Comprando el mejor regalo

La época navideña ¡ha llegado! Adornos por todos lados, villancicos sonando sin parar, la familia organizándose para verse, y demás. Pero antes que esto empiece, ¡de verdad!, necesitamos prepararnos para la mejor parte: comprar los regalos.


Recordemos que esta época es también, la más odiada por los que están en contra del consumismo, o incluso del capitalismo. Aunque, realmente te has puesto a pensar ¿de dónde viene ese regalo perfecto que le quieres dar a tu ser querido? O más importante todavía, ¿cuánto cuesta trasladarlo hasta tus manos? A todo este proceso se le conoce como cadena de suministros, y empieza desde la compra de materia prima para fabricar el producto y termina hasta que este se encuentre en tu posición, o bien, en las manos del que recibió el regalo.

Supongamos que una chica llamada Laura le pide a Santa Claus una muñeca de plástico. La fabricación de esa muñeca viene desde China, pero la tela para vestirla viene de la India y puede que la tinta para decorarla venga de Turquía. Todo eso, necesita además de un transporte. Importan al país del comprador no solo una muñeca, sino cientos de muñecas para poder satisfacer la demanda navideña. Luego, al llegar al puerto, se topan con complicaciones.

Entra ahora un interventor con demasiado poder a nuestra cadena de suministros: una institución que tiene la idea de que las muñecas de plástico hechas en su país son mejores, que por cierto, su coste marginal fue mucho mayor a las otras y de menor calidad, agregando que, la oferta y demanda no son comparables a las de la importada. Este interventor: el Estado, buscará proteger su industria de la competencia y aumentar el valor de la muñeca de plástico que Laura anhela.

El Estado intenta incrementar el valor de la muñeca para evitar su consumo mediante unos impuestos llamados aranceles, para que así pueda existir más demanda hacia el producto nacional. Sin embargo, el Estado está omitiendo algo llamado valor subjetivo, y que es el que realmente le pone precio a la muñeca de Laura. Sus padres desean verla feliz el 25 de diciembre, por lo que están dispuestos a pagar lo que esté a su alcance para conseguir la muñeca importada. Para su desdicha, el Estado no puede controlar al mercado en su totalidad, más cuando los padres de Laura encontraron una copia demasiado similar a la muñeca original y de precio aún menor; aunque, ese vendría a ser otro tema.

Los impuestos que el Estado agrega a los productos que consumimos, afectan al consumidor e impiden una libre competencia, la cual, es necesaria para que obtengamos más accesibilidad a estos bajo una variedad de precios, diversidad y calidad.

Esta navidad, mientras salgas a comprar los regalos de tus seres queridos, te invito a hacerte las siguientes preguntas: ¿De dónde vendrá esto que estoy comprando? Del precio de este producto, ¿cuánto realmente pago en impuestos?, ¿sin intervención del Estado me saldría más barato? Y después analiza si el precio del producto es similar a tu valor subjetivo.


Este artículo apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.

Montserrat Portilla

Mexicana. Politóloga Internacionalista. Fundadora del grupo juvenil «Chavos Libertarios». Promotora de la Escuela Austriaca de Economía y del Gobierno de orden privado. Cristiana libertaria.

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