Comida y paz, la mejor vacuna contra la pandemia

Vía: Gestión

El Premio Nobel se entrega en diferentes áreas desde 1901 en honor a la última voluntad de Alfred Bernhard Nobel, químico sueco, quién dedicó su vida a la invención. El Premio Nobel se ha convertido en un simbolismo de reconocimiento a los aportes para mejorar la fraternidad en el mundo en diferentes áreas como la literatura, la física, la química, la medicina, la economía y por supuesto la paz. El premio Nobel de La Paz se ha entregado tanto como un reconocimiento a los esfuerzos para terminar con los conflictos armados alrededor del mundo, como a la prevención de los mismos, ya sea en desarme, negociaciones, democracia o derechos humanos.

En el 2020 el mundo ha vivido, de una manera inesperada, un choque histórico; la presencia del nuevo coronavirus Sars-cov 2,  ha traído no sólo consecuencias a nivel de salubridad y de medicina, sino que las afectaciones han alcanzado casi todos los ámbitos sociales como pocos fenómenos lo habían causado en la historia de la humanidad.

De esos ámbitos, la pobreza es uno de los más lacerantes, ya que causa otros problemas mayores como el hambre y la violencia directa. Según datos recientes tanto del Banco Mundial, como de la Organización Internacional del Trabajo, como del Programa Mundial de Alimentos, se estima que en el 2020, entre 40 y 70 millones de personas caerán bajo la línea de pobreza en el mundo, lo que sumado a las 135 millones de personas que padecieron hambre en 2019, podemos esperar que el 2021 sean cerca de 200 millones de personas las que no cuenten con una seguridad alimentaria, es decir, que no tienen garantizado el alimento.

La combinación de conflictos armados y pandemia, incrementará en territorios muy específicos, el sufrimiento humanitario de millones de personas. El sufrimiento de hambre derivado de la pobreza y de la incapacidad de la sociedad en general de mitigar la falta de seguridad alimentaria para este número tan alarmante de personas, es un signo de alarma, no sólo por el presente sino para el futuro. Hay que entender que el hambre está directamente relacionada con la desigualdad y la pobreza y, además, ha sido usada como un arma en los conflictos de violencia directa que existen a nivel global. Hay un vínculo indisociable entonces entre la erradicación del hambre y la prevención de la violencia directa, por tanto, luchar por la seguridad alimentaria no es únicamente prevenir el hambre, sino crear paz.

En el testamento de Alfredo Nobel, se especifica que con su fortuna “se creará un fondo cuyo interés se distribuirá cada año en forma de premios entre aquellos que durante el año precedente hayan trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y para la celebración o promoción de procesos de paz“. En los últimos años, si bien algunos han sido polémicos, la entrega del premio Nobel supone más que un mero reconocimiento; implica el colocar en la agenda mediática y política mundial temas referentes a la construcción de Paz, como acuerdos, defensa de derechos, desmilitarización, etcétera. Dar al mundo a conocer esfuerzos colectivos e individuales que enfrentan las injusticias y, sobre todo, poner en la palestra mundial los elementos que impiden la consolidación de la paz con miras al futuro, así, estos esfuerzos, pueden recibir mayores apoyos para continuar, consolidar y expandir sus acciones.

En los conflictos armados y guerras, quien domina la comida, domina la violencia; la guerra a su vez, genera crecimiento del hambre, un círculo vicioso. En palabras del comité noruego del Nobel, en voz de su presidenta Berit Reiss-Andersen, al reconocer con el Premio Nobel de La Paz 2020 al Programa Mundial de Alimentos (1961), están reconociendo también los esfuerzos que este programa de la Organización de las Naciones Unidas hace para combatir el hambre y con ello mejorar las condiciones para la paz en áreas de conflicto, previniendo el uso del hambre como un arma de guerra, hecho que condena la Organización de las Naciones Unidas en la resolución 2417 firmada en 2018.

En los últimos años, y atendiendo a la transformación de la violencia en el siglo XXI, la premiación del Nobel de la Paz se ha hecho mediante simbolismos de poder, con mensajes políticos en favor de agendas globales con visión de futuro. El hecho de que se le entregue este año a una institución que busca la raíz de la violencia y no, como en otros años, únicamente a quien ayuda a terminar los procesos de violencia ya existentes, es decir, prevenir los conflictos latentes antes que los manifiestos, es un valor fundamental para luchar por la paz a nivel global, además, refleja un entendimiento de que el concepto de paz no está relacionado únicamente con la guerra, sino con elementos como la cooperación entre los países, así como la empatía y la búsqueda de la justicia social, esto, ante un mundo que parece ir hacia otro lado, sumergido en las desigualdades más grandes de la historia, derivadas de procesos de violencia estructural basadas en el individualismo y el consumo desmedido, ante esto, la mejor vacuna es la seguridad de que mañana habrá qué comer.

Darío Itzcoatl Rojas Juárez

Soy politólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en estudios para la paz y Docente del instituto para la paz de México, analista, asesor político investigador de temas de violenecia estructural, cultura de paz y política del conflicto.

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