Conversaciones con Retamar: Poesía, literatura y cultura en América Latina II

Poeta, ensayista y promotor cultural son algunas de las facetas del cubano Roberto Fernández Retamar, quien desde sus primeros años de vida no ha parado un solo segundo en buscar un cambio social a través de la cultura. Por su labor honorífica ha obtenido múltiples condecoraciones y premios a nivel internacional; miembro del Consejo de Estado de Cuba, de la Academia Cubana de la Lengua y actual presidente de la Casa de las Américas es quizá uno de los intelectuales (vivos) más importantes del habla hispana. Desde Al Poniente tuvimos la oportunidad de conversar con él sobre diferentes dimensiones de la cultura; poesía, arte y revolución fueron los más mencionados. Por eso desde Al Poniente queremos invitarlos a leer esta serie de ensayos que publicaremos sobre el poeta Retamar y a que conozcan un poco más de su obra ya que hace parte de la historia literaria de América Latina.

La poesía que habita la Casa de las Américas:

La lista de escritores y artistas vinculados a la casa es gigantesca, son millares e incluso algunos trabajaron físicamente en la Casa de las Américas, el primero fue Ezequiel Martínez Estrada, escritor argentino; después vino Manuel Galich, escritor guatemalteco; estuvo también Mario Benedetti, Roque Dalton de El Salvador; muy vinculados a nosotros aunque no trabajaran físicamente en la Casa de las Américas; figuras como Julio Cortázar, Eduardo Galeano, el pintor Roberto Matta; en general, son muy pocos los escritores y artistas de América Latina que no han estado relacionados con la Casa de las Américas.

La Casa de las Américas ha venido creando también  una serie de programas, el primero de ellos fue el Programa Memorias y a lo largo de estos años hemos recibido correspondencias de parte de los más grandes de América Latina y el Caribe, e incluso de otros países como Estados Unidos, Canadá, España, Francia. También se creó un programa de Estudios de la Mujer, que lo dirige una compañera muy valiosa, alumna mía; se creó otro programa de Estudios de Culturas Originarias, Estudios de Latinos en los Estados Unidos. Martí que es la figura tutelar de nuestro país, decía que América iba del rio Bravo a la Patagonia pero, nuestra Casa de las Américas también está al norte del rio Bravo, porque hay decenas de millones de latinos en los Estados Unidos y por eso creamos este programa. Y el último programa, también muy importante, es el de Estudios sobre Afro América, porque Cuba entre otros países como Brasil, tiene un componente africano muy fuerte. Los de África vinieron a Cuba como esclavos, lamentablemente, y nuestro programa enfatiza mucho esta presencia de origen africano entre nosotros.

La lista de escritores y artistas vinculados a la casa es gigantesca, son millares e incluso algunos trabajaron físicamente en la Casa de las Américas, el primero fue Ezequiel Martínez Estrada, escritor argentino; después vino Manuel Galich, escritor guatemalteco; estuvo también Mario Benedetti, Roque Dalton de El Salvador; muy vinculados a nosotros aunque no trabajaran físicamente en la Casa de las Américas; figuras como Julio Cortázar, Eduardo Galeano, el pintor Roberto Matta; en general, son muy pocos los escritores y artistas de América Latina que no han estado relacionados con la Casa de las Américas. En el caso de Colombia, ustedes conocen a Gabriel García Márquez, a quien tanto quisimos y estuvo tan presente para nosotros; estuvo también vinculado a las instituciones de cine, fundó la Fundación de Nuevo Cine Latinoamericano y la apoyó hasta su muerte. En el número que viene de la revista Casa de las Américas está plasmado el trabajo de un gran escritor colombiano, alguien a quien estimo mucho, que es William Ospina; son muchísimos los escritores y artistas, y sería imposible nombrarlos a todos.

Se dio incluso el caso de algunos artistas y escritores que no simpatizaron con la revolución o que, en algún momento dejaron de hacerlo pero que tuvieron un vínculo con nosotros, por ejemplo, el gran escritor mexicano Octavio Paz, a quien conocí en París en 1960 cuando fui diplomático porque él era el encargado de asuntos en México y nos hicimos muy amigos. Cuando yo tomé a revista del embajador en la India, le mandé un cable y enseguida, Paz me mandó unos poemas.

El caso más espectacular aunque fue muy hostil a la Revolución Cubana, fue el de Jorge Luis Borges, el escritor argentino. Él no simpatizaba para nada con la revolución cubana y en general, no simpatizaba con la revoluciones. No fue muy político pero a lo largo de su vida tuvo simpatías políticas. Cuando era muy joven, se volvió apasionado de la Revolución de Octubre e incluso empezó a aprender ruso para leer a los escritores rusos; luego se volvió muy admirador de los impresionistas alemanes, en los años 20 apoyó a un político argentino, Hipólito Yrigoyen. Después, cuando se dio la Guerra de España, estuvo a favor de la República Española. Sin embargo, no fue nunca un político y, como yo lo admiro tanto, en el año 85 era mi segundo viaje a Buenos Aires y hablé con un editor Argentino para expresarle mi gusto y necesidad de conocer a Borges y pedirle que nos autorizara publicar una selección de textos, ello finalmente fue posible.

En esos momentos, pasó algo muy gracioso y fue que, cuando yo estaba reunido con el editor, sonó el teléfono y era Borges; le dijeron a María Kodama, su esposa,  que yo, un escritor cubano, quería hablar con él y fue posible. Cuando pude reunirme con él, le recité los primeros versos de una preciosa elegía escrita a Alfonso Reyes, que empieza diciendo:

El vago azar o las precisas leyes

que rigen este sueño, el universo,

Me permitieron compartir un terso

Trecho del curso con Alfonso Reyes.

 

<<Y ahora, si usted me lo permite, con María Kodama y Jorge Luis Borges>>. De inmediato cogí un taxi y llegué demasiado pronto.

Cuando llegué al piso de Borges -un piso demasiado modesto-, estaba una delegación brasileña, he incluso pensé que él me había tomado como parte de la delegación porque él era medio ciego. Cuando se fue la delegación, María Kodama los acompañó a la puerta y  yo no le dije nada a Borges porque pensé que no me veía, pero él al parecer nunca llegó a  ser enteramente ciego y veía bultos; y me habló con cuidado, con calma, ¡fue una tarde inolvidable! Un ser maravilloso. Me autorizó a publicar unas páginas escogidas suyas y me pidió que regresara a llevárselas pero, desgraciadamente, murió al año siguiente. En un momento le dije a Borges, <<lo que no podemos mandarle es dólares>>, a lo que él me respondió que no le interesaba el dinero.

A propósito de la poesía, les voy a contar qué me pasó a mí con la poesía. Yo tenía trece años, estudiaba en un instituto de un barrio donde yo nací, en el barrio La Víbora, orillero; y en un libro de textos encontré un poema de Julián del Casal, autor que para nosotros fue un poco lo que, para los colombianos, fue José Asunción Silva. Los dos murieron jóvenes, Casal iba a cumplir los treinta años y el poema que encontré decía:

Ansias de aniquilarme sólo siento

o de vivir en mi eternal pobreza

con mi fiel compañero, el descontento,

 y mi pálida novia, la tristeza.

Como tantos adolescentes, yo era un adolescente atormentado y esos versos me estremecieron, se lo debo a Julián del Casal. Cuando en 1980 me dieron en Cuba el Premio Nacional de Literatura, yo dediqué ese premio  a dos personas, a Julián del Casal que marcó mi entrada a la poesía, y a mi amigo entrañable que era sobrino nieto de Martí quien falleció a los diez y ocho años.

Yo admiro mucho a José Asunción Silva, y un día conversando con Gabriel García Márquez, le expresé mi admiración por él y por Porfirio Barba Jacob, y mi desconocimiento por sus vidas, y Gabo me hizo llegar un libro buenísimo de un escrito colombiano, no lo conozco pero lo admiro mucho, El mensajero (Fernando Vallejo). También admiro mucho al escritor colombiano Álvaro Mutis, tuve la oportunidad de conocerlo también gracias a Gabo. Mutis era monárquico y me decía: <<donde tú tienes la imagen del Che Guevara, yo tengo la imagen de Felipe Segundo>>, era un monárquico y un poeta sensacional. En los años 80, cuando todavía no lo conocía,  me pidieron escribir sobre literatura colombiana y yo, encontré que la poesía de Álvaro Mutis se continuaba en la prosa de Gabriel García Márquez; como no lo conocía, no sabía que eran amigos y nunca me imaginé que fuera a conocer a Mutis después. Mutis vivió mucho tiempo también en México, nunca tuve la oportunidad de tenerlo en Cuba pero me hubiera encantado que viniera -aunque no me lo imagino acá-.

Yo conocí también a León de Greiff, un gran poeta y jurado del premio Casa de las Américas, el tocia mucho y por eso, yo le hice unos versos burlones, pero no los recuerdo. La literatura colombiana es riquísima, yo desgraciadamente solo conocí Cartagena de Indias, y ya, por mi estado, viajar no se me es fácil, aunque desearía conocer el museo del oro. Se supone que los colombianos son quienes mejor hablan el español en hispanoamérica y yo, ya no podré volver.

Leer primera parte de este especial (I) 

Silvia Bustamante Mejía

Abogada de la Universidad Pontificia Bolivariana, especialista en Responsabilidad Civil y Seguros, y Magister en Derecho. Apasionada por la poesía, la salud y la academia.