Me senté a escribir esta mi primera columna del nuevo año, para el Portal Al Poniente, en la Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional de Colombia en la ciudad de Bogotá, con las buenas intenciones que uno se plantea para un nuevo año y con la esperanza de que estos propósitos se puedan llevar a cabo en este 2015.
Quienes tomamos la decisión de vida de dedicar buena parte de nuestra existencia a la docencia, entendemos que nuestros estudiantes son a la vez como nuestros hijos. Esto se manifiesta en mayor dimensión cuando se trabaja en una universidad con estudiantes de pregrado, muchos de los cuales ingresan a una carrera universitaria sin haber superado la adolescencia.
La vida me ha enseñado que la labor del profesor no se limita a transmitir un conocimiento, básico o especializado, sobre alguna rama del saber científico. Además de ello el profesor debe ser un guía y ojalá un referente para la formación de ciudadanos.
Como decía (1) el psiquiatra Karl A. Menninger: “Lo que el maestro es, es más importante que lo que enseña”.
Cuando estaba pensando en el tema de esta primera columna del año me llegó un mensaje al grupo WhatsApp de mis colegas de Almacenes Ley de los setentas y los ochentas, enviado por Oscar Bonette, con una serie de consejos que un personaje llamado Jackson Brown le envió a su hijo. Al leerlo no dudé en entender que estos consejos debían ser la columna vertebral de la presente crónica, que comparto con los lectores de Al Poniente:
Hijo:
– Cásate con la persona correcta. De ésta decisión dependerá el 90% de tu felicidad o tu miseria.
– Observa el amanecer por lo menos una vez al año.
– Estrecha la mano con firmeza, y mira a la gente de frente a los ojos.
– Ten un buen equipo de música.
– Elige a un socio de la misma manera que elegirías a un compañero de tenis: busca que sea fuerte donde tú eres débil y viceversa.
– Desconfía de los fanfarrones: nadie alardea de lo que le sobra.
– Recuerda los cumpleaños de la gente que te importa.
– Evita a las personas negativas; siempre tienen un problema para cada solución.
– Maneja coches que no sean muy caros, pero date el gusto de tener una buena casa.
– Nunca existe una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión.
– No hagas comentarios sobre el peso de una persona, ni le digas a alguien que está perdiendo el pelo. Ya lo sabe.
– Recuerda que se logra más de las personas por medio del estímulo que del reproche (dile al débil que es fuerte y lo verás hacer fuerza).
– Nunca amenaces si no estás dispuesto a cumplir.
– Muestra respeto extra por las personas que hacen el trabajo más pesado.
– Haz lo que creas que sea correcto, sin importar lo que otros piensen.
– Dale una mano a tu hijo cada vez que tengas la oportunidad. Llegará el momento en que ya no te dejará hacerlo.
– Aprende a mirar a la gente desde sus sandalias y no desde las tuyas.
– Ubica tus pretensiones en el marco de tus posibilidades.
– Recuerda el viejo proverbio: sin deudas, no hay peligros ni problemas.
– No hay nada más difícil que responder a las preguntas de los necios.
– Aprende a compartir con los demás y descubre la alegría de ser útil a tu prójimo. El que no vive para servir, no sirve para vivir.
– Acude a tus compromisos a tiempo. La puntualidad es el respeto por el tiempo ajeno.
– Confía en la gente, pero cierra tu coche con llave.
– Recuerda que el gran amor y el gran desafío incluyen también ‘el gran riesgo’.
– Nunca confundas riqueza con éxito.
– No pierdas nunca el sentido del humor y aprende a reírte de tus propios defectos.
– No esperes que otro sepa lo que quieres si no lo dices.
– Aunque tengas una posición holgada, haz que tus hijos paguen parte de sus estudios.
– Haz dos copias de las fotos que saques y envíalas a las personas que aparezcan en las fotos.
– Trata a tus empleados con el mismo respeto con que tratas a tus clientes.
– No olvides que el silencio es a veces la mejor respuesta.
– No deseches una buena idea porque no te gusta de quien viene.
– Nunca compres un colchón barato: nos pasamos la tercera parte de nuestra vida encima de él.
– No confundas confort con felicidad.
– Nunca compres nada eléctrico en una feria artesanal.
– Escucha el doble de lo que hablas (por eso tenemos dos oídos y una sola boca).
– Cuando necesites un consejo profesional, pídelo a profesionales y no a amigos.
– Aprende a distinguir quiénes son tus amigos y quiénes son tus enemigos.
– Nunca envidies: la envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento.
– Recuerda que la felicidad no es una meta sino un camino: disfruta mientras lo recorres.
– Si no quieres sentirte frustrado, no te pongas metas imposibles.
– La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo.
En la actualidad el internet le permite a cualquier joven el acceso a la información de una manera rápida y avasalladora, pero ese joven requiere de alguien que lo acompañe, que lo invite a reflexionar, que lo motive a detenerse en asuntos que para él tal vez no son importantes en el momento pero que la vida le mostrará que si valían la pena cuando sus padres o profesores se lo indicaron.
Como decía John Ruskin: “Educar a un niño (joven) no es hacerle aprender algo que no sabía, sino hacer de él alguien que no existía”.
[author] [author_image timthumb=’on’]https://alponiente.com/wp-content/uploads/2014/12/Diego-German-AL-Poniente-e1418367403784.jpg[/author_image] [author_info]Diego Germán Arango Muñoz Ingeniero Administrador de la Universidad Nacional de Colombia Psicólogo, de la Universidad de Antioquia Administrador Turístico, del Colegio Mayor de Antioquia. Especialista en Mercadeo, de le Universidad Eafit. Especialista en Investigación Social, de la Universidad de Antioquia. Profesor de la Universidad nacional de Colombia desde 1977. Profesor invitado a 35 universidades hispanoparlantes. Consultor en Marketing para más de 350 compañías. Director de más de 3,500 investigaciones empresariales en el campo del Marketing. Leer sus columnas.[/author_info] [/author]
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