Cultura de paz: la globalización de los DD.HH.

“Para mí, una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos. De reconocerlos y de contenerlos. De vivir no a pesar de ellos, sino productiva e inteligentemente en ellos. Que sólo un pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el conflicto, es un pueblo maduro para la paz.” Estanislao Zuleta (1985)


Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, en el año 1945, nace la ONU Organización de Naciones Unidas, actualmente conformada por 193 Estados Miembro y cuyo propósito fundacional atiende a la comunión de esfuerzos entre países para la búsqueda de la Paz en el mundo y la seguridad internacional, evitando así que la humanidad padezca eventos tan decepcionantes como los de la primera mitad del Siglo XX.

En la ciudad de París, el 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas mediante la Resolución 217 A (III) proclama la Declaración Universal de los Derechos Humanos, hoy traducida a más de 500 idiomas. Con la Declaración se establece la protección mundial de los DDHH Derechos Humanos Fundamentales, direccionando los gobiernos de los Estados Miembro hacia la construcción de humanidad, dignidad, valor, igualdad entre los géneros, las naciones y las etnias, promoviendo el progreso social en la búsqueda de niveles cada vez más elevados de respeto y libertad.

“Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los Derechos Humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la consciencia de la humanidad; y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias.” (ONU, 1948, P. 1)

Evolución del concepto de PAZ

Antes de 1945 se entendía por Paz un concepto de Paz Negativa – Pasiva que se refiere a la no guerra, es decir, la ausencia de violencia directa; el mantenimiento de la unidad al interior de los territorios, una resistencia defensiva al exterior y el derrocamiento del enemigo a través de la guerra.

Con la entrada en vigencia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, enfática en la construcción de Paz, el desarrollo de nuevos conocimientos en las ciencias sociales, humanas y jurídicas, y liderados por la UNESCO Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, se construye un concepto de Paz Positiva – Activa que establece a la Paz como la No Violencia, entendiendo la violencia en un sentido estructural que atraviesa nuestra dimensión política como individuos en democracia; la Paz Positiva como Reconciliación y no para derrotar al enemigo, como un conjunto de valores compartidos, desarrollando así el concepto de los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales.

El 6 de octubre de 1999, la ONU aprobó mediante la Resolución 53/243 la Declaración y el programa de acción sobre una Cultura de Paz, que más allá de ser la ausencia de conflictos, es un proceso positivo, dinámico y participativo que promueve el diálogo desde una relación de entendimiento/cooperación, y en este sentido, se pide a los gobiernos, las organizaciones nacionales e internacionales y a la sociedad civil en general a establecer acciones orientadas hacia la promoción de una Cultura de Paz, en la que todos somos responsables de una Paz que no está terminada.

Así las cosas, finalmente nos encontramos con un concepto de Paz Imperfecta que amplía la dimensión de estudio del conflicto y sus distintas causas que conllevan a la violencia. La Paz Imperfecta identifica tres pilares: 1. Paz Directa, como la regulación y disolución de los conflictos de manera no violenta; 2. Paz Cultural, como la existencia de valores mínimos compartidos que permitan una convivencia racional y armónica; 3. Paz Estructural, como la organización de nuestras instituciones y conductas hacia un máximo nivel de justicia social.

“… puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz.” (ONU, 1999, I).

Triángulo de la Violencia – Johan Galtung

Galtung explica la violencia desde tres aristas y las ordena en un esquema triangular, ubicando primeramente a la Violencia Directa y describiéndola como la punta de un iceberg ya que esta es la más evidente, indirectamente proporcional al concepto de Paz Negativa, refiriéndose a los hechos de guerra y crimen que se presentan en esta fase.

En los vértices inferiores del triángulo ubica a la Violencia Estructural y la Violencia Cultural que han sugerido históricamente trazar el camino para las manifestaciones más hostiles y deshumanizadas de la guerra. La Violencia Estructural se refiere a la precarización de las condiciones de vida y la falta de satisfacción de las necesidades básicas para que pueda el individuo desarrollarse en sociedad libremente, es importante recordar que el Estado nace como un pacto social cuyo fin esencial es proteger la vida y las condiciones dignas de sus ciudadanos, garantizando herramientas y acciones para una convivencia armónica y un equilibrio comunitario que rechace las expresiones de discriminación y segregación.

Finalmente la Violencia Cultural indica la legitimación de las otras dos formas de violencia previamente mencionadas, esta violencia ocurre cuando los habitantes de determinado territorio han naturalizado los hechos y expresiones de violencia, convirtiéndose en una especie de cómplices silenciosos de lo que pasa en su entorno y adoptando un pensamiento para la guerra. Este tipo de violencia es quizá la más profunda y peligrosa, pues una sociedad incapaz de reaccionar ante el horror y la tiranía puede atestiguar los más degradantes holocaustos.

Cultura de PAZ, globalización y un nuevo paradigma

En Artículo 1 de la Resolución 53/243, Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de Paz, la Asamblea General de la ONU – en asesoría de la UNESCO – definen la Cultura de Paz como:

 Una cultura de paz es un conjunto de valores, actitudes, tradiciones, comportamientos y estilos de vida basados en: a) El respeto a la vida, el fin de la violencia y la promoción y la práctica de la no violencia por medio de la educación, el diálogo y la cooperación; b) El respeto pleno de los principios de soberanía, integridad territorial e independencia política de los Estados y de no injerencia en los asuntos que son esencialmente jurisdicción interna de los Estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional; c) El respeto pleno y la promoción de todos los derechos humanos y las libertades fundamentales; d) El compromiso con el arreglo pacífico de los conflictos; e) Los esfuerzos para satisfacer las necesidades de desarrollo y protección del medio ambiente de las generaciones presente y futuras; f) El respeto y la promoción del derecho al desarrollo; g) El respeto y el fomento de la igualdad de derechos y oportunidades de mujeres y hombres; h) El respeto y el fomento del derecho de todas las personas a la libertad de expresión, opinión e información; i) La adhesión a los principios de libertad, justicia, democracia, tolerancia, solidaridad, cooperación, pluralismo, diversidad cultural, diálogo y entendimiento a todos los niveles de la sociedad y entre las naciones; y animados por un entorno nacional e internacional que favorezca a la paz.”

 A partir del año 2000, en el mundo se habla del compromiso de los Estados Miembro de la ONU en la construcción de una Cultura de Paz, de tal manera que se han ido expidiendo lineamientos multilaterales que permitan a los países adoptar y desarrollar metodologías y sistemas que promuevan valores comunes en las diversas sociedades, atendiendo al respeto, la libertad, la tolerancia y la promoción de la educación , la ciencia y la cultura como caminos para construir acuerdos éticos entre las personas, las comunidades y los países, responsabilizando así en mayor medida al Estado pero también a las organizaciones internacionales, el sector privado, los medios de comunicación y por supuesto a cada persona sobre su rol esencial en la camino de la No Violencia.

A medida que avanza el progreso y las dinámicas sociales dependen necesariamente de un espectro internacional, los Estados Miembro de la ONU – especialmente los que se encuentran en vías de desarrollo como Colombia – han ido consolidando Políticas Públicas (Propuesta para la Política Pública de DDHH en Colombia (2014 – 2034) “De la Violencia a la Sociedad de los Derechos”, la Estrategia Nacional para la Garantía de los DDHH (2014 – 2034), y el proceso de alistamiento para la construcción participativa del Plan Nacional de Acción en DDHH) que direccionan las prácticas culturales hacia una visión del mundo condensada en torno a los valores que ha ido estructurando la comunidad internacional.

Cabe señalar que gracias al cumplimiento de estas directrices y una nueva interpretación de la Paz adecuada a los estándares internacionales, se permite que el país pueda referenciarse de manera positiva en términos de acceso a créditos y cooperación, que sostenga la capacidad de comerciar con el mundo y que sus instituciones se reconozcan como parte de la comunidad internacional. Si bien la resolución establece el respeto por la soberanía e independencia de las naciones, éstas están sujetas a adoptar medidas que les permitan acceder a las garantías de Seguridad Humana que brinda la comunidad internacional.

El nuevo paradigma engloba una nueva humanidad; una concepción empática y comprensiva de lo otro, una actitud de escucha íntegra y aptitud para el diálogo constructivo. La posibilidad de establecer una ciudadanía universal donde las personas del mundo puedan identificar una base de dignidades, derechos y obligaciones comunes, responsabilizando a todos los actores de la sociedad en la protección de las libertades fundamentales y el respeto por la vida que es diversa.

La Transformación Digital ha sido un gran impulso en el proceso de globalizar las ideas que soportan Derechos Humano pues alrededor del mundo se han logrado conectar movilizaciones sociales para proteger los derechos, libertades y dignidades de las personas, lo que implica que cada vez las bases son más conscientes de los límites del poder frente a la humanidad. Sin embargo, quienes no comparten este nuevo paradigma (entre ellos el saliente presidente de los Estados Unidos, Donald Trump) han centrado su discurso en dividir y polarizar la sociedad a través de miedos infundados que en última medida apelan a nuestra propia ignorancia sobre nuestra especie y su forma de convivir consigo y en el mundo.

Nuestra humanidad es un largo camino que durante un tiempo breve atravesamos, el proyecto de su construcción es inacabable en nosotros pues sucederán nuevas generaciones, más caminar cada día implica el aprendizaje y la búsqueda por el sentido que nos da felicidad y nos permite la armonía en sociedad.

María Mercedes Frank

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