De Jueces a Exploradores: un manifiesto contra los estereotipos

“Este es un manifiesto, una pequeña revolución, una invitación a romper el molde. Es hora de dar paso a una representación más auténtica y diversa del envejecimiento, una que refleje la riqueza y complejidad de las experiencias de las personas mayores”.


Soy gerontóloga y publicista. Una combinación que, a simple vista, podría parecer contradictoria. Por un lado, me dedico a estudiar y comprender el envejecimiento, un proceso natural e inevitable que todos experimentamos. Por otro lado, trabajo en una industria que perpetúa estereotipos negativos sobre la vejez, asociándola con decrepitud, enfermedad y soledad.

Este juego de roles me lleva todo el tiempo a una batalla interna, algo así como David contra Goliat. David tiene una causa noble, la realidad de la vida y de los años, pero Goliat es un mostro de múltiples brazos, que representan a los medios de comunicación y las plataformas digitales, te bombardea de mensajes tan rápido que al final no entiendes porqué estas tan triste y de dónde salió el hueco que sientes en el pecho, necesitas de todo para ser feliz, o al menos para parecer que lo eres.

Como ven es una lucha entre la realidad y la imagen que la sociedad nos impone. Un juego en el que como publicista me he visto obligada a participar, es como vivir en una incoherencia permanente. Me halaga que me digan que «parezco menor», que soy una «pelada muy joven» que no aparenta su edad. Pero también sé, que este tipo de comentarios aunque bien intencionados, refuerzan la idea de que la vejez es algo indeseable, algo que sería mejor evitar, que ojalá no nos pasara, como esas frases que dicen por ahí en la industria del autocuidado, “el elixir de la juventud”, “el remedio para PREVENIR las arrugas”, “Échese esta crema ANTIenvejecimiento”, querrán decir, ANTINATURAL. ¿Que son los años sino la vida misma?

Parecerá absurdo, pero aún con todo en contra, apostaría por David esta, y otras tres vidas. Ya sé como termina esa historia, David gana a punta de estrategia. Entonces me surge la siguiente reflexión. ¿Por qué jugamos tanto a ser jueces? ¿Por qué opinamos con tanto desparpajo sobre la vida y las arrugas del otro sin conocerlo? ¿Por qué nos sentimos tan incómodos con la vejez? ¿Por qué nos empeñamos en negar su existencia o en disfrazarla de juventud? ¿Qué pasaría si, en lugar de juzgarla, nos atreviéramos a explorarla?

Seamos exploradores

Ser un explorador significa dejar de lado el papel de juez y abrazar la diversidad de experiencias que conforman cada trayecto de vida. Significa cuestionar los estereotipos, desafiar las narrativas únicas y dar voz a las múltiples historias que componen el mosaico del envejecimiento.

Los medios de comunicación y la publicidad juegan un papel fundamental en la construcción de nuestras percepciones sobre la vejez. A menudo, nos presentan una imagen caricaturizada y limitada de las personas mayores, la han generalizado, retratándolas como enfermas, solitarias y dependientes. O nos muestran personas dizque “viejas” en las series y películas, que más parecen treintañeros con tinte blanco, eso no corresponde a la realidad.

Este es un manifiesto, una pequeña revolución, una invitación a romper el molde. Es hora de dar paso a una representación más auténtica y diversa del envejecimiento, una que refleje la riqueza y complejidad de las experiencias de las personas mayores.

El Peligro de una Sola Historia

Hace un par de años escuché a Chimamanda Adichie, una maravillosa escritora africana en su charla TED, dónde nos advierte sobre el peligro de una sola historia, de cómo una narrativa única puede moldear nuestras percepciones desde la infancia. Cuando nos limitamos a una sola historia sobre el envejecimiento, nos perdemos la oportunidad de descubrir la riqueza de las vejeces, cada una única y valiosa en su complejidad.

Los estereotipos nos encasillan en pequeñas cajas que ocultan la diversidad de nuestras curvas. Las personas mayores no son un grupo homogéneo, son el grupo etario más diverso que existe, son cambiantes y llenos de historias por contar. Debemos desafiar esos estereotipos y abrirnos a la multiplicidad de experiencias que enriquecen nuestra sociedad.

Los encuentros intergeneracionales, por ejemplo, son espacios para comprendernos como seres humanos más allá de nuestras edades. Aprendemos, enseñamos, nos enriquecemos mutuamente. En estas interacciones se teje una nueva cultura de entendimiento, vital para construir una sociedad para todas las edades.

El viaje comienza con la exploración de nuestras propias historias. ¿Cómo nos relacionamos con el envejecimiento? ¿Qué estereotipos hemos interiorizado? ¿Qué historias queremos contar sobre nuestras propias experiencias? ¿Qué piensas de tus arrugas? Explorando nuestras propias experiencias podemos comenzar a desafiar esos estereotipos tan marcados, para construir una narrativa más inclusiva y respetuosa sobre el proceso de envejecimiento y la vejez como etapa.

No se trata ahora de vender una imagen idealizada de la vejez. Se trata de mostrar la realidad en toda su complejidad, de celebrar la diversidad de experiencias y de construir puentes entre generaciones, dejando de lado esas imágenes y creencias que no nos representan para convertirnos en exploradores de cada uno de los trayectos de nuestra propia vida. En nuestras manos está el poder de transformar cómo percibimos y vivimos este proceso natural, inevitable, que a todos nos tocará vivir.


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Melissa Usme Botero

Gerontóloga y publicista. La Chispa Podcast. Comunicación para el envejecimiento

1 Comment

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  • Excelente escrito. La vejez no es algo anormal ni malo. Qué importante cambiar la concepción errada de la vejez y envejecimiento en la sociedad, empezando por nosotros mismos.