Javier Ordoñez no murió, a Javier lo asesinaron. A Javier lo mato la policía, lo mato la negligencia y el uso injustificado de la violencia.
¿A quien acudimos entonces si quienes juran protegernos son los que nos matan? ¿De verdad podemos usar el argumento que son un par de manzanas podridas? Ya son tantas que me atrevería a decir que el problema viene desde la raíz y no solo de los frutos. No creo que la solución sea ese argumento que tanto sonó en Estados Unidos, el “Abolish the police” (Abolir la policía), de una forma u otra necesitamos a la fuerza publica para mantener el orden en el país. Tampoco concuerdo para nada con el A.C.A.B (Todos los policías son unos bastardos), si bien hay quienes solo le traen deshonra a ese uniforme, hay muchos quienes todavía mantienen su juramento protegiendo las vidas de los colombianos y cumpliendo su labor con la mayor honradez posible.
El cambio es más que necesario, se tiene que reformar desde la raíz a la policía nacional y hay que exigir este cambio por medio de la protesta (Derecho fundamental de todos los colombianos). Pero no podemos pretender generar un cambio haciendo uso de la violencia y el vandalismo, con esto lo único que se consigue es minimizar la importancia de la verdadera protesta, aquella que se hace desde la paz en búsqueda de la paz.
No se puede juzgar todo desde los extremos: No toda protesta es acto vandálico y no todo policía abusa de su autoridad. La muerte de un colombiano no puede ser utilizado como estrategia política, cuando un colombiano muere, no muere solo para la izquierda o para la derecha, muere para el país. Actos como los que cometieron estos policías no pueden ser defendidos de ninguna manera, lo mismo con los actos de vandálicos, como país debemos luchar por lo que es correcto de la manera correcta sin importar nuestras ideologías políticas.
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