La invisibilidad no es un don que se otorga ni una cualidad natal en los seres humanos, sino un adjetivo que nombra todo aquello que no vemos. Hoy podemos levantarnos, ir a estudiar, trabajar, salir con amigos, comprar un regalo, festejar un cumpleaños, ir a un evento en la ciudad y terminar de una cómoda manera el día. Otros también lo hacen: se levantan, esperan la noche, extienden su plástico sobre la acera, venden, consiguen algo que les alcance para comprar comida, caminan la ciudad de lado a lado, hablan con sus amigos, leen un libro, luego el periódico, duermen, se levantan. E incluso más arriba, en las estrechas faldas de una comuna en Medellín, algunos se levantan antes que salga el sol, se preguntan por su comida, besan a sus hijos, abren la ventana y disfrutan de una panorámica digna de retratar, de una ciudad de la que han oído hablar siempre. —Hoy bajo a trabajar a Medellín — dicen, como si fueran habitantes de otra tierra.
La mañana transcurre lentamente, los caminos para bajar a la ciudad están convertidos en fango como consecuencia de la lluvia en la noche. Algunas de las pocas ventanas que hay en el barrio se comienzan a abrir y el panorama que se observa a diario desde la falda de la montaña es de nuevo el paisaje de cada día. Las puertas abiertas, la música de la discoteca comienza a sonar desde temprano, y los niños que son los más osados se atreven a jugar con el barro que hay en las entradas de sus casas porque necesitan algo con que entretenerse cuando no van a estudiar, es decir, todo el tiempo. Los perros mueven sus colas flacas y desganadas y juegan con los niños a robarse la comida. Quién come primero, el niño o el perro, es una cuestión de suerte.
Los habitantes de este barrio saben que viven en una ciudad llamada Medellín, y también que en el año 2013 se convirtió en la ciudad galardonada con el premio internacional City of the year. Lo saben porque lo han visto en las noticias, porque lo han escuchado hablando entre sus vecinos, porque cuando pasan largas jornadas trabajando en el centro de la ciudad han visto carteles e información alusiva a este premio, sin embargo ellos no se identifican porque sienten que no están en su tierra sino exiliados.
El sentimiento de marginalidad en las personas puede considerarse consecuencia de las dinámicas dentro de las ciudades que frecuentemente no varían; en Medellín es posible ver que suceden con regularidad los mismos casos cuando salimos a la calle y vemos un muro pintado o vemos que en los semáforos hay jóvenes presentando un tipo de arte que conocen o cuando vamos caminando por una acera y nos cambiamos para la otra sólo porque vemos que viene un reciclador o habitante de la calle y consideramos que corremos peligro; es en esos casos que comprendemos lo invisibles que se vuelven cada una de estas situaciones , lo excluyentes que somos en medio de nuestra indiferencia e ignorancia y lo marginales que son aquellos que no hacen parte de nuestras dinámicas cotidianas.
Un ejemplo claro de las consecuencias visibles de la interacción entre estas diversas dinámicas son las paredes ávidas de expresiones y dibujos que exponen la identidad colectiva de determinado grupo de personas y la identidad cultural de los jóvenes que no exponen sus obras en museos reconocidos. Esto hace parte de la construcción de otra forma de vida que aparece con la necesidad de vivir una ciudad de acuerdo a nuestras necesidades, comodidades y estilos de vida. Las personas que viven en los asentamientos ubicados en la periferia de la ciudad, invisibles para nosotros porque están marginados, son los actores y gestores de cada una de estas historias que ocurren simultáneamente en una ciudad cegada por un estatus de ciudad internacional.
Desde los márgenes de Medellín se vivencian unas dinámicas de interacción muy diferentes a las vividas en el centro, el sur o el norte. La segmentación de la ciudad ha permitido que se construyan por medio de la interacción de factores culturales, sociales, religiosos, económicos y políticos unas dinámicas de socialización diversas que son muy notables, puesto que la diferenciación de clases, estratos, ubicación territorial y acceso los bienes públicos o a derechos como educación, salud, y empleo —por mencionar algunos— constituye un entramado que sella casi herméticamente un modo diverso de concebir la manera en como comprendemos el ser habitantes de esta ciudad.
Por: Juliana Rodríguez
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