El concepto de cultura ha sido gaseoso y etéreo, pues normalmente obviamos lo holístico que puede llegar a ser, y se minimiza a algo más palpable, como ferias y espectáculos, pero dejando por fuera el enorme significado que conlleva.
Cultura es la expresión de una sociedad, lo que cohesiona el tejido social y nos diferencia de otras comunidades (otredad); es la interacción entre nuestra historia y la forma en que los habitantes se relacionan con el entorno y con los diferentes actores que en ella se interrelacionan.
Está marcada por el idioma, los mitos, las leyendas, los relatos, las tradiciones, la gastronomía, los ritos y también, por las diferentes expresiones artísticas, ya que, en sí, son una muestra de autenticidad y de identidad frente al complejo mundo que nos rodea. Si pudiéramos llevar el concepto al paralelismo, podríamos decir que es la personalidad y forma de pensar/actuar de una sociedad.
Es la lógica común que nos representa, la identidad, las fortalezas, los miedos e incluso, la visión del mundo externo fuera de las murallas del territorio.
En determinadas sociedades, vemos como el entorno cultural es mucho más fuerte, debido a una multiplicidad de factores, como lo “aislada” que pueda ser respecto a otras, o los “traumas” que hayan podido enfrentar, así como la forma en que los sanamos.
Un ejemplo claro es el Valle de Aburrá, pues la poca accesibilidad que tuvo desde tiempos coloniales, hizo que nuestra cultura fuera una expresión única y particular; al mismo tiempo, enfrentamos el trauma del narcotráfico, específicamente del Cartel de Medellín, lo que nos unió aún más para poder enfrentar juntos esa herida y sanarnos, ya fuera por medio del arte, los símbolos o los mitos populares que aun rondan en nuestras comunas.
Asimismo, es muy factible y hasta lógico, que dentro de una cultura, existan subculturas, pues el relacionamiento en todo el territorio no es el mismo, ya sea por la geografía o por las interacciones, y hoy en día, también es importante tener en cuenta la globalización dentro de los factores a estudiar, pues esta rebasa la cartografía para unirnos en visiones y concepciones individuales del mundo, para crear una nueva comunidad, un ejemplo de ello, es la comunidad rockera en Medellín.
Ahora bien ¿Cuál debería ser el papel de la institucionalidad respecto a la cultura? Las tareas son varias, incluyendo el permanente diálogo con los diferentes actores/gestores culturales para la promoción de actos simbólicos, pero también debe tener una misión moldeadora, es decir, dirigir nuestra cultura hacia un constante mejoramiento, y esto no quiere decir expresamente que deba haber manipulación, sino más bien, una actitud proactiva para enfrentar los males dentro de la misma sociedad.
Nuevamente, acudiendo al ejemplo, Medellín ha sido pionero en ese sentido, y es palpable en intervenciones dirigidas como en la Comuna 13, hoy referente cultural de la ciudad y de Colombia, por la transformación abismal ha tenido en los últimos 20 años.
Otro ejemplo claro, es la Cultura Metro, que busca generar ambientes de convivencia y respeto por lo que es de todos, especialmente nuestro transporte insignia.
Son por estas razones, que la cultura no es un mero adorno, sino una parte estratégica fundamental para la gobernanza, el diálogo ciudadano y la interacción de los diferentes actores, sean estos individuos o instituciones.
Así pues, la inversión cultural debe ser prioridad en las sociedades, tanto para preservar nuestra historia y valores, como para mantener nuestra identidad en un mundo en crisis que nos fuerza a perdernos en las laxitudes morales/éticas y el desarraigo por lo que somos.
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