Las elecciones regionales en Colombia han arrojado una luz reveladora sobre el liderazgo del presidente Gustavo Petro y su coalición política. Con su victoria en las elecciones nacionales bajo el estandarte del Pacto Histórico, se generaron expectativas de cambio y transformación en el país. Sin embargo, las elecciones regionales posteriores han dejado al descubierto una realidad preocupante: la desconexión entre el gobierno central y las regiones, y la decepción del pueblo colombiano.
Lo que ha resultado aún más desconcertante es la respuesta del presidente Petro a este revés electoral. En lugar de asumir la responsabilidad de la derrota de los candidatos de su pacto y Colombia Humana, Petro optó por una estrategia desconcertante, similar a la famosa traición de Pedro a Jesucristo. Negando entre líneas a quienes cargaban su bandera de gobierno, y que a raíz de esto, se quemaron en las regiones. Petro afirmó que, él había ganado en el país en las elecciones regionales. Pero no aclaró que con candidatos que se hicieron elegir con alianzas y votos de la derecha, como Cambio Radical, el Centro Democrático, y otros en coalición, dejando claro que el presidente no se sentía comprometido ni representado con los candidatos de su movimiento o partido. En cambio, atribuyó el triunfo de algunos de estos candidatos a partidos que no eran parte de su grupo, como el Partido Liberal.
Esta posición ha dejado en claro que el presidente Petro está dispuesto a distanciarse de sus aliados regionales, dejándolos en la trinchera de la política sin respaldo. Esta estrategia socava la cohesión de su coalición y plantea interrogantes sobre la verdadera unidad de su estructura de gobierno y a quién tendrá que cumplirle políticamente hablando. La situación se complica aún más cuando se considera que los candidatos en cuestión fueron elegidos en gran parte con apoyo de partidos de derecha y de oposición al gobierno nacional, con posturas políticas radicalmente opuestas a las de Petro.
Es obvio que los gobernantes regionales elegidos en este período querrán contar con el apoyo del gobierno nacional y su presidente, ya que alinear el plan de gobierno inscrito como candidato a las directrices del plan de desarrollo de Petro es más fácil gobernar. Sin embargo, no es menos cierto que también quedan inscritos como quienes desde las regiones apoyan a un presidente que hoy ha impuesto cargas fiscales elevadas en la gasolina, alimentos básicos de la canasta familiar y está tramitando una reforma de salud que amenaza con colapsar el sistema y poner en riesgo la vida de los colombianos, improvisando, tal como lo hizo con el tema de las basuras en su mandato en Bogotá. Pero esta vez, no se trata de suciedad lo que se verá afectado, sino seres humanos.
Dentro de esta radiografía electoral, se alzaron con triunfos abismales alcaldes y gobernadores de las ciudades más importantes del país. Cabe destacar que la elección de estos alcaldes y gobernadores refleja la vigencia de la democracia en Colombia. Estos líderes regionales se erigen como los llamados a poner un contrapeso a las coaliciones del gobierno de Petro y a frenar el avance de políticas potencialmente nefastas que afectan al país. Representan una esperanza para aquellos que buscan un equilibrio y una verdadera supervisión en la gestión del país, especialmente en un momento en el que Colombia enfrenta desafíos históricos y conflictos internos. Esta radiografía electoral refleja quién será presidente de Colombia en el próximo período electoral, ya que quien gobierna no gobierna con los suyos sino con aliados, en concurso con el poder.
La desconexión y la decepción son un llamado de atención para un cambio real y duradero en la política colombiana. En el caso del archipiélago de San Andrés y Providencia, después de un año de ir y venir de funcionarios viaticando, recogiendo información que ya se ha recogido cada año, el abandono es evidente, casi rayando con la negligencia y el dolo de querer quebrar las islas desde su fuerza productiva, como es la industria turística, la cual ha sufrido un paro económico devastador.
El pueblo colombiano anhela líderes comprometidos y coherentes en todos los niveles del gobierno, dispuestos a abordar los desafíos y a no dejar a nadie atrás en la búsqueda de una Colombia más justa y equitativa. Pero hoy seguimos viendo el centralismo, cachetes rojos y sandalias caminando las regiones alejadas para escribir el futuro real de lo que él denomina «la Colombia profunda». Señor Presidente, nosotros sabemos lo que queremos y necesitamos: «cero populismo y más decisiones ejecutivas».
«La política debe ser algo más que el arte de ganar elecciones; es el arte de alcanzar un objetivo común, desarrollar un bienestar y una calidad de vida para todos.» – Aung San Suu Kyi
excelente columna, mejor no lo podrías haber dicho, hoy somos un archipiélago olvidado del gobierno, con tiquetes aéreos para viajar al interior del país más costosos que incluso para ir a otros países de sur América, estamos presos en nuestro propio país.
Nota: Lo más triste de cuando un gobernante fracasa, son las bajas que se reportan en la siguientes elecciones, porque los que ejercen su derecho al voto, no confían en nadie que aunque presente una buena propuesta, dicen la frase popular “TODOS VAN A ROBAR” aunque el fin no sea ese.