DEFENDER EL CENTRO ¿PERO CUÁL?

Un territorio necesita dolientes para desarrollarse, gente que se apropie, que se interese por lo que pasa en un espacio, en relación con su pasado y pensando en su futuro. Mal que bien, podría decirse que la obstinación que muchas personas de los más diversos orígenes mantuvieron por Medellín hizo que nos alejáramos –no lo suficiente– de la infernal ciudad ochentera.

 

Sin embargo, es precisamente la generación, que llamaré de intelectuales, que creció en la dantesca villa de hace 30 años la que no me convence hoy en su accionar. Esa que se crió viendo lo más decadente del ethos paisa y que se construyó con base en el rechazo –y no la reinterpretación– a la cultura que hasta entonces los había rodeado hoy dice ser defensora del centro, pero creo que son uno de los mayores obstáculos para su mejoría.

 

¿Por qué? Porque los ricos y empresarios huyeron en estampida hace mucho tiempo (cosa que no los exonera en lo más mínimo de la responsabilidad que tienen con el centro de su ciudad) pero los intelectuales se quedaron allí, habitando, transitando, no abandonaron. Sin embargo, en su aprendida actitud de rechazo casi total a lo socialmente construido hasta ahora, de Némesis, optaron por defender la idea del centro querido contraria al resto de sus conciudadanos.

Esa élite intelectual se regocija defendiendo el centro contaminado, caótico, del ruido de los buses y los almacenes, de las vendedoras de tinto y minutos, de los venteros que ocupan el espacio público, de la prostitución, los malandros, los mendigos y la drogadicción, les fascina la decadencia.

 

El centro no va a cambiar si los grupos de interés de nuestra sociedad no se movilizan para ello, y si el que más posibilidades de cambio tiene entre sus manos piensa de esa manera no hay esperanza alguna. Por eso la pregunta, defender el centro ¿Pero cuál?

 

Aspiro a que La Candelaria sea el punto de encuentro por excelencia de toda la diversa Medellín, un lugar donde impere la ley. Ordenado, limpio, que el hampa no se tome el espacio público para su beneficio económico so pretexto de la pobreza de los vendedores, que excluya el humo de los anticuados buses y carros para acoger a peatones, bicicletas y transporte masivo. Un centro sin una horda de mendicantes prestos a lo que sea por conseguir dinero para trabarse. Cuando no haya razones para tener miedo, poco a poco los medellinenses volverán y con ellos la vida.

 

Necesitamos un cambio en la manera de concebir las cosas, la generación intelectual del rechazo se volvió obsoleta y es menester construir una reinterpretación del ethos paisa, ello es fundamental no sólo para entender de otra manera el problema del centro, sino que trasciende a todos los temas de Antioquia, la de los mapas o la de su cultura. A esos intelectuales no les creo.

[author] [author_image timthumb=’on’]https://scontent-a-mia.xx.fbcdn.net/hphotos-prn1/t1.0-9/10277343_1434376503486877_2042500542327969865_n.jpg[/author_image] [author_info] José Fernando Valencia Fernández Porque me ven la barba y el pelo y la mochila dicen que soy politólogo ¡y de la Nacional! Llevo el pereque en mi sangre y me gusta ora ponerlo ora incitarlo. Lusófono, paisa, latinoamericano. Me gustan algunas causas perdidas, para la muestra soy del DIM. @JFValenciaF #Chepepregunta.  [/author_info] [/author]

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