<<Del agua brotó la vida.
Los ríos son la sangre que nutre la tierra,
y están hechas de agua las células que nos piensan,
las lágrimas que nos lloran y la memoria que nos recuerda…>>
Galeano, Los
hijos de los días.
La crisis energética que vive actualmente el planeta ha llevado a un diseño mundial según el cual los países del sur global aportan en la tarea de mantener flujos de energía que permitan seguir con la acumulación de capital. Bajo ese panorama no es tan difícil entender el modelo Colombiano: Economía extractivista minero-energética. El país entra a ocupar parte de una geopolítica estratégica según la cual los países más industrializados le plantean al “tercer mundo” proteger y conservar los recursos mientras acentúan la reprimarización de sus economías como forma privilegiada de inserción al sistema mundial.
En ese contexto, el ordenamiento de los territorios viene a ser moldeado por los intereses de compañías privadas y corporaciones multinacionales en detrimento de los bienes comunes tanto naturales como culturales. La situación del Casanare con más de 20.000 animales muertos -con todo lo que eso significa para el equilibrio dinámico de la ecología regional- es sólo un síntoma local superficial de la gran crisis ecológica planetaria.
Resulta interesante analizar las palabras de Omar Franco, director del Ideam, quien ha declarado sobre la tragedia, que es “normal” el fuerte verano sufrido en la Orinoquía (Ver: http://goo.gl/HB3Ozr). Según Franco, la alta mortalidad de especies es un proceso de regulación natural. Se trataría simplemente de entender que el intenso verano es un proceso ambiental que nada tiene que ver con actividades extractivas. Ahora bien, será cierto que los procesos de cambio climático son naturales? O son más bien procesos ecosistémicos modificados por cuestiones culturales?.
Según las declaraciones de Franco, las empresas que tienen actividad extractiva en la región como Pacific, Geo Park, Cecolsa, Petrominerales, Ecopetrol, New Granad o Parex nada han tenido que ver con la crisis. Sin embargo, en Diciembre de 2013, más de 4000 personas de varias comunidades del municipio de Tauramena (Casanare) a través de una consulta popular dijeron no estar de acuerdo con la ejecución de actividades de exploración sísmica, perforación exploratoria, producción y transporte de hidrocarburos en varias veredas donde se ubicaba la recarga hídrica del municipio.
En su momento, el ministro de minas Amylkar Acosta expresó que era “improcedente” y “preocupante” dicha consulta, y que era una extralimitación que las consultas populares decidieran sobre la explotación de recursos en los territorios. Sin embargo, las comunidades argumentaban que la actividad sísmica ponía en peligro varias reservas de agua del departamento. En definitiva, los saberes comunitarios relacionaron la actividad minero-energética con la degradación de la naturaleza y de las fuentes de agua. Tal como lo advertían las organizaciones en esa ocasión, hoy el departamento sufre las consecuencias de las actividades extractivas.
Desde hace más de dos décadas James O´Connor advertía acerca de la segunda contradicción del capitalismo, según la cual el capital se reestructura cada vez más a expensas de las llamadas condiciones de producción. En su fase ecológica, el capital degrada y contamina las fuentes de agua, destruye la biodiversidad y erosiona las culturas. Por tanto, esta dinámica del ecocapitalismo se ha convertido en acuciante con el agravamiento de la crisis ecológica contemporánea.
Recientemente Eduardo Gudynas, una importante autoridad latinoamericana en los análisis sobre extractivismo, llamaba la atención acerca de la dependencia que ha creado la comunidad latinoamericana en torno a los proyectos extractivistas y sobre la necesidad de trascenderlos tanto política como culturalmente. En América latina casi todos “quieren sembrar el petróleo, pero terminan vendiéndolo. Y si el petróleo se agota, intentarán exportar cobre, carbón o soya. Por lo tanto, es necesario tanto un cambio cultural como uno político” (Ver: http://goo.gl/8b2qix).
Sin embargo, para estudiar la alta mortalidad de fauna silvestre y el desequilibrio ecológico de Casanare no bastaría solo con analizar la influencia destructiva de los proyectos extractivos. Los estudios ecologistas de los años 70´s propiciaron el surgimiento de una categoría que comenzó a ser llamada “las cuestiones globales”. Como resultado también de la geopolítica global, unos países parecieran autorizados para contaminar, mientras otros parecen destinados a sufrir las consecuencias de la contaminación.
En el nivel local, la influencia destructiva de los proyectos minero-energéticos, viene a ser profundizada por las consecuencias que sufren las comunidades a causa de un calentamiento global. El cambio climático generado principalmente por una industrialización ilimitada no ha sido creado por los pequeños campesinos del tercer mundo, sin embargo, son estos últimos en conjunto con la biodiversidad quienes lo sufren más dramáticamente.
Las instituciones siguen pensando la complejidad de la problemática ecológica del Casanare sin tener en cuenta la liberalización comercial, la mercantilización de todos los espacios de las naturalezas mediante la figura de los “servicios ambientales”, los derechos de patentes y los canjes de deuda externa por naturaleza. Todo esto, consecuencia de los diseños globales aplicados como recetas indiscutibles en un país que por su diversidad biológica y cultural es objetivo invaluable de la voracidad del capital.
El plan de choque propuesto por las elites político-económicas para el Casanare no pone en duda el modelo de acumulación ligado al consumismo y el aumento desenfrenado de la productividad apoyada en las técnicas de la revolución verde. Ante ese panorama, sin duda tendremos más de lo mismo.
[author] [author_image timthumb=’on’]https://scontent-b-mia.xx.fbcdn.net/hphotos-frc3/t1.0-9/10001347_1418342441756950_887470354_n.jpg[/author_image] [author_info]Juan David Arias Henao Egresado de la facultad de Ccias Agrarias-UdeA. Principales intereses: Estudios críticos de la globalización y el desarrollo; Estudios campesinos, ambientales y decoloniales; Estudios culturales y feministas; Estudios sociales de ciencia y tecnología; Ecología política. Leer sus columnas. [/author_info] [/author]
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