El día de pasado 22 de mayo se realizó una transmisión en vivo en el canal de Youtube de Daniel Samper, en la que se llevó a cabo un encuentro entre algunos candidatos presidenciales y un grupo de “youtubers” con el objetivo de atacar el problema de la abstención en los jóvenes colombianos en las elecciones del próximo domingo. Sin embargo, sobre este encuentro se han levantado todo tipo de opiniones y críticas bien argumentadas y por supuesto respetables, específicamente atacando la desinformación y la falta de intelectualidad de los “youtubers” en sus preguntas y aportes en temas de política y otros.
En esta columna mi intención no es hacer críticas al respecto, aunque soy muy consciente de todas las falencias que se evidenciaron y que estoy segura que la mayoría de ustedes también notaron y criticaron en su primera impresión del encuentro. La razón por la cual decidí analizar el problema desde otra perspectiva, es porque me di cuenta que poner a la vista, resaltar e incluso atacar a estos jóvenes y en general a cualquier joven por su desinterés y desinformación en temas de importancia social, no va a tener efectos positivos en ellos sino todo lo contrario, y no resolverá este importante problema de la cultura de la ignorancia en las nuevas generaciones; también me di cuenta de que soy completamente responsable por aportar al cambio y la resolución del problema, porque hago parte de los jóvenes colombianos y vivo todos los días evidenciando ese problema a mi alrededor que en un futuro dejará muchas consecuencias negativas y se profundizará más a lo largo de los años si no se hace nada al respecto.
Analicé entonces, a partir de experiencia propia y opiniones de personas de todas las edades y posiciones sociales, ¿Cuál es la mejor forma de reaccionar y cómo se puede aprovechar esta situación para resolver el problema ya mencionado? La respuesta es: paciencia y pedagogía. Es un hecho que la mayoría de jóvenes hoy en día no están interesados en temas políticos y económicos y las causas pueden ser muchas, todas ellas desencadenadas de problemas sociales más grandes como la baja calidad de la educación en el país, el enfoque y la importancia del contenido difundido en redes sociales, la mala imagen de la política llevando a la sociedad a un desinterés y pesimismo sobre la misma, la falta de democratización de la información, entre muchas otras que no mencionaré porque mi objetivo no es justificar esta problemática sino solucionarla.
Mi solución no es compleja, requiere paciencia y pedagogía de los que ya hacemos parte del cambio para guiar a los que todavía no, a través de un proceso de crecimiento y evolución intelectual; el primer paso es hacer que los jóvenes bajo su propia voluntad se interesen por saber o involucrarse en estos temas, como en este caso, cuando suceda eso, se convierte en una oportunidad para que se profundice el interés y se pueda incentivar a que ellos empiecen a informarse e investigar comenzando con pequeños hábitos como ver las noticias, leer prensa, leer columnas de opinión o libros con contenido más exigente sobre cualquier tema y así poco a poco formar una opinión personal crítica, analítica y con buenas bases sobre cualquier situación. Este es un proceso largo pero efectivo que a largo plazo logrará que las nuevas generaciones estén involucradas y comprometidas con la sociedad; debo resaltar por último, que este cambio social se logra esencialmente con cada pequeña acción hecha por cada uno de nosotros, podemos elegir avergonzarnos de los jóvenes y discriminarlos con superioridad o podemos ser pacientes, incluirlos y empezar un proceso pedagógico que genere cambios. Recordemos esta frase del exitoso empresario francés Alain Ducasse: “Lo mejor que se puede compartir es el conocimiento”.