Poeta, ensayista y promotor cultural son algunas de las facetas del cubano Roberto Fernández Retamar, quien desde sus primeros años de vida no ha parado un solo segundo en buscar un cambio social a través de la cultura. Por su labor honorífica ha obtenido múltiples condecoraciones y premios a nivel internacional; miembro del Consejo de Estado de Cuba, de la Academia Cubana de la Lengua y actual presidente de la Casa de las Américas es quizá uno de los intelectuales (vivos) más importantes del habla hispana. Desde Al Poniente tuvimos la oportunidad de conversar con él sobre diferentes dimensiones de la cultura; poesía, arte y revolución fueron los más mencionados. Por eso desde Al Poniente queremos invitarlos a leer esta serie de ensayos que publicaremos sobre el poeta Retamar y a que conozcan un poco más de su obra ya que hace parte de la historia literaria de América Latina.
(…) A propósito de la poesía, les voy a contar qué me pasó a mí con la poesía. Yo tenía trece años, estudiaba en un instituto de un barrio donde yo nací, en el barrio La Víbora, orillero; y en un libro de textos encontré un poema de Julián del Casal, autor que para nosotros fue un poco lo que, para los colombianos, fue José Asunción Silva. Los dos murieron jóvenes, Casal iba a cumplir los treinta años y el poema que encontré decía:
Ansias de aniquilarme sólo siento
o de vivir en mi eternal pobreza
con mi fiel compañero, el descontento,
y mi pálida novia, la tristeza.
Como tantos adolescentes, yo era un adolescente atormentado y esos versos me estremecieron, se lo debo a Julián del Casal. Cuando en 1980 me dieron en Cuba el Premio Nacional de Literatura, yo dediqué ese premio a dos personas, a Julián del Casal que marcó mi entrada a la poesía, y a mi amigo entrañable que era sobrino nieto de Martí quien falleció a los diez y ocho años.
Yo admiro mucho a José Asunción Silva, y un día conversando con Gabriel García Márquez, le expresé mi admiración por él y por Porfirio Barba Jacob, y mi desconocimiento por sus vidas, y Gabo me hizo llegar un libro buenísimo de un escrito colombiano, no lo conozco, pero lo admiro mucho, El mensajero (Fernando Vallejo). También admiro mucho al escritor colombiano Álvaro Mutis, tuve la oportunidad de conocerlo también gracias a Gabo. Mutis era monárquico y me decía: <<donde tú tienes la imagen del Che Guevara, yo tengo la imagen de Felipe Segundo>>, era un monárquico y un poeta sensacional. En los años 80, cuando todavía no lo conocía, me pidieron escribir sobre literatura colombiana y yo, encontré que la poesía de Álvaro Mutis se continuaba en la prosa de Gabriel García Márquez; como no lo conocía, no sabía que eran amigos y nunca me imaginé que fuera a conocer a Mutis después. Mutis vivió mucho tiempo también en México, nunca tuve la oportunidad de tenerlo en Cuba, pero me hubiera encantado que viniera -aunque no me lo imagino acá-.
Yo conocí también a León de Greiff, un gran poeta y jurado del premio Casa de las Américas, el tocia mucho y por eso, yo le hice unos versos burlones, pero no los recuerdo. La literatura colombiana es riquísima, yo desgraciadamente solo conocí Cartagena de Indias, y ya, por mi estado, viajar no se me es fácil, aunque desearía conocer el museo del oro. Se supone que los colombianos son quienes mejor hablan el español en Hispanoamérica y yo, ya no podré volver.