Partamos de la definición clásica que concibe la geopolítica como la ciencia que estudia la influencia de los factores geográficos en la vida y evolución de los Estados. Partimos de esta definición porque es la que nos lleva a comprender los Estados como organismos vivos que nacen, crecen (desarrollan) y mueren (desaparecen), pongamos algunos ejemplos que ilustran lo anterior, un primer hecho histórico es la paz de Westfalia en 1648 que pone fin a la guerra de los treinta años y establece un primer sistema internacional modificando el mapa de Europa, por lo que antiguos reinos desaparecen al ser anexados a otros, otro ejemplo que nos acerca son algunas de las guerras del siglo XX, la guerra de los Balcanes (1912-1913) y las guerras mundiales. Tras la I Guerra Mundial (1914-1918) desaparece el Imperio Otomano, modificando el mapa de Oriente Medio y la II Segunda Guerra Mundial (1939-1945) divide a Alemania formando dos Estados, modificando el mapa de Europa.
Los mapas pueden cambiar fácilmente, es necesario solamente un conflicto por el dominio territorial; para que esto suceda, sin embargo, la geopolítica no solo se basa en la desaparición y creación de nuevos Estados por motivos bélicos de dominio, algunos otros conflictos han tenido elementos diferentes al de la tierra. La guerra de la antigua Yugoslavia entre 1991 y 1999, -aunque algunos conflictos menores se extendieron hasta 2001-, muestra la importancia que tiene el factor nacionalista en la geopolítica. serbios, bosnios, croatas, albanes, se encontraban sumidos en un mismo orden jurídico-estatal, aunque tenían diferencias religiosas, étnicas y culturales. Precisamente estas fueron las causas del conflicto, que es considerado como uno de los genocidios más crueles de los últimos tiempos, cuya consecuencia fue la desmembración de Yugoslavia.
Lo anterior, da una primera visión de la geopolítica desde la concepción de los Estados como organismos vivos, lo que conlleva a que siempre exista una posibilidad de tener un nuevo mapamundi.
La visión de la geopolítica ha sido cambiante a lo largo de la historia, ya vimos como una primera visión del dominio territorial por su tamaño, ubicación y riqueza, justificada en la anexión o separación de Estados que predominó hasta finales del siglo XX. La pregunta que surge es ¿es posible hablar de una geopolítica del siglo XXI y de ser afirmativa qué motiva esa geopolítica?, para tratar de responder tendremos como punto de partida el 11 de septiembre de 2001. El fatídico hecho del 9-11, cambió no sólo el orden mundial, sino que mostró el surgimiento de un nuevo actor internacional que antes estaba oculto y menospreciado: el terrorismo.
El terrorismo irrumpe en orden mundial como un actor geopolítico importante, asociado a los países ubicados en Oriente Medio y a la profesión de la fe islámica. La dificultad que presenta para la geopolítica actual es determinar quién es el terrorista, ante esto se ha asumido erróneamente asimilar como sospechoso de terrorista a toda persona que profese la fe islámica.
El terrorismo islámico es una acepción occidental utilizada para designar las acciones violentas por parte de los grupos islámicos, estas acciones se encuentran justificadas en un fundamentalismo religioso. El terrorismo islámico presenta dos manifestaciones el yihadismo y el selafismo. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, por al-quaeda, los grupos terroristas islámicos se convirtieron en los enemigos internacionales de Estados Unidos, así se justificó la intervención gringa a Afganistán para derrotar el régimen talibán y posteriormente su incursión en Irak, con lo que se generaron tensiones en el sistema internacional.
A partir de esos hechos, las relaciones internacionales entre los Estados occidentales y los islámicos, ha estado marcada por la desconfianza, en el occidente el islamismo es sinónimo de violencia, muerte y radicalismo, todo lo que huele a islam genera terror y por tanto hay que intervenirlo. Esta concepción occidental desconoce que el islam es una religión caracterizada por la búsqueda de la armonía y la paz.
Esta lucha contra el terrorismo resulta ser una cortina de humo, para esconder las verdaderas intenciones de las potencias mundiales, que bajo el argumento de la seguridad mundial o nacional, invaden Estados islámicos como la invasión de Irak en el año 2003, cuando el objetivo principal es hacerse con el control de los yacimientos de petróleos y los recursos naturales.
La cultura islámica y musulmana choca con los valores, el proyecto político y el liderazgo de los estados occidentales en cabeza de Estados Unidos y sus aliados de Europa, lo que nos coloca ante un nuevo escenario geopolítico, no consistente ya en la dominación territorial y de sus riquezas, sino de una dominación cultural, aspectos como libertades individuales, la fuente de la legislación, el papel de la mujer, fundamentalismo religioso y régimen totalitarista (teocracia), son algunos de los elementos que justifican esta pugna geopolítica de imponer la democracia occidental.
Es evidente que las sociedades musulmanas han tratado de dar pasos hacia la democracia, sucesos como la primavera árabe así lo demuestran, sin embargo, pretender que los Estados islámicos adopten un régimen democrático es imposible, puede que se den avances en el tema de los Derechos Humanos, pero la pretensión democrática contradice todo el ideario islámico, su cultura y su tradición, pretender que los Estados islámicos giren hacia la democracia occidental, traería grandes implicaciones, en cuanto que se sería una imposición de valores que hacen parte de otra cultura, sería un proceso de aculturación, que lo único que generaría es una despersonificación del hombre islámico.
A modo de conclusión, la geopolítica es un concepto dinámico y cambiante, aunque esté asociado al territorio, la pretensión de dominio y control ha ido cambiando del dominio territorial (geopolítica territorial) al dominio cultural (geopolítica cultural), pronto estaremos frente a la geopolítica hídrica (geopolítica del agua), marcando el poder de Estados directamente proporcional al control y dominio de las fuentes de agua.