“El mercado laboral requiere acciones y estrategias urgentes, pues se deben integrar los objetivos de productividad y competitividad de la economía con las metas sociales, para consolidar los avances logrados en la lucha contra la pobreza y la marginalidad”.
El 1º de mayo se celebra en casi todo el mundo el Día Internacional del Trabajo que conmemora la reivindicación de los derechos de los trabajadores. Quiero aprovechar esta oportunidad para realizar algunos planteamientos en relación con el estado del mercado laboral del país a propósito de las últimas cifras publicadas por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
De acuerdo con los resultados reportados por el DANE correspondientes al mes de febrero de 2022, los registros de los mayores índices de desempleo en jóvenes entre los 15 y 28 años, para el periodo de diciembre de 2021 a febrero de 2022, en las 23 ciudades principales y áreas metropolitanas se encuentran en Quibdó (33,8%), Tunja (29,5%), Montería (28,7%), Valledupar (28,1%), Pasto (25,8%) y Sincelejo (25,7%). Las menores tasas las tenemos en Armenia (16,5%), Bucaramanga (17,1%), Villavicencio (17,5%), Medellín (18,7%) y Cali (18,8%).
Además, comunicó el DANE que “para febrero de 2022, la tasa de desempleo del total nacional se ubicó en 12,9 % y la de las 13 ciudades y áreas metropolitanas en 12,7 %. La brecha en la tasa de desempleo nacional entre mujeres y hombres fue de 6,2 puntos porcentuales en el mismo mes”. Al respecto, debemos destacar que: primero, conforme a estudios de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) el coronavirus COVID 19 “redujo la participación de las mujeres latinoamericanas en la fuerza laboral. Más mujeres que hombres afectadas por el desempleo”. Segundo, pese a los esfuerzos de las administraciones locales por incentivar la reactivación económica, seguimos en doble dígito en el índice de desempleo.
Según lo determinó el informe final de la Misión de Empleo y como lo vive cualquier colombiano de a pie, “el mercado laboral funciona mal”. El Gobierno nacional debe liderar una serie de reformas estructurales a las regulaciones existentes, que permitan la sinergia entre los fines sociales y económicos del sector. En el marco del Estado social de derecho la institucionalidad debe promover y estimular la generación de más empleos estables y mejor remunerados y la ampliación de la base de cotizantes al Sistema de protección social.
Dicho en forma breve, debemos tener un campanazo de alerta. Tal como lo manifiesta Eric Hobswam en Historia del Siglo XX, “después de la guerra, el desempleo ha sido la enfermedad más extendida, insidiosa y destructiva de nuestra generación: es la enfermedad social de la civilización occidental en nuestra época” (The Times, 23 de enero de 1943). El mercado laboral requiere acciones y estrategias urgentes, pues se deben integrar los objetivos de productividad y competitividad de la economía con las metas sociales, para consolidar los avances logrados en la lucha contra la pobreza y la marginalidad. Este es un proceso que está en construcción y sujeto a grandes tensiones entre crecimiento o ahorro, expansión del gasto o austeridad.
Parafraseando al excanciller de Alemania Gerhard Schröder, el país podrá volver a su rumbo si los gobiernos, empresarios, sindicatos, academia y la sociedad civil “unen sus esfuerzos para apoyar una nueva iniciativa de empleo juvenil y respaldar el intento que supondrán las elecciones de aportar más legitimidad y democracia” al Estado colombiano. Las conclusiones de la Misión de Empleo deben integrar las propuestas legislativas del próximo presidente de la República en temas tales como: reforma laboral, pensional y de protección social integral.
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