En un mundo donde la violencia oculta contra la mujer persiste como un desafío incesante, se hace evidente la urgente necesidad de un compromiso decidido por parte del Estado, la sociedad y el sistema de justicia para desafiar los estereotipos de género, salvaguardar los derechos femeninos y forjar una verdadera igualdad para todos. Como señaló sabiamente Ovidio, el cambio es una constante de la vida; ignorar esta realidad nos condena a un futuro incierto y desigual.
La violencia soterrada contra la mujer, en todas sus manifestaciones, es un desafío estructural que refleja las desigualdades de género enraizadas en nuestra sociedad. La noción de que la mujer es propiedad del hombre ha dado lugar a la prohibición de conductas, agresión física, abuso sexual, coerción económica, maltrato psicológico y otras formas de dominación. Este pensamiento, al cual la Corte Suprema de Justicia identifica como una forma de maltrato para mantener a la mujer bajo dominio, perpetúa un ciclo de intimidación, hostigamiento y violencia, especialmente cuando ella busca liberarse de esa presunta posesión masculina.
Honoré de Balzac, un prolífico escritor del siglo XIX, en su obra «La Mujer de 30 Años», introduce al lector en un mundo donde las relaciones de poder y control entre los géneros son omnipresentes. En esta novela, Balzac profundiza en las complejidades de la vida de una mujer en la sociedad francesa del siglo XIX, una época en la que las mujeres estaban relegadas a roles domésticos y subordinadas a las expectativas y demandas masculinas. A través de los personajes y sus interacciones, Balzac retrata vívidamente cómo las mujeres de esa época eran limitadas en su autonomía y sometidas a la voluntad y los caprichos de los hombres que las rodeaban.
A pesar de que «La Mujer de 30 Años» fue escrita hace más de un siglo, la obra sigue siendo sorprendentemente relevante en la actualidad. Esto se debe a que ilustra de manera vívida cómo los prejuicios y estereotipos de género arraigados en la sociedad del siglo XIX continúan ejerciendo una influencia perniciosa en las relaciones interpersonales de hoy en día. La novela de Balzac nos recuerda que, aunque hayamos avanzado en muchos aspectos desde entonces, aún persisten estructuras patriarcales que perpetúan la desigualdad y la violencia contra las mujeres.
Los personajes de «La Mujer de 30 Años» enfrentan luchas internas y externas mientras navegan por un mundo dominado por las expectativas de género. Las mujeres se ven obligadas a equilibrar las demandas de la sociedad con sus propios deseos y aspiraciones, mientras que los hombres ejercen un control sutil pero omnipresente sobre sus vidas. Esta dinámica refleja de manera impactante las realidades contemporáneas de muchas mujeres, que aún enfrentan obstáculos similares en su búsqueda de igualdad y autonomía.
En el contexto de una relación de pareja y el ámbito doméstico, la coacción y la amenaza para retomar la relación constituyen una forma de violencia de género, con impactos psicológicos profundos y consecuencias devastadoras.
La sentencia C-297 de 2016 de nuestra honorable Corte Constitucional, reconoce la violencia de género como un fenómeno social arraigado en la discriminación hacia la mujer, con serias repercusiones para sus derechos fundamentales. Subraya la responsabilidad del Estado en prevenir, abordar, investigar y sancionar la violencia contra la mujer, no solo a través de medidas legales, sino también con acciones sociales y educativas que desarticulen los estereotipos de género y fomenten la igualdad real.
Es imperativo que la administración de justicia incorpore un enfoque diferencial de género en la evaluación de casos de violencia contra la mujer, conforme lo establecido por la jurisprudencia constitucional y penal. La falta de este enfoque implica una violación de los derechos humanos de las mujeres y perpetúa la impunidad de los agresores, alimentando un ciclo de violencia que debe ser erradicado de nuestra sociedad.
La violencia oculta contra la mujer es un desafío persistente que requiere un compromiso firme del Estado, la sociedad y el sistema de justicia para desarticular los estereotipos de género, proteger los derechos de las mujeres y asegurar una igualdad real para todos. Como expresó Ovidio, el poeta romano, «El cambio es la ley de la vida. Y aquellos que miran solo al pasado o al presente, están seguros de perder el futuro». En este sentido, es imperativo que sigamos avanzando hacia una sociedad más justa e igualitaria, donde las mujeres no solo estén libres de violencia, sino que también puedan disfrutar plenamente de sus derechos humanos y oportunidades. La erradicación de la violencia contra la mujer no solo es un imperativo moral, sino también un paso crucial hacia un futuro más equitativo y próspero para todos.
Todas las columnas de la autora en este enlace: https://alponiente.com/author/meliarbo/
Comentar