De corrupto a corrupto se regala el voto

Pensar en un candidato idóneo para apostarle a la nación es difícil y egoísta , cuando normalmente termina siendo una decisión subjetiva en la que prima el interés propio, como casi todo lo que hacemos consistentemente. Arraigados al mal poder, condenados al hambre y la pobreza, a la ignorancia, a la vulneración de los derechos, tan privados de la vida y la muerte digna, tan nublados por la indiferencia ambiental, el humo de las adicciones que carecen de acompañamiento y políticas públicas, negados a la educación, buscados para dar un voto, y claro, el corrupto político y el corrupto ciudadano siempre dispuestos a darse la mano.

No nos interesa la academia, ni lo que propongan otros nuevos candidatos, lejos de los partidos políticos convencionales que han amedrentado el país una y otra, de esos que nos gustan tanto, a los que les trabajamos día y noche para que se acuerden de ofrecer un cargo en sus gabinetes, de esos a quienes pedimos favores y esos que nunca pagan por el beneficio de los que movieron desde abajo cada campaña política.

Pensar en el poder, en mal poder es fácil, lo hemos vivido y estamos tan acostumbrados que no lo criticamos, nos acostumbramos y lo preferimos una y otra vez, a pesar de que la inseguridad ciudadana y alimentaria esté ahí, como siempre, siendo solucionada con paños de agua tibia, sin campañas que eduquen, sin diálogo, sin nada.

En Colombia, actualmente, según el Dane al indagar por el hurto a residencias, el 1,8% de los hogares para el total nacional reportaron haber sufrido este hecho. Mientras que el 0,9%, de los hogares en el total nacional informaron haber sufrido hurto de ganado, semovientes o aves de corral. Frente al hurto a personas, 5,0% de las personas de 15 años y más en el total nacional informaron haber sufrido este delito al menos una vez durante 2019.

Pasto presentó la tasa de victimización más alta de 2019 con 16,3%, 8,7 p.p. menos en comparación con 2018. En contraste, Cartagena tuvo la más baja con 4,0%, 5,6 p.p. inferior a la registrada en el año inmediatamente anterior. La tasa de denuncia en 2019 se ubicó en 30,2%; en las cabeceras llegó al 30,6%, y en los centros poblados y rural disperso fue 27,6%.

En 2020, la tasa de percepción de inseguridad en la ciudad o municipio fue 39,0%, 4,7 p.p. inferior a la registrada en 2019. Para las mujeres dicha tasa fue de 40,9% y para los hombres se ubicó en 36,9%. Las mayores tasas de percepción de inseguridad en la ciudad en 2020 se encontraron en Cúcuta, con 71,9%, y en Bogotá D.C., con 69,0%. En contraste, las menores tasas se registraron en Manizales (10,4%) y en Pereira (26,7%).

El lugar o espacio con la más alta tasa de percepción de inseguridad en 2020 fue la vía pública (41,2%), seguido del transporte público (incluyendo paraderos y estaciones) con 33,9%. En contraste, el lugar o espacio donde la persona realiza su actividad principal tuvo la tasa más baja (10,4%).

Al caracterizar el hurto de personas en 2019, el 60,8% de los mismos tuvo como víctima a la población de 25 a 54 años, siendo el rango entre las 12:00 m. y las 5:59 p.m. la hora donde se presentó el 35,7% de los casos de este tipo de delito. En el 75,8% se hurtó el teléfono celular.

Entre 2018 y 2019, el 17,1% de las personas mayores de 18 años del país experimentaron al menos un problema, desacuerdo, conflicto o disputa. Por tipo de problema, el mayor porcentaje (10,5%) lo tuvo la categoría de problemas asociados a afectaciones, daños o perjuicios causados o derivados de delitos.

¿Y si pensamos en las mujeres como garantes de seguridad y Derechos?

No nos gusta ver mujeres en el poder, buenas mujeres, de esas que catalogamos diferentes, preparadas, sociales, con ejemplo de proyección y encaminadas a la ayuda, es que no es lo mismo llegar al poder sin un apellido reconocido y haber vivido en la pobreza  que  llegar al poder con “Amigos” influyentes que esperan por el pago de la cuota política.

Necesitamos como ciudadanos no pensar en menos malo, necesitamos ser exigentes, votar por lo que necesitamos y queremos, al final uno busca quien proteja sus derechos constitucionales. Hay que dejar de pensar que el presidente es la eminencia (en un país donde no hay reyes), debemos elegir para que nos rindan cuentas, que se demuestre con hechos el cambio administrativo y social que nos merecemos, elegir no para decir el presidente es mi amigo. Esto debe ser un trabajo, donde debería ganar el más capaz y no el que pastelió el exámen, no debe ganar el que le llora al profe para que le suba una décima.

En Colombia no necesitamos más experimentos de ensayo y error, necesitamos quien tenga claro que es gobernar un país, sin tanto titubeo. A propósito: ¿Cuándo cesará la horrible noche? Que las palabras no se queden en los discursos.


Andrea Ochoa Restrepo

Comunicadora Social- Periodista con énfasis en Educación de la Universidad Católica Luis Amigó.
Maestreando en Economía Aplicada Eafit
Apasionada por las letras, el periodismo investigativo y los viajes como una forma de conocer el mundo.

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