Debate sí, imposición no

Qué vaina tener que lidiar con comunidades (indígenas en este caso) que por mano propia derriban imágenes de personajes históricos que para bien o para mal escribieron pasajes de la historia de Colombia. Ahí es donde uno se pregunta,  ¿a quién es que está llamado a defender el cacareado Estado de Derecho?: ¿a algunos no más?

Así, sin más entonces,  una comunidad, pequeña o grande hace un juicio y se le ocurre entonces que un personaje cualquiera les resulta ofensivo y sin un debido proceso se «toman la justicia por mano propia» derribando esa imagen, así otros ciudadanos se sientan ofendidos por la acción, y entonces colectivos de organizaciones las arropan para que no tengan que responder a la justicia.

La historia, por más y que se lleve a la categoría de ciencia, jamás será bien contada y apegada a hechos y acciones reales, y ocultará (seguramente a propósito para satisfacer algunos intereses) parte de la misma, bien para entronizar en las generaciones que la heredan, a héroes y a villanos no tan reales en su verdadera connotación.

Con esa premisa, muchos ingresarían a la fuerza a universidades públicas, la Nacional concretamente a borrar de tajo la imagen del Che Guevara, un personaje querido por muchos y despreciado por otros, pero que posa muy orondo en una institución que forma profesionales con cuenta de cobro a los impuestos de todos los colombianos. Que se sepa, a nadie se le ha ocurrido, y si es que se diera el caso, quienes así procedan deberían comparecer ante la justicia que los requiera, eso si es que salen libres de un casi seguro linchamiento.

Esto, lo del derribamiento de la estatuilla de Sebastián de Belalcázar en Popayán, deja en el aire de regulares observadores, un cierto tufillo de que no es un hecho aislado de lo seguido al crimen del abogado Javier Ordóñez a manos de dos policías el 9 de septiembre, y que por protestar por el hecho, generaron la muerte de más de una decena de compatriotas y daños aún sin cálculo en la mitad de  CAI´s de Bogotá,  y al masivo transporte de la ciudad.

Sano sería un debate académico desde lo que la historia haya logrado capitular sobre muchos personajes a quienes estamos llamados a rememorar en plazas y sitios públicos, y si es que se concluye que con exponerlos allí, se hace apología a la exclusión, al maltrato, al exterminio de pequeñas comunidades, a la odiosa esclavitud, pues que se retiren, pero nunca de la manera desafiante como lo hicieron esos «héroes» durante la semana en Popayán.

Bienvenido Estado de Derecho para todos, bienvenidas las libertades, especialmente la de expresión, bienvenida la protección a comunidades indígenas, bienvenida la protesta pacífica, pero más bienvenidos sean escenarios de discusión y análisis de hechos históricos que derivaron  en lo que hoy tenemos como Nación y Patria. No se conviertan entonces los que se quejan de exclusión, en excluyentes, no se conviertan entonces los defensores de la vida, en asesinos, no se conviertan los que claman por la paz, en violentos…no pretendan los que una vez fueron esclavos,  esclavizar a los que no piensan como ellos.

Si en lo que tiene que ver con los hechos de Popayán la justicia tiene campo de acción, que haga lo que le corresponda, y sí, que a la par se debata, pero que lo segundo no excluya lo primero porque sería grave entonces para la institucionalidad que caprichitos no permitan la acción del estado que deberá procurar el bien general por encima  de pequeños reductos sociales de los que ya estamos sospechando, viene abusando sistemáticamente de las prebendas conseguidas a través de los años.

Norman Mesa Lopera

Comunicador Social de la Católica del Norte Fundación Universitaria. Activista de la cooperación como herramienta de crecimiento social y observador apasionado de la política. Las discusiones las termino con un silencio reflexivo.

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