Con Quintero, Medellín transita por una ruta peligrosa

Fuente: Cerosetenta

Medellín sufrió una época de violencia muy marcada en los años 80’s y 90’s, lo que nos exigió la unión sobre lo fundamental para sacar adelante a la ciudad, ya que la reputación y la estructura misma de la sociedad quedó afectada.

Esto implicó un pacto tácito en la clase dirigente de Medellín, en el que primaban, ante cualquier cosa, los intereses superiores de nuestra ciudad, incluso por encima de las rencillas y enemistades políticas. Fuera quien fuera el dirigente, había siempre un respaldo, porque entendimos que divididos no íbamos a superar la crisis que nos dejaba el narcotráfico y la violencia.

Con la llegada de este “modelo”, se implementó la triada Universidad – Empresa – Estado, ya que el progreso era imposible sin un trabajo mancomunado con la academia y el tejido empresarial que compone la urbe.

A raíz de esta nueva dinámica político-social, es que empezamos a ver las alianzas que se ejercían en torno a EPM y otras entidades descentralizadas como Ruta N. Esto llevó a que Medellín tuviera unas empresas públicas robustas, así como un componente académico y empresarial en su toma de decisiones estratégicas.

No quiere decir esto que existiera una dictadura del dirigente de turno, sino que había un constante consenso para marcar el norte de Medellín.

Este modelo político – administrativo ha sido elogiado y envidiado, pero más allá de los laureles nacionales e internacionales que recibíamos, nos brindaba estabilidad política y seguridad jurídica.

Desde que Daniel Quintero llegó a la Alcaldía de Medellín, esta realidad se fracturó, ya que se dedicó a cazar peleas con la clase empresarial del país, fisurando la confianza de los ciudadanos y haciendo de nuestras entidades líderes, fortines politiqueros al servicio de aspiraciones políticas futuras.

Quintero incluso decepcionó a varios de sus escuderos (algunos hacían parte de algunas de las juntas directivas que presentaron masivamente sus renuncias en el 2020), le dio la espalda a la academia, y con un discurso maniqueo, está dividiendo a la ciudadanía que siempre había estado unida entorno a la ciudad.

La ruta que hoy transita Medellín es peligrosa, pues nos deja al borde de una confrontación política que termina afectando a la ciudad, retrasando nuestro modelo de desarrollo, y provocando debilidades en la institucionalidad, que, en el corto, mediano y largo plazo, solo debilitará nuestra estructura social, devolviéndonos al caos de los 80’s y 90’s.

El populismo tiene muchas caras, también utiliza varios lentes para deformar la realidad, pero al final solo queda un abismo del que es muy difícil salir, y mucho más difícil regresar.

César Augusto Betancourt Restrepo

Soy profesional en Comunicación y Relaciones Corporativas, Máster en Comunicación Política y Empresarial. Defensor del sentido común, activista político y ciclista amateur enamorado de Medellín.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.