Despatriados

Foto: aerolatinonews.com

“Resulta paradójico que el gobierno nacional esté autorizando el ingreso de ayudas “humanitarias” procedentes del exterior que incluyen insumos, alimentos y otros elementos necesarios para atender la pandemia en el país, pero los propios connacionales – esos si “humanos” – tengan que rogar y bregar para que se les autorice su regreso al país”

Despatriados, no hay otro término para referirse a los miles de connacionales que aún permanecen en el extranjero a la espera de poder retornar a sus ciudades en Colombia, y quienes por cuenta del cierre del espacio aéreo colombiano decretado por el Gobierno Nacional desde el pasado 23 de marzo – como medida para contener el ingreso de posibles casos de coronavirus – han quedado atrapados en distintos países alrededor del mundo, tornándose su permanencia en el exterior en un verdadero drama.  

Si bien en forma lenta y tardía la Cancillería ya ha repatriado a alrededor de 3.600 colombianos en cerca de 30 vuelos desde 20 países, según el último reporte de la Ministra de Relaciones Exteriores Claudia Blum, aún permanecen alrededor de 9000 colombianos en cerca de 40 países. Muchos de estos colombianos son estudiantes de cursos cortos, turistas o trabajadores temporales, quienes han quedado inmersos en una situación que con el paso del tiempo se vuelve más crítica. Por un lado, con escuelas y sitios turísticos cerrados, el propósito de su estadía pierde cualquier sentido; y por otro, en atención a los confinamientos decretados en la gran mayoría de países, muchos de ellos tienen que pagar alojamientos y alimentación por un período de tiempo más largo al previsto en su itinerario inicial, teniendo que solventar dificultades económicas para su manutención. Como respuesta a esta situación, cientos de ellos se han organizado en redes sociales – Twitter y Facebook – para hacer un llamado urgente al gobierno colombiano y a la cancillería para que sean repatriados prontamente. 

En países como Canadá, Estados Unidos, Australia, Brasil, España y México que concentran el mayor número de connacionales atrapados y donde en efecto, la Cancillería ya ha repatriado algunos Colombianos, se solicitan a gritos nuevos vuelos humanitarios. En el caso de Canadá, por ejemplo, el pasado 28 de abril la cancillería llevó a cabo un vuelo de repatriación que permitió el regreso de 298 connacionales, sin embargo, aún quedan algo más de 500 colombianos (algunos menores de edad y adultos con problemas de salud), quienes claman por un segundo e incluso tercer vuelo – si es necesario – para retornar al país. 

Para algunos, esta imposibilidad de retornar al país podría considerarse como una violación a un derecho fundamental consagrado en la constitución, pues el Artículo 24 de la carta magna establece que “todo colombiano tiene derecho a circular libremente por el territorio nacional, a entrar y salir de él, y a permanecer y residenciarse en Colombia”. Desde organismos multilaterales, el llamado no es diferente. En días pasados, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, la señora Michelle Bachelet instó a los países de América Latina a abrir fronteras a sus propios ciudadanos que se encuentran en el extranjero. Resulta paradójico que el gobierno nacional esté autorizando el ingreso de ayudas “humanitarias” procedentes del exterior que incluyen insumos, alimentos y otros elementos necesarios para atender la pandemia en el país, pero los propios ciudadanos – esos si humanos – tengan que rogar y bregar para que se les autorice su regreso al país. 

Por si fuera poco, para aquellos que ya han tenido la posibilidad de regresar al país no todo ha sido color de rosa. Muchos de los vuelos que llaman humanitarios han tenido costos por encima de los precios que una aerolínea comercial ofrecería. Por citar un sólo ejemplo, el vuelo en la ruta Yakarta – Melbourne –Yakarta– Nueva Delhi – Ámsterdam – Bogotá, autorizado por el gobierno nacional para el próximo 16/17 de mayo tiene un costo de US$2860, algo así como 11 millones de pesos, realmente exagerado!. La gente no está pidiendo que le subsidien los vuelos, pero si es pertinente exigir que tengan precios razonables y por lo menos, no superen los precios que tendría un tiquete en un aerolínea comercial.  ¿Dónde está la gestión de la Cancillería en este sentido?

Por otro lado, y de acuerdo a la Resolución 1032 de 2020 de Migración Colombia, los colombianos repatriados están obligados a llevar a cabo un aislamiento preventivo en la primera ciudad de arribo, situación que les ha incrementado los costes para cientos que no viven en Bogotá. Así que, y por supuesto manteniendo los protocolos de bioseguridad establecidos, resultaría “humanitario” también permitir la articulación de vuelos domésticos a las principales ciudades del país como Medellín, Cali y Cartagena, para que los connacionales vean aliviada su carga económica y puedan llevar a cabo su autoaislamiento en sus lugares de residencia. 

En medio de esta difícil situación que atraviesa el mundo por cuenta del COVID-19, el Gobierno Colombiano no debe dejar a su suerte a estos miles de colombianos que en busca de oportunidades laborales, de estudio o simplemente en viajes de turismo, salieron del país previo a la pandemia y hoy se encuentran enclaustrados en diferentes partes del mundo con un solo deseo: regresar a su casa y estar cerca de sus familias. Como colombiano en el exterior, hago un urgente llamado a la Cancillería, Migración Colombia y el Gobierno Nacional para que junto al plan de repatriación ya previsto se organicen y autoricen los vuelos que sean necesarios para que miles de colombianos podamos retornar rápidamente a nuestra tierra. Que ningún colombiano se quede sin volver.