¡Colombia va mal! El final amargo del gobierno que prometió cambio

La inestabilidad política, la debilidad económica y la corrupción han marcado los tres años de un gobierno que prometió transformación y terminó hundido en el desconcierto. El país enfrenta un final de mandato turbulento, con un panorama pesimista e incierto.


La realidad es clara: el gobierno se quedó sin gasolina. Lo que comenzó con discursos de unidad y promesas de transformación terminó en una tormenta de inestabilidad, corrupción y desconcierto. Tres años después, Colombia no tiene rumbo cierto y el desgaste es inocultable. El libro El desastre anunciado del último Aureliano, de Silverio Gómez, desnuda con precisión quirúrgica el colapso de una administración que pasó de la esperanza a la zozobra. Y lo más grave: lo peor todavía no ha llegado.

La primera gran evidencia del fracaso fue la crisis ministerial a los pocos meses de posesionarse. En menos de tres años se han contado 59 ministros, es decir, un promedio de uno cada 19 días. Ningún país soporta semejante desorden. No es posible ejecutar un plan de gobierno cuando cada despacho cambia de manos con la misma frecuencia con que se cambian de camiseta en un partido de microfútbol. La inestabilidad se convirtió en la marca registrada de este mandato.

Los números no mienten. El gobierno llegó con el 27% de los votos, pero apenas con el 17% del Congreso. Desde el arranque, la gobernabilidad estuvo hipotecada. Se habló de un gran pacto nacional, pero ni alcaldes, ni gobernadores, ni el sector privado fueron invitados al banquete. Todo se convirtió en frases bonitas sin sustento. Cuando la coalición en el Congreso alcanzó el 75% parecía que había aire. Pero ese aire se fue en cuestión de meses, hasta que vino la primera ruptura y de ahí en adelante el camino fue en picada.

La economía no dio tregua. La primera reforma tributaria prometía recaudar 75 billones de pesos. Era un delirio. Al final, lo que quedó fue una economía golpeada, con inflación creciente y un déficit fiscal que asusta a los mismos organismos internacionales. Hoy el exministro de Hacienda enfrenta investigaciones, algo que nunca había pasado en la historia del país. El daño a la credibilidad externa es profundo. La banca internacional observa a Colombia con recelo, y la inversión huye en silencio.

En lo social, la promesa de equidad se perdió entre escándalos y anuncios sin cumplimiento. El episodio de los carrotanques en La Guajira, las denuncias de corrupción en la Unidad de Gestión del Riesgo y los líos en la Comisión Interparlamentaria de Crédito Público dejaron claro que el poder terminó sometido a los mismos vicios de siempre. Lo que se presentó como una ruptura con el pasado, terminó siendo más de lo mismo… o peor.

El panorama que describe Gómez en su libro es aterrador: escenarios de confrontación, inseguridad en aumento y una economía que colapsa. El escenario optimista es tan improbable que raya en lo imposible. La fragmentación y la parálisis parecen ser el destino inevitable de este último año de gobierno. Y en medio de todo, la gente sigue esperando soluciones que nunca llegan.

El país se nos va de las manos. El sueño de transformación quedó en ruinas y lo que se avecina es un final turbulento, lleno de recriminaciones y promesas rotas. Colombia merece más que improvisación, más que discursos rimbombantes y más que ministros de paso. La indignación es natural: mientras la cúpula política juega al poder, la mayoría del pueblo sobrevive con miedo, rabia y resignación. Aquí no hubo cambio. Hubo engaño.

Cinco datos curiosos

  1. En tres años, Colombia ha tenido 59 ministros en funciones, un récord histórico de inestabilidad.
  2. Cada ministro ha durado en promedio 19 días en el cargo.
  3. La primera reforma tributaria presentada en 2022 pretendía recaudar 75 billones de pesos, algo calificado como imposible por economistas.
  4. El libro de Silverio Gómez clasifica el escenario optimista como “muy improbable”, casi descartado.
  5. Nunca antes en la historia de Colombia un ministro de Hacienda había quedado tan comprometido en investigaciones judiciales.

Hernán Augusto Tena Cortés

Columnista, docente y director de Diario la Nube con especialización en Educación Superior y maestría en Lingüística Aplicada. Actualmente doctorando en Pensamiento Complejo, adelantando estudios en ciencias jurídicas y miembro de la Asociación Irlandesa de Traductores e Intérpretes.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.