Los últimos actos terroristas perpetrados en la capital de Colombia son la frutilla del postre fabricado con dinamita que los grupos terroristas han repartido en Colombia de manera mancomunada, y una muestra más de que la política de seguridad y anti-drogas del gobierno Santos son uno de sus más grandes fracasos.
El accionar criminal de las FARC en éstos últimos días luego de romper la tregua uni-lateral (casi bilateral) se ha intensificado, el evidente plan pistola contra miembros de la fuerza pública y los diferentes atentados demenciales en diferentes partes del país han llevado al país a confundirse más profundamente sobre la verdadera intención de paz de esta narcoguerrilla.
Lo más preocupante de todo ha sido la indolencia y falta de liderazgo del Gobierno nacional, y digo indolencia porque siendo sinceros lo que pasó en Tumaco es aún más grave que las barbaridades (según Santos) cometidas por el ELN en la capital del país. En la tarde del 2 de Junio dos artefactos explosivos estallaron en la capital colombiana, uno en una oficina del Fondo de pensiones y cesantías Porvenir en el centro de la ciudad y el segundo que estalló después en la localidad de Puente Aranda.
Pero lo que genera más preocupación es que una vez más se confirma que para muchos gobiernos hay ciudadanos de primera y segunda categoría, porque en ningún momento el presidente mostró una actitud verdaderamente solidaria con la comunidad tumaqueña, la cual se encuentra sin agua por culpa de los talibanes farianos, en cambio lo sucedido en Bogotá fue motivo suficiente para cancelar su agenda diplomática. El centralismo recorre sus venas, ni hablar si el atentado hubiera sido en Anapoima. Se cae la mesa habanera.
Sin duda todos estos actos delictivos llevan a hablar de un retroceso en materia de seguridad y a preguntarse qué beneficios ha traído el proceso de paz, siendo muy pocos porque el recrudecimiento de la violencia que de alguna manera se había dejado atrás parece renacer, y el narcotráfico (que es el verdadero mal de Colombia) ve incrementando día a día su producción sobre todo en toneladas de cocaína, ya que en comparación con 2014 la fabricación de este cáncer blanco pasó de estar en 290 toneladas a ubicarse en 442 (a mitad de este año), siendo un aumento del 52%. Así que si este negocio sigue en auge el motor de la violencia seguirá como un círculo vicioso, porque el combustible del conflicto es este, y los resultados de la política anti-drogas de Juan Manuel Santos son impresentables.
No se puede asegurar que los dementes de las FARC sean los responsables del terror en Bogotá (No hay las pruebas), pero la debilidad y legitimidad del gobierno Colombiano han animado a los diferentes grupos terroristas y narcotraficantes que antes se encontraban escondidos a creer nuevamente que su causa es posible, porque no encuentran un estado sincronizado y con las metas claras sino a un mar de nervios que se mueve entre las coyunturas y tapan las realidades con cortinas de humo. Porque Juan Manuel Santos está tallado con la misma estirpe de aquellos que han gobernado de esa manera al país por más de un siglo. “La estirpe de los Santos”.
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