentes. Siguiendo la lógica de Taleb, «Los seres humanos somos frágiles, pero la humanidad es antifrágil». Nuestros sacrificios, casi en términos de realización cristiana, representan la esperanza de un mañana; devenir.

Sumergirse en el paradigma netamente económico-consumista avocados por una necesidad, no pocas veces inmediata, otras, insensata e irreflexiva, nos desconecta de nuestra oportunidad de servir, de crear valor para el mundo a partir de nuestras capacidades. Las empresas que logran posicionarse y alcanzar un punto de equilibrio tienen en común la consolidación del «Por qué». Comprender el mercado como ese intercambio de valor que no puede desligarse de un orden espontáneo superviviente y por tanto competitivo, nos convoca a pensar en el otro tanto como en nosotros mismos, en la utilidad de lo que hacemos, el grado de satisfacción que genera aquello que disponemos para satisfacer las necesidades de los demás y la potencia que emerge de la libertad al ser auténticos, coherentes con quienes somos, para que se reconozcan y se elijan nuestros frutos gracias al agregado diferencial que edifica una marca con tendencia a generar exponencialmente valor intangible, precisamente por lo que significa y los principios que contiene.

La confianza es un activo, probablemente el más cotizado del Siglo XXI, en la época de la automatización y la Inteligencia Artificial Generativa. La creación se reclama como una cuestión ética, que apela como acción política. Aristóteles define a la humanidad como animales políticos, Bacon decía que el conocimiento es poder, Foucault se ocupa de detallar las relaciones de poder en los diversos despliegues humanos, Arendt insinúa la vocación individual intrínseca de poder que evoca la democracia; la industria del Neuromarketing entendió que el poder es un relato y que delimitar, inducir y proveer placer es una forma muy efectiva de ejercerlo, allanando la resistencia hasta la docilidad de los idiotas útiles; ¿Quiénes competirán con los algoritmos?, aquellos que deciden distar de su propia humanidad.

Los seres humanos tejemos relatos superiores aspirando a una humanidad que se supera – si estás leyendo este texto, es altamente probable que tengas acceso a mejor calidad de vida que Luis XV en su momento -, los lenguajes y las máquinas son extensiones de nosotros mismos imposibilitados para suplantar nuestra naturaleza, pero sí son herramientas altamente potenciales que, para usarlas, disponerlas y programarlas adecuadamente, nos retan a reafirmarnos en las preguntas por el saber, la trascendencia, la felicidad, el accionar de cara a propósitos, el servir reivindicando nuestro derecho a ser genuinos: La creación de valor real.


Todas las columnas de la autora en este enlace: María Camila Chala Mena

María Camila Chala Mena

Poeta. Abogada con énfasis en Administración Pública y Educadora para la Convivencia Ciudadana, Especialista en Gerencia de Proyectos y Estudiante de Maestría en Ciudades Inteligentes y Sostenibles. Fundadora de Ágora: Laboratorio Político. "Lo personal es político".

1 Comment

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  • Hola Camí me dejaste sin palabras que proyecto tan maravilloso donde concientizas a esa persona que está frente a una comunidad con tantas falencias y problematicas gracias por estar ahí continuaré leyendo toda tu información porque yo como líder debo saber. Bendiciones tu amiga Elpidia