Colombia “Sede del Mundial”

1.255 días hacen falta para el próximo mundial, el cual por cierto tendremos el privilegio de recibir de nuevo en nuestro lado del océano y mientras en Argentina se celebró con júbilo (quizá en exceso con ciertos videos que vi) y en Qatar comenzó la operación de desmonte, en México, Canadá y Estados Unidos se alistan para recibir el tan anhelado certamen. Ojalá hubiese sido Colombia la sede del mundial.

La planeación del certamen de fútbol me pareció espectacular y más aún la agilidad para desarrollar e inaugurar todas las obras que se requerían. Qatar 2022 más allá de los medios empleados para cumplir con los requisitos para poder acobijar el certamen es un ejemplo de un plan de desarrollo serio y contundente por parte de un país. En doce años Qatar construyó vías, aeropuertos y por supuesto estadios además de cuánta infraestructura uno pudiese imaginar que beneficiara a largo plazo a su población y la región. Me pregunto ¿en ausencia del certamen se hubiese dado estas prioridades? ¿Se hubiese logrado en tan poco tiempo? Quizá la respuesta sea un retundo sí pues es claro el interés de este país, así como sus adinerados vecinos en convertirse en potencias económicas de la región y el mundo, pero si extrapolamos esta pregunta a países como el nuestro, mi respuesta sería que no y a continuación les digo por qué.

Aislando el mero hecho que no tenemos las riquezas derivadas de las reservas petrolíferas y de gas, razón que de por si debiese ser más que suficiente para justificar una respuesta, hay otro argumento más importante aún y es la falta de voluntad e interés. A uno le enseñan como segundo principio de la economía que todo individuo responde a incentivos e infortunadamente aquí en Colombia, salvo que hubiésemos sido sede del mundial, quienes toman decisiones no tienen incentivo alguno para promover iniciativas de infraestructura y desarrollo con agilidad y determinismo como lo hubiese exigido el ser nombrado anfitrión del certamen más importante del fútbol.

La razón radica en que aquí en Colombia el bien individual ha prevalecido por encima del general y aquí no hay un incentivo mayor ni a largo plazo que compense aquel que se logra con la inmediatez a la luz de quienes toman las decisiones. La muestra de ello es la corrupción, el engaño y la falsedad que se evidencia en todas las ramas del poder público y privado y más aún en temas asociados a obras de infraestructura y desarrollo nacional que según un reporte de Transparencia Colombia es el segundo sector donde mayores actos de corrupción se materializaban por detrás del Educativo (increíble). No hace falta listar la infinidad de casos que se han hecho públicos durante los últimos años y la cantidad de dinero, (en otras palabras, el incentivo) que cambió de manos para que los eventos resultaran así y es que según esta misma entidad en su reporte del 2022, Colombia ya completa 10 años sin cambios significativos en su índice de percepción de corrupción.

He aquí mi crítica, durante los últimos veinticinco años hemos tenido más de trece intervenciones en nuestro sistema tributario, siendo la reforma que entrará en vigor el próximo año la más ambiciosa en su aspiración de recaudo. Asimismo, la DIAN acaba de anunciar un récord en el recaudo de este año con un cumplimiento por encima del 100% siendo el principal rubro de aporte aquel asociado a la actividad comercial y el gravamen a personas naturales. En otras palabras, las arcas y el dinero del Estado han estado a disposición de la sociedad colombiana, el hecho es que no nos hemos beneficiado en igual proporción. Por consiguiente y a diferencia de lo que hemos padecido durante las últimas dos décadas, lo justo es exigir tal como lo prometió el Gobierno de Petro una lucha unificada contra la corrupción y que ese dinero se traduzca en resultados tangibles a corto, mediano y largo plazo. De lo contrario y siguiendo en el rumbo que hemos transitado hasta hoy va a ser muy difícil hablar de progreso o prosperidad en Colombia.

A vísperas del año nuevo y conocedores que Colombia no será sede de ningún mundial en los años venideros pensemos en cómo podemos priorizar la transparencia en el Estado y la austeridad en el gasto con vistas a una inversión a largo plazo que nos permita vernos más como colectividad que cómo individuos y construir el país en el que todos deseamos vivir.


Otras columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/szapata94/ 

Santiago Zapata Serna

Soy un curioso innato, apasionado por la lectura y en general los temas financieros y de economía en general. Me encanta una buena conversación y de vez en cuando escribir sin tinta lo que se me viene a la mente.

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